Nada ha cambiado. El expresident, Carles Puigdemont, mantiene intacta su voluntad de regresar para un debate de investidura, cuyo candidato da por hecho que será Salvador Illa. «No habrá más campañas electorales en el exilio, serán allí [Catalunya], pete quien pete y pese a quien le pese», ha espetado frente a más de 2000 personas en el acto de conmemoración del cuarto aniversario de la fundación de Junts, celebrado en Els Banys i Palaldà, un pueblo francés cerca de La Jonquera.
«Sería legítimo desde el punto de vista personal quedarme en casa», ha reconocido el líder de Junts, «pero es una decisión de política», ha añadido, al tiempo que ha trasladado, que entiende «la preocupación» de quienes temen que pueda ser detenido. Sin aclarar de qué modo llevará a cabo este retorno, Puigdemont sí da por hecho que no lo hará discretamente y que «nadie lo va a detener», dando por hecho que si no es la ley de amnistía quien le ampare, deben hacerlo otros «mecanismos democráticos»: «Espero que las fuerzas generales del Estado eviten una detención ilegal y arbitraria», ha exclamado entre aplausos y con la certeza de que los próximos días serán «complicados». Estas declaraciones se deben leer como una aceptación por parte del expresident de que el pleno de investidura será de Illa, a las puertas de que PSC y ERC presenten un preacuerdo y a la espera de que se someta a las bases de los republicanos.
Un retorno inminente
Este sábado lo ha vuelto a reivindicar, todavía desde el extranjero y a escasos 30 km de su feudo en campaña electoral, la pequeña población de Argelers. Puigdemont movilizó ahí a miles de personas durante una campaña electoral atípica que pretendía romper con las pantallas que habían protagonizado los últimos actos electorales de pasadas contiendas.
El partido prometió cerrar la campaña en Barcelona con Puigdemont a través de una «última pantalla» antes del regreso. Esperaban entonces que la ley de amnistía permitiera al líder cruzar la frontera tras los comicios y dar por cerrado así el ciclo forastero. Pero el último acto de campaña acabó siendo en Elna (Francia), para mantener «el calor de la presencialidad» -señalaron desde el partido- y poco tiempo después se conoció que el Tribunal Supremo desestimaba aplicarle la medida de gracia.
Pocos eran los que pensaban entonces que el cuarto aniversario de Junts iba a volver a celebrarse fuera del territorio nacional y sin el cobijo de la amnistía para el líder de Junts. No hay margen para más giros de guion. Puigdemont ha vuelto a prometer este sábado regresar para un debate de investidura, sea quien sea el candidato, sean cuales sean las consecuencias. Al expresidente solo le queda una carta por jugar y ya no cuenta con ningún as debajo la manga.