El ‘intermezzo’ es una táctica de ajedrez que implica un movimiento inesperado, una amenaza que exige del contrincante una reacción inmediata para reconducir la partida. A juzgar por las primeras páginas de la última novela de Sally Rooney (Castlebar, Irlanda, 1991), parecería que el título es toda una declaración de intenciones. ¿Alguien preveía la celebración del flujo de conciencia que supone lo que piensa Peter Koubek después del funeral de su padre?
Rooney ha cambiado de maestros, no más J. D. Salinger, no más Jane Austen, tal vez más de James Joyce (solo un rato), por supuesto que sí a la generación milenial, si es que eso ha significado algo alguna vez en términos literarios. Quizá es lo que nos quiere decir la escritora irlandesa, que la etiqueta generacional se le ha quedado pequeña, y que ahora solo quiere contar la historia de dos hermanos que son anverso y reverso de una misma necesidad de afecto.
Peter, abogado de lustre, creía que sabía amar, pero sus pensamientos meándricos demuestran que se ha olvidado de cómo hacerlo. Ivan, brillante jugador de ajedrez, estaba convencido de que no podría, y descubre que amar es más fácil que hacer jaque mate. Rooney busca simetrías entre ambos, a menudo para invertirlas: por eso el estilo de los capítulos que hacen colisionar sus historias es tan distinto –a Peter le corresponde una prosa ágil y entrecortada ante el realismo estricto, racional, franco de Ivan–, y por eso los dos se enfrentan, de modos muy diversos, a la diferencia de edad que les separa de sus amantes (en el caso de Peter, de una de ellas, Naomi).
Vínculos sexoafectivos
La colisión no nos sirve tanto para examinar la relación fraternal –después de todo, los leemos hablando fríamente por teléfono, en toda la novela solo se encuentran en tres ocasiones– como para saber qué opinan de los vínculos sexoafectivos, cómo navegan en un mundo donde la precariedad, la explotación laboral, la enfermedad mental, el dolor físico, la inseguridad social y el desencanto cósmico les afectan de un modo u otro. Son la «gente normal» de Rooney perdiendo el control de sus destinos, abrazando todo lo universal que es la intensa circulación de sus afectos.
En esta notable, sensible novela, las mujeres hacen mejores a los hombres, que a menudo se consagran a la falta de empatía o a la indecisión
Por eso son tan importantes los capítulos narrados desde la perspectiva de Margaret, el interés romántico de Ivan, que le lleva 14 años y un divorcio de ventaja. En esta notable, sensible novela, las mujeres hacen mejores a los hombres, que a menudo se consagran a la falta de empatía o a la indecisión si la lucidez femenina no pone las cosas en el lugar que les corresponde, aunque sea asumiendo la confusión y el caos de las emociones.
«No existe ninguna vida así, libre de ataduras», piensa Margaret. «La vida misma es la red que sostiene a la gente en su sitio y da sentido a las cosas». La vida es aristotélica, un guion en tres actos, un melodrama clásico, y no debemos sentirnos culpables por descubrir que nos conmueve que Peter e Ivan echen de menos a su padre, y se peleen porque no se entienden, y suframos porque Peter tenga que decidir si quiere más a Sylvia o a Naomi, y Margaret tenga tentaciones de abandonar a Ivan…
Lo decíamos: son la «gente normal» de Rooney, que aquí se comporta como en una novela romántica del siglo XIX. Nunca los miléniales habían resultado más decimonónicos.
‘Intermezzo’
Autora: Sally Rooney
Traducción: Inga Pellisa
Editorial: Random House
416 páginas. 22,90 euros