El crimen de Andrea López conmocionó a La Pampa en 2004. La declaración del único testigo fue clave para que condenaran al femicida, el exboxeador Víctor Purreta, que se volvió a casar en la cárcel. A casi 20 años, la familia de la víctima sigue buscando sus restos. “No tenemos dónde llevarle una flor, o simplemente ir a llorar un poco”, dijo a TN su mamá.
18 de enero 2024, 05:14hs
“Me aferré al silencio para hacer daño”. La declaración, breve y contundente, pertenece a Víctor Purreta, el exboxeador que el 10 de febrero de 2004 asesinó a golpes a su pareja, Andrea López, delante del hijo de apenas cinco años que tenían en común. El testimonio del nene fue clave en el juicio para que el asesino recibiera su condena, pero el cuerpo de la mujer nunca apareció.
Después de casi 20 años, el misterio amagó por fin con resolverse en julio pasado, cuando desde la cárcel Purreta confesó sorpresivamente el lugar en donde había enterrado los restos de la víctima. Una vez más, sin embargo, hizo daño. Porque el cuerpo no estaba y Andrea López sigue desaparecida.
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“Nunca creí nada de todo lo que dijo”, dijo a TN Julia Ferreyra, la mamá de Andrea, sobre el falso testimonio de su exyerno. Y agregó: “Mintió para poder obtener las salidas transitorias… Por maldad, por odio, no por otra cosa”.
A pesar del tiempo transcurrido, señaló la mujer, para ellos todo se detuvo el día que Andrea desapareció. “Es un dolor que no se va nunca, porque nosotros no pudimos hacer un duelo como cuando perdés un familiar”, subrayó.
“Te va a matar, Andrea”
Andrea fue la primera esposa de Víctor Purreta y vivían juntos en una casa ubicada sobre la calle Maestros Puntanos, en un barrio al norte de la capital de la provincia. Las peleas se habían vuelto habituales dentro de esas cuatro paredes y la violencia verbal dio paso demasiado rápido a un verdadero calvario.
Purreta no sólo golpeaba a Andrea. También la maltraba psicológicamene y la obligaba a prostituirse. La familia de ella no lo sabía, pero cuando la pareja empezó a convivir aparecieron las señales que los pusieron en alerta.
“Ella empezó a venir a mi casa a recuperarse después de las golpizas”, relató a este medio su mamá, y lamentó: “Nosotros le hablamos mucho para que lo dejara. Yo solía decirle ‘te va a matar, Andrea’, pero era tanto el terror que ella le tenía que volvía”.
La revelación
Horas después de que Andrea fuera vista con vida por última vez, Purreta reconoció que habían discutido la noche anterior, pero aseguró: “Cuando me levanté ella ya no estaba”. Sus palabras no convencieron del todo, pero aun con las peores sospechas, la familia de Andrea empezó a buscarla sin descanso. Los días se trasformaron en meses sin que sucediera el reencuentro tan esperado.
La revelación, dolorosa, llegó recién cuando casi habían pasado dos años y de la manera menos pensada. “Mi nieto vio justo en una novela un entierro y me preguntó por qué a la mamá no la habían puesto en un cajón”, contó Julia en una nota con TN en aquel momento.
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Y completó: “Me quedé helada. Tanto tiempo llevando eso en su cabecita y que lo tenga que decir porque él ve que yo sigo saliendo a buscar a su madre y no se la puedo traer”.
El testigo
Andrea estaba muerta. Purreta la había asesinado delante de su hijo y el chico, ya con siete años, pudo contar lo que había visto primero delante de su abuela, después en Cámara Gesell y finalmente en el juicio que condenó a su padre. El relato se repitió una y otra vez, sin que existiera ninguna fisura.
“Él le pegaba con un rebenque contra un rincón, le daba piñas, patadas y después la vi en la bañera que estaba toda morada. Vi que estaba acostada en la bañera y mi papá le estaba echando agua…”, contó, de acuerdo a la sentencia.
Quería reanimarla, pero ya era demasiado tarde. Entonces, siempre según la declaración del único testigo, Purreta salió del baño y “lo mandó a dormir”.
Los puños, como un arma
Para la Justicia, se pudo probar que “en Purreta y su calidad de golpeador, cada puño era un arma y con esas armas destruyó la vida de Andrea López”. El exboxeador fue detenido en febrero de 2012 por el crimen y condenado en octubre de 2014 a la pena de 18 años de prisión.
Después, le sumaron otras causas por obligarla a la prostitución y lesiones, y se unificó la condena en 25 años de cárcel. Pero el cuerpo de Andrea sigue sin aparecer.
“Gracias a la declaración de mi nieto lo pudieron condenar”, afirmó Julia Ferreyra, que tuvo que criar a ese chico ante la ausencia de Andrea y hoy sigue viviendo con él. “Él ahora trabaja, lleva la situación lo mejor que puede. Pero nunca quiso volver a tener relación con su papá”, resaltó.
“Dejar el pasado atrás”
Purreta cumple actualmente la condena y podría acceder a las salidas transitorias por los años que lleva en prisión. Sin embargo, los informes negativos del Servicio Penitenciario Federal y la falsa confesión que hizo sobre el lugar en donde estaba el cuerpo de Andrea López le cerraron esa puerta.
En octubre de 2015, un año después de su condena, el femicida volvió a ser noticia porque se casó. “Uno trata de dejar el pasado atrás”, dijo al diario local La Arena.
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Y completó: “El pasado en general, todos tenemos pasado y nadie puede olvidarse lo que pasó atrás. Todos tenemos en mente lo que pasa. Yo entiendo la situación que se vivió con Andrea López. Pero hay que seguir para adelante. Cada cual busca su camino”.
¿Dónde está Andrea López?
Para la familia de la víctima, en cambio, seguir adelante no es una posibilidad si después de 20 años la pregunta más importante todavía no tiene respuesta. “No tenemos dónde ir a llevar una flor o simplemente a llorar un poco”, lamentó Julia, la mamá de Andrea, sobre el cierre del diálogo con TN.
“Andrea era una chica feliz, divertida, la música le encantaba, escuchar música alta mientras tomaba mate”, describió sobre la joven, que tenía 25 años cuando la vio por última vez. “Su plan, su futuro era su hijo. Ella lo amaba tanto que por él soportó todo”, añadió.
El dolor sigue intacto. Implacable, como su necesidad de encontrarla y como su ausencia, tan presente en su casa como si nunca se hubiera ido. “En mi casa hay muchas fotos de ella y así la recuerdo, siempre sonriendo…”, cerró.