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27 noviembre, 2024

Un macroestudio buscará nuevos genes del alzhéimer en el mayor banco de cerebros de la Península

Los casi 4.000 cerebros que custodian los 16 bancos de cerebros de toda la Península Ibérica (15 en España y uno en Portugal) guardan las claves genéticas del alzhéimer. Todos juntos conforman un macrobanco que incluye los cerebros donados a la ciencia desde los años 90. La Fundación CIEN, con sede en Madrid, junto a ACE Alzheimer Center, en Barcelona, arrancarán este octubre un proyecto para hacer estudios genéticos y genómicos de estos cerebros de personas que en vida sufrieron alguna demencia.

El objetivo es encontrar «nuevos genes» que se «correlacionen» con el alzhéimer y así hallar «nuevas claves» sobre los mecanismos de la enfermedad que más preocupa a los españoles solo por detrás del cáncer. Es la primera vez que se analizarán miles de cerebros con este objetivo concreto.

Los estudios ‘post-mortem’ del cerebro permiten llegar a un diagnóstico sin margen de error y hacer una correlación de genes más precisa

La Fundación CIEN cuenta con un banco propio de cerebros (con 800 órganos) y coordina este proyecto cuyo nombre es Gadir (‘Genómica y Fenotipado Neuropatológico Digital de Cerebros procedentes de la Península Ibérica’) y que se financia con una beca de investigación de la Fundación Pasqual Maragall. Este 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzhéimer.

El proyecto tratará de averiguar la frecuencia de las «copatologías», es decir, las veces en que coinciden más de un tipo de demencia en un mismo paciente

«Cada vez se están haciendo más estudios genéticos de enfermedades neurodegenerativas, pero la mayoría son en pacientes vivos. Por ejemplo, los diagnósticos de alzhéimer se basan en la clínica y en los biomarcadores del paciente. Y lo mismo ocurre con otras enfermedades como el párkinson», explica Alberto Rábano Gutiérrez del Arroyo, patólogo experto en Enfermedades Neurodegenerativas y director del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN.

Sin embargo, como explica el doctor Rábano, en muchos casos de enfermedades neurológicas el diagnóstico definitivo no llega hasta que se hace un estudio ‘post-mortem’ del cerebro, que es el que realizan los neuropatólogos como él. Un ejemplo: un paciente puede estar diagnosticado de párkinson, pero cuando se le hace un análisis del cerebro ‘post-mortem’ a veces se encuentra otra enfermedad. «El nuestro es el diagnóstico definitivo, porque es el que permite hacer una correlación de los genes y las enfermedades mucho más precisa», asegura Rábano. Es decir, el diagnóstico que no da margen de error.

Imágenes del banco de cerebros de la Fundación CIEN, en Madrid.

Imágenes del banco de cerebros de la Fundación CIEN, en Madrid. / José Luis Roca

Como explica este médico, en los últimos años ha cobrado «mucho interés» la denominada «copatología», que consiste en la coexistencia de varias enfermedades. «Son una minoría los pacientes que tienen solo alzhéimer. Lo normal es tener, a la vez, una enfermedad cerebrovascular o una demencia con cuerpos de Lewy», cuenta. Las enfermedades neurodegenerativas son «mucho más complejas» de lo que los investigadores pensaban y, a menudo, se combinan entre ellas. «Pero esto es algo que solo podemos saber cuando vemos los cerebros en el microscopio». Este es otro de los objetivos de este proyecto: conocer más con qué frecuencia se entrelazan estas patologías.

Revisión de diagnósticos

La investigación que en las próximas semanas arrancarán la Fundación CIEN y Ace Alzheimer Center con el gran banco de cerebros de la Península obligará a repetir diagnósticos en los cerebros que datan de décadas atrás. «Los diagnósticos ahora son más precisos. Tenemos que volver a los cerebros que se donaron hace 20 o 30 años, revisarlos y actualizar el diagnóstico. Por eso este proyecto tiene dos partes: la primera, hacer un estudio genómico de última generación; la segunda, conseguir la máxima información posible de todos los cerebros y revisar sus diagnósticos», cuenta Rábano.

El proyecto permitirá crear una base de datos enorme con información «muy fiable» de enfermedades neurodegenerativas y en «población latina» 

Toda esta información extraída de estos cerebros donados se convertirá en una «base de datos enorme y abierta a los investigadores» y será la «primera» que contará con «datos muy fiables» sobre enfermedades neurodegenerativas (sobre todo alzhéimer) y en «población latina». «Esto es muy importante porque casi toda la información que hay sobre alzhéimer está basada en la población anglosajona y no latina. Nosotros revertiremos esta situación con nuestra investigación», señala este experto.

Imágenes del banco de cerebros de la Fundación CIEN de Madrid.

Imágenes del banco de cerebros de la Fundación CIEN de Madrid. / José Luis Roca

«Trabajo retrospectivo»

Como explica Victoria Fernández, responsable del programa de genética de Ace Alzheimer Center, este análisis busca hacer una «caracterización genotípica» de los cerebros a partir de la extracción de ADN. «Haremos un trabajo retrospectivo: veremos qué proteínas [cada enfermedad neurodegenerativa se distingue por una proteína] tenía el cerebro y veremos cómo se caracterizan genéticamente», cuenta Fernández. «Los test genéticos de alzhéimer que hacemos no son 100% seguros. Confiamos en ellos en un 90%», reconoce. De ahí la importancia de hacer estudios genéticos de los cerebros ‘post-mortem’ para conocer en profundidad los genes asociados a la enfermedad.

Cómo avanza la enfermedad

«Dada la información muy detallada de la historia clínica de los donantes y de sus cerebros, haciendo un estudio genómico podemos tener una resolución muy fina de cómo avanza la enfermedad y de cómo puede desarrollarse de manera diferente en varias personas», señala por su parte el director de la Fundación Pasqual Maragall, Arcadi Navarro.

Navarro explica que este banco de cerebros surgió a raíz de personas que estaban monitorizadas en residencias especializadas en demencias y que, al morir, donaron su cerebro a la ciencia. «Esto nos ha permitido seguir la trayectoria cognitiva de la persona en vida y, después, tener acceso a su cerebro ‘post-mortem’ para ver los cambios que estos experimentan», destaca el doctor Navarro. Según él, hay muy pocos bancos de cerebros en el mundo, ya que requieren «muchos recursos».

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