El sábado 6 de septiembre próximo, la Orquesta Sinfónica de la provincia, bajo dirección de la maestra Andrea Fusco, vuelve al escenario del Teatro Oficial Juan de Vera, desde las 21 para presentar «Los viajes del joven Werther». Las entradas, desde $5.800, ya están a la venta en weepas.ar y en boletería del teatro (San Juan 637).
Lourdes Sánchez, directora general del Teatro Oficial Juan de Vera, expresó que «apuntamos a formar público y nuevas audiencias para la música clásica, nos parece oportuno el concierto que brindará la Orquesta Sinfónica sobre compositores clásicos alemanes para que las nuevas audiencias puedan conocerlos y disfrutarlos».
Inspirado en el personaje de Goethe, el joven Werther es un artista que se enamora de Charlotte, una mujer comprometida a otro hombre.
El dolor que le produce este amor no correspondido lo lleva a viajar para tratar de olvidarla. Así, visita España, Italia y Rusia, pero la presencia de su amada lo acompaña donde vaya.
Las penas del joven Werther es el primer gran éxito del escritor alemán Goethe y es considerada la novela que da inicio al Romanticismo. Interpretado por Lisandro Palomo, Werther compartirá sus sentimientos a través de la música sinfónica y arias de óperas.
La Orquesta de la provincia, bajo la dirección de la Maestra Andrea Fusco interpretará la Sinfonía 5 de Ludwig van Beethoven, La gruta de Fingal de Félix Mendelsshon, Danzas húngaras de Johannes Bramhs y la Marcha Eslava de Tchaikovsky, entre otras obras.
En 2025 se celebra el legado histórico y cultural de los alemanes que llegaron a una Argentina que los recibió con los brazos abiertos y que contribuyeron a la construcción y el desarrollo de una nueva patria.
En 1825 empezó la inmigración organizada desde Alemania hasta el Río de la Plata. Dos siglos después, se celebra no solo su aporte a la industria, la educación y las artes, sino también la fusión única de costumbres que hoy nos define: del asado al strudel, de la pasión por el fútbol a la precisión en la ingeniería.
Una puesta en escena del teatro del mundo
Un acápite sigue al título C»uentos para no dormir la siesta» (2025) en la misma portada del libro: «Somos los actores de una comedia escrita por un autor desconocido que ni siquiera nos conoce».
Con la retórica de un manifiesto de vanguardias, el argentino oriundo de Corrientes Alejandro Bovino Maciel y las paraguayas oriundas de Asunción Amanda Pedrozo y Mabel Pedrozo declaran una certidumbre: el mundo es una obra de teatro escrita de antemano y la humanidad una compañía de actores y actrices.
El tópico del theatrum mundi se remonta en Occidente a la Antigüedad Clásica. En su prolífico linaje destaca como una de sus altas realizaciones el auto sacramental barroco «El gran teatro del mundo» (1655) del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca.
Inquietante planteo. Herederos de historias y de bibliotecas, si actuamos en el tablado de un mundo pensado como escenario, de manera ligera equiparamos teatro a ficción: a falsedad.
Somos, como declara Macbeth en la tragedia del también barroco William Shakespeare, «una sombra que camina, un pobre actor que sube a escena para no poder volver a ser oído. La vida es una historia contada por un idiota, llena de ruido y de furia, que no significa nada» (acto V, escena V).
¿Será la condición dramática estructura sustancial de lo humano? Y la existencia, ¿un mero juego de representaciones? ¿Juego de apariencias y de máscaras?
En este pórtico, esbozado de manera sumaria, se inscriben los textos de Cuentos para no dormir la siesta. Según el orden que propone el Índice del volumen: «La Santa», «La Piel», «El sillón de mimbre» y «La niña de los olores» (de Amanda Pedrozo); «La siesta guaraní», «La Muerte Hija y las tres Parcas», «Confidencia final de la Átropodos» y «El fotógrafo de Durango» (de Alejandro Bovino Maciel); «Rugido de Arcángel», «Enfermo terminal» y «Cascos» (de Mabel Pedrozo).
Cada uno de los textos hace suyos signos de la cultura. Están poblados de satanes, endemoniados y exorcistas, de personificaciones de la muerte, de centauros y licantropía. Sin embargo, no parecen esos signos objetos de utilería o recurso libresco. Antes bien, transmiten pasión y nostalgia, amor y desdicha en una realidad que por arte de la literatura se nos vuelve presente e inmediata.
LA LENGUA, UN ECLESIÁSTICO Y UNA MUJER
«Algunos hombres sabios proponen esta razón: que hay tres cosas en la naturaleza: la lengua, un eclesiástico y una mujer, que no saben de moderación en la bondad o el vicio…», se lee en el Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas), obra de dos monjes dominicos del siglo XV. Elegimos esta cita porque ilumina, y se ilumina, respecto al cuento «La Santa» de Amanda Pedrozo.
Sor Ricarda «tenía vocación y cuerpo de santa». La monja relata a un eclesiástico, el Padre Amancio, en secreto de confesión, sus visiones. Pensamientos impuros que no le daban respiro a pesar de sus oraciones, ayunos y penitencias. El conflicto tiene antecedentes en una vasta literatura y puede resolverse de dos maneras: resistir o pactar con Satanás. En el cuento, la tensión dramática se despliega entre la monja, su confesor y un microcosmos conventual cargado de poder.
¿Quién es en verdad Sor Ricarda? ¿Recibió solicitación? Hija de confesión del Padre Amancio, la monja se entrega a una carrera de mortificaciones. En este relato, la exaltación, el misticismo y los recelos forman parte de la misma función narrativa.
«LO MÁS PROFUNDO ES LA PIEL»
El protagonista del cuento «La Piel» es un periodista de policiales que guarda en su casa objetos sustraídos de los casos que cubre, hasta reunir un peculiar museo privado del delito. La última pieza es inquietante: un pedazo de piel humana levantado de la escena de un parricidio.
La piel cobra vida. Surge entonces la pregunta: ¿dónde está el ánima?, ¿cuál es el límite entre la vida y la muerte?
EL IRREALISMO DE LA REALIDAD
«El lugar es Ygatimi», anuncia el narrador de «El sillón de mimbre». Doña Trifonia, enferma, reclama a su hija Elsita, que regresa a asistirla. Pero mientras, sus mellizos ingresan al solar prohibido de un finado. ¿Quién apareció en el sillón de mimbre? ¿Es un juego de la imaginación, orgullosa y temblante?
UNA «MAGDALENA» SIN PASADO
En «La niña de los olores», último cuento de Amanda Pedrozo, la protagonista arrastra aromas pegados a su piel. Desde miel y flores hasta el olor de los cementerios. La historia se vincula con el Spirit Attachment, antigua forma de posesión en la que una entidad se adhiere a una persona.
El relato se resuelve en misterio: ¿qué impulsó a Adelina, la hermana? ¿Quién es responsable de la desaparición de la niña?
Por Susana Santos
Doctora de la Facultad de Filosofía y Letras / Universidad de Buenos Aires