En esta ola de calor extrema y extensa que aplasta a gran parte de la Argentina, la meteorología ya ve lluvia en sus radares. Pero esas tormentas, aisladas, no traerán un alivio sostenido de las altísimas temperaturas, que tendrán su pico la semana que viene.
Varios días después, en cambio, en la Ciudad y el GBA quizá reine la nostalgia por el calor odiado ahora.
Es que no falta mucho para que porteños y bonaerense noten que es febrero. El clásico y corto mes veraniego que se caracteriza por ser lluvioso y que, por el momento, está dando sorpresas.
Mientras, hasta el sábado, las mínimas estarán entre los 24 y 26°C y las máximas podrían alcanzar los 38°C.
«Esta ola de calor bastante persistente, que empezó en la Patagonia la semana pasada, va a abarcar a gran parte del país, debido al sistema de bloqueo atmosférico en el Atlántico Sur (que no deja pasar el aire frío hacia esta zona)», anticipa a Clarín el meteorólogo José Luis Stella, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
«Nos tomó de sorpresa –reconoce–. No es lo que se espera bajo la incidencia de un fenómeno fuerte en verano como El Niño».
En esta región, a nivel país, febrero es un mes de lluvias. En el área metropolitana (donde puede llover más en noviembre y en marzo) el promedio mensual de precipitaciones es de 130 mm, y la temperatura mínima promedio es de 19°C la mínima y la máxima, de 29°C.
Pero los fenómenos meteorológicos no se reducen a El Niño o La Niña.
Como marca, otros forzantes atmosféricos que producen ese bloqueo, «de muy lento desplazamiento», le alargarán la estadía a este calor agobiante.
«A priori en la Ciudad y el GBA va a haber un alivio muy temporario entre el sábado y el domingo. Habrá un descenso de temperatura el domingo, estaremos entre los 20° y los 31°, por el pasaje de un débil frente frío y hay baja probabilidad de que pueda ocurrir alguna precipitación», sigue Stella.
De suceder, si esas tormentas aisladas efectivamente mojan las veredas que pisan porteños y bonaerenses, no mantendrán por mucho tiempo el cepo en la suba del termómetro.
«El lunes vuelve a aumentar la temperatura porque practicamente (con esas lluvias) no cambia la masa de este aire tan cálido y húmedo. Se va a disparar de nuevo la temperatura, con los umbrales que definen que será una ola de calor, y eso persistiría hasta el jueves de la semana que viene«, puntúa el experto.
La baja probabilidad de lluvias no altera una ola de calor que sorprendió en su llegada pero tiene un comportamiento típico. Con muy lento desplazamiento, va del sur al norte del país.
«En estos días de calor se estuvieron formando tormentas en el centro y la zona de Cordillera. Que van se van a seguir formando todos los días a la tarde cerca del AMBA y en el resto de las provincias. Son muy cortitas y pasajeras, no llegan ni a los 2 mm. De hecho, antes de ayer (por el martes) llovió en La Plata. Por ahora, es muy baja la probabilidad de que la lluvia intensa llegue a la Ciudad y el Gran Buenos Aires», agrega Cindy Fernández, desde el SMN.
Todo cambia el jueves
«Según la total coincidencia de los modelos (de análisis), el jueves, cuando se retira este anti-ciclón de bloqueo, ahí sí da paso a la entrada de un sistema de baja presión, a un frente frío. La rotación de viento al sur va a hacer que la temperatura comience a descender y, por supuesto, se van a registrar precipitaciones, a partir del jueves o viernes», dice Stella.
Gran parte del país -y particularmente la zona del AMBA- experimentará el paso de estar en una ola de calor insufrible, a transitar «temperaturas más típicas de febrero»: debajo de los 30°C.
La clave es que el descenso de calor, aunque sea en mínimas normales para el mes, «se sentirá muy fuerte comparado a esta ola de calor».
Desde el próximo viernes, febrero volverá a ser febrero también en cuanto a lluvias. «El patrón de precipitaciones va a ser más parecido a lo que es un verano normal, con incidencia ya del fenómeno de El Niño», cierra Stella. Pero para eso habrá que esperar una semana.