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Resistencia
17 octubre, 2025

Pablo Lehmann: Ni abstracto ni figurativo, voy y vengo a partir de las palabras

—Pablo, ¿cómo te sentiste en esta edición de la Feria?
—La verdad que muy bien. Para mí fue un placer, digamos, es un placer estar en la feria. La verdad que estoy muy agradecido por la invitación de la organización y de Daniel Fisher, que, bueno, es una apuesta también que hacen por un artista. Y que, nada, la invitación es transformar un espacio. Así que muy bien, me siento muy bien. La ciudad la había visitado, pero hace 30 años, la verdad. Y ahora es como que volví, y tener este lugar en la feria me llena de orgullo. Así que, bueno, trabajando a partir de algo que tiene una base que yo ya vengo desarrollando hace 20 años, que es el trabajo con la palabra y el lenguaje. Tengo una atracción muy grande por todo lo que son las letras: las letras que conforman palabras y cómo esas palabras generan textos, y la relación entre el texto y la palabra desde la lectura y desde cómo uno la mira. Es como que uno puede entender una palabra, pero también puede apreciar visualmente una palabra: cómo está dibujada, cómo está hecha. Eso tiene más que ver con lo gráfico y con lo visual. Yo trato de hacer una relación entre ambas: que puedas leer, pero también ver las palabras. A partir de eso se generó toda una instalación en donde se incorporaron poetas y escritoras del Chaco, porque la idea es revalorizar y presentar un patrimonio que muchas veces está, pero parece más invisible, o por estar tan cercano uno no lo considera tan importante. Y, bueno, se empezó a trabajar con fragmentos de textos que terminan invadiendo todo el espacio de la sala. Se trabajó escribiendo y calando esos textos para generar tramas, tramas textuales, pero que terminen invadiendo el edificio y generando una relación diferente con los textos.
Generalmente uno tiene una relación más de conquista, donde uno invade el texto con su cuerpo y lo domina. Y acá, en la instalación, se invierte o se intenta invertir: el cuerpo queda invadido por los textos.

«EL CUERPO QUEDA INVADIDO POR LOS TEXTOS»
—¿Cómo se origina esta idea de trabajar con la palabra, con cómo el texto envuelve y crea un ambiente, un entorno a través del cual hoy podemos estar sumergidos en esta experiencia visual?
—Bueno, empezó hace bastante, ya digo, al principio de los 2000. Lo que me empezó a interesar no fue solo desde un punto de vista intelectual, sino desde algo más intuitivo. Era algo que tienen las palabras, que es cierta abstracción, porque las palabras pueden ser abstractas. Por ejemplo, si uno ve escritura de un idioma que no conoce —como la escritura china, supongamos—, lo único que ve son formas. Eso da algo visual, pero a la vez son formas abstractas: bastones, trazos. Uno descubre una escritura, pero no sabe qué significa. Y, a la vez, cuando uno la entiende, es algo referencial. Tiene esas dos cosas: es abstracta y figurativa a la vez. Eso me interesó mucho, porque no me considero ni abstracto ni figurativo. Me considero yendo y viniendo a partir de las palabras y del lenguaje. Y, a partir de eso, empecé a explorar desde distintos ángulos toda esa capacidad visual y semántica que tienen los textos.
—¿Cómo ves a tu obra en este presente?
—Muy bien. La verdad que el contexto me gusta mucho. Estoy interesado en que mi obra se difunda. Uno a veces está en Buenos Aires, pero la verdad es que siento que es importante difundir la obra de manera federal. Así que esperaría, y sería muy interesante, poder seguir participando y difundiendo mis obras en distintos lugares. Acá en Chaco, en Corrientes, estoy abierto y con ganas de eso. Además, esta experiencia particularmente fue muy estimulante. A veces los artistas tenemos ganas de hacer obras, pero cuando aparece un desafío puntual, con una fecha, con un evento, eso te moviliza más. Lo que podría haber hecho en dos años, lo hice en cuatro meses.

«LOS MUSEOS DEJARON DE SER PUERTAS CERRADAS; HOY INTEGRAN A LA COMUNIDAD»
—Tomo una palabra de tu respuesta. Me interesa eso de que tu obra se difunda con un carácter federal. ¿Y qué opinás también de la próxima inauguración del Museo de Arte Contemporáneo, del proyecto del Centro Pompidou —del que se habla mucho—, de su posible integración a un circuito con el Museo del Barro en Asunción, y también de lo que se está experimentando en Salta, Córdoba, Buenos Aires?
—Sí, yo creo que en lo contemporáneo hay algo muy interesante: los museos dejaron de ser de puertas cerradas y se abren a la comunidad. Integran a la comunidad y muchas veces pueden llegar a resignificar toda una ciudad. Las ciudades son algo, y después de la apertura de algunos museos, se transforman. No solo por la comunidad, que empieza a establecer lazos diferentes desde un ámbito pacífico de la cultura e integrador, sino también desde el ámbito internacional: puede haber más turismo, más visitas, las ciudades se posicionan. Desde ese lugar lo veo con mucho interés, y felicito a quienes puedan gestionar esto, porque no es fácil. Eso implica también que los artistas ayudemos, que estemos trabajando y colaborando con todas esas iniciativas.
—Otra cosita: dijiste «que los artistas ayudemos», una palabra que suele sonar mucho ahora en el ambiente del arte y del afecto. Artistas que conectan artistas y que abren espacios, transformando una escena para el arte. Acá, en el norte, se está volviendo algo cotidiano, desde la fuerza que aportan los artistas a la difusión del arte. ¿Qué pensás de eso, del arte como experiencia situada en la urbanidad?
—Yo creo que, cuando hablábamos del Museo de Arte Contemporáneo o de los museos de arte contemporáneo, eso implica una perspectiva diferente, no la de los primeros museos tradicionales. También, en la producción y el trabajo de los artistas, eso ha cambiado. Por ahí los artistas trabajaban más encerrados en sus talleres, ¿no? Me parece que hoy se vuelve importante la integración entre los artistas y entre los artistas y las instituciones. Porque, como decía antes, unos y otros necesitan movilizarse y abrir el deseo de poder hacer. Cuando vos solo quizás no podés, otra persona, otro artista o una institución puede darte una mano, y viceversa. Las instituciones, a veces, necesitan la mirada de los artistas para emprender gestiones o proyectos que, si dependieran solo de ellas, quedarían truncos. Entonces, la colaboración me parece integradora y da buenos frutos
—La palabra, polisémica, produce mucho: un sustantivo, un verbo, demás. Hay muchas palabras juntas en esta instalación. Tu obra, de mantera tangente, ¿a qué sentido se dirige?
—Yo creo que no sé si la palabra es «provocar». Creo que la palabra es «reflexión». Es una suerte de lugar donde hay una pausa y donde se invita a eso: a reflexionar, a parar un momento. También a un lugar de cierto disfrute, pero a partir de algo que dé un plus. La lectura y el encuentro con los textos pueden dar eso. A mí, en particular, la lectura siempre me ha transformado. Uno no es el mismo antes y después de algunos libros. Y creo que lo mejor que le puede pasar a un artista es que un espectador o lector de su obra realmente quede transformado, que la recuerde, que diga: «Me sorprendió en un aspecto corporal, a nivel perceptivo, pero también a un nivel afectivo, con las emociones, y a un nivel intelectual».

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