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Resistencia
19 noviembre, 2024

Millones de migrantes venezolanos no pueden votar pese al peso económico de sus remesas

La inmigración es doblemente crucial en Venezuela, y mucho más por estas horas, aunque por distintas razones: fue soslayada del proceso electoral, lo que podría favorecer al madurismo el 28 de julio, pero su aporte económico es al mismo tiempo imprescindible: hace funcionar uno de los motores de la economía dolarizada que el propio presidente, Nicolás Maduro, presenta a los electores indecisos como una futura panacea, siempre y cuando permanezca en el Palacio de Miraflores.

«Tengo datos sólidos; entre 2013 y 2023 salieron de Venezuela como migrantes económicos 2,5 millones de venezolanos. Del 2020 hasta 2023, cerrando 2023, parte de 2024, han regresado 1,2 millones, la mitad de los que se fueron», aseguró Maduro días atrás durante su ciclo televisivo.

La Plataforma de Coordinación Interagencial para Migrantes de Venezuela (R4V) contabiliza, sin embargo, que un total de 7,7 millones de hombres, mujeres, niños y niñas, han abandonado el país como consecuencia de la crisis social y el conflicto político. Casi 2,9 millones de ellos se encuentran en Colombia, mientras que en Perú llegan a 1,5 millones. En tercer lugar, se encuentra Estados Unidos con 545.200, seguido de Brasil con 510.499 y después Ecuador con 474.945. De ese total, solo votarán este domingo 69.211 personas, un número insignificante si se tiene en cuenta de que 21,6 millones de ciudadanos están en condiciones de hacerlo.

La imposibilidad de los migrantes de ejercer su derecho electoral es un asunto político de primer orden. Gran parte de ellos, atravesados por viejos rencores y aversiones, habrían optado en las urnas por Edmundo González Urrutia, el candidato de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD), tachado por los medios oficiales de «ultraderechista».

Pilar del mercado interno

En Buenos Aires viven 150.000 venezolanos en condiciones de votar. Solo lo harán 500. El Consejo Nacional Electoral (CNE) pasó por alto el reclamo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuando, dos meses atrás, pidió al organismo «garantizar el derecho al voto de connacionales que residen en el extranjero, sin distinción de su estatus migratorio».

Un sondeo reciente de la consultora Delphos da cuenta de que el 25% de los entrevistados se iría del país si la oposición es derrotada. De ganar Maduro y de confirmarse esa proyección, formarían parte de lo que ya es una realidad: los actuales migrantes constituyen un pilar fundamental del mercado interno. Son parte del combustible que alimenta a una economía dolarizada en los hechos porque aportan una importante masa de dinero a sus familias.

De acuerdo con la consultora Ecoanalítica, las remesas de 2023 llegaron a los 3.000 millones de dólares, lo que representa un 3% del PIB. Otros estudios elevan esa masa monetaria que ha crecido a medida que el éxodo adquirió mayores proporciones dramáticas. En 2018, uno de los años más duros del conflicto interno, las remesas ascendieron a 1.300 millones de dólares.

En 2024 se espera otro récord de envíos. El monto promedio que reciben mensualmente las familias es de 65 dólares mensuales que juegan un papel importante en el consumo doméstico. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de vida (Encovi), un 94% de los hogares receptores han utilizado ese dinero para sus gastos en alimentos de una canasta básica que asciende a 525 dólares y, a veces, para pagar remedios. La gran novedad de los últimos años es que, por cada 100 dólares que entran al país, casi un 10% circulan como criptomonedas, con lo que evitan la volatilidad del bolívar, la vapuleada moneda nacional, así como ciertas restricciones estatales.

El «asombro» de Sudamérica

Maduro pasó en su segundo mandato de demonizar a la moneda norteamericana a considerarla una . Su uso en transacciones de todo orden, desde una vivienda a una minucia cotidiana, ha permitido reducir de manera significativa la tasa de inflación y dinamizar el consumo. En 2018, había llegado al 6.537.408%. Un año más tarde fue del 1.990.602% y comenzó a decrecer de manera sostenida. En 2021 llegó al 660%, 305,7% en 2022 y 193% en 2023. En los primeros seis meses de este año se acumula un 10,9%.

En más de una oportunidad, Maduro llamó a los venezolanos que viven en el exterior a retornar a un país en el que no han podido votar, pero, prometió, será el «asombro de Sudamérica». La economía ha comenzado a salir del estado ruinoso. El sector petrolero ha jugado un papel crucial en el crecimiento después de que el país perdiera el 75% de su PIB. La OPEP ha constatado que la producción de crudo aumentó un 9,2%. El alza se explica en parte por la actividad que realiza la empresa estadounidense Chevron en territorio venezolano tras la autorización de Estados Unidos. El PIB tendrá un alza de 4,2 puntos este año.

Un consumo de lujo más caro que en Zurich

La dolarización de facto, que ya cuenta con un dictamen favorable del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ha inyectado liquidez en el mercado interno al tiempo que acentuó las desigualdades de un país con un 53,3% de pobres. No todos los venezolanos se preparan para habitar las torres de lujos que se levantan en Caracas ni pueden pagar un alquiler de 450 dólares o entrar las nuevas tiendas de lujo en los barrios más acomodados, más cerca de Miami en su estilo de vida que de las barriadas populares que se expanden a la vista de los grandes beneficiarios del modelo madurista.

La otra Caracas puede votar, pero tiene vedado por completo el acceso a restaurantes que pueden ser más caros en dólares a los de otras ciudades. ´The Economist` consignó que una cena en Las Mercedes o Altamira puede costar más que en Zurich, Los Ángeles, Anu Dhabi, Bahrain y Beijing. En la Fattoria Montepulciano, ubicada en el Centro Empresarial HTO, y especializada en platos de la Toscana italiana, se puede degustar de entrada un Minestrone o Zuppa di Pomodoro, mientras se comentan los últimos y candentes hechos políticos. Después, son invitados a pasar a una «linguine alla strada» o «tagliatelle al tartufo». Qué decir de un plato de «ravioli funghi» y un buen vino a tono con la experiencia de degustación que le costará a cada comensal entre 45 y 60 euros. Lo mismo habría que pagar en Sereno. Cordero, en tanto, hace gala de su nombre. One to Watch 2023 lo ubicó entre los 50 restaurantes más sofisticados de América Latina. Se destaca por su «cuello de cordero», el «arroz con morcilla» o las albóndigas, toda una especialidad y ejercicio de la sofisticación. El diario ´El Nacional` informó a los desprevenidos que cada persona deberá abonar unos 70 euros.

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