Que en Argentina los adultos están llevando cada vez menos a vacunar a los chicos, es un fenómeno advertido hace varios años por médicos e infectólogos, pero pocas veces como en 2023 se habían visto tan bajos niveles de inmunización en el segmento pediátrico más vulnerable: los recién nacidos. Esta tendencia, confirmada por cifras del Ministerio de Salud, se ve en un nuevo reporte global de inmunización publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, que destaca el “estancamiento” en la vacunación durante el año pasado, particularmente en países con altas cifras de pobreza.
Uno podría quedarse largo rato mirando los duros porcentajes del informe “Estimaciones OMS/UNICEF de la cobertura nacional de inmunización, revisión de 2023” de Argentina: los detalles de administración por tipo de vacuna abarcan el período 1980-2023, pero lo que sorprende es la caída en solo un año. Desde 2022 al año pasado.
El reporte advierte un absurdo escenario a nivel mundial: aun cuando la inmunización es la estrategia de intervención en salud pública objetivamente más eficaz, la desconfianza crece y la adherencia a las vacunas cae. Cae al punto de que, en el mundo, 14,3 millones de chicos no recibieron ninguna dosis en 2023.
Hablando de “ninguna dosis” (y antes de profundizar en las dos vacunas que deberían recibir todos los recién nacidos en el país), Argentina se viene posicionando en un lugar muy delicado dentro del rubro “chicos cero-dosis”. En inglés, los zero-dosis children.
Todo está vertido en un mapa global del informe que compara los promedios de cobertura de vacunas de las naciones. Los mejores países están encima del 90% y pintados en azul marino intenso. Argentina (con el 77%, un porcentaje malo), Paraguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela son los únicos de Sudamérica en celeste claro.
El mapa también actualiza el número de chicos sin vacunas. No es que no hayan sido vacunados en 2023: son nenes que no recibieron ninguna vacuna jamás. La OMS y Unicef registraron 115.000 chicos de Argentina sin ninguna dosis de ninguna vacuna en toda su vida.
Si bien las que siguen son cifras absolutas y para plantear una comparación razonable habría que calcularlas en base a la población objetivo, vale la pena compartir cuántos “cero-dosis” hay en otros países de referencia.
En Chile, 2.000 nenes son «cero-dosis». En Uruguay, 1.000. Si uno, en cambio, mira países con un tamaño poblacional mayor que la Argentina, como Colombia, encontrará 70.000 chicos cero-dosis ahí (en Argentina eran 115.000…).
En Brasil, nación que supera en más de cuatro veces la población local, son 103.000. Estados Unidos, donde el antivacunismo pisa fuerte y la población supera los 330 millones de personas, los chicos cero-dosis reportados por la OMS-Unicef son 73.000.
Los problemas de la vacunación en Argentina
El informe de la OMS reportó porcentajes de cobertura de vacunas en general peores que los que el Ministerio de Salud compartió con este medio para 2023. Las diferencias son de un par de puntos porcentuales.
Desde el ministerio que conduce Mario Russo explican que puede haber una demora en el registro de los datos y que eso impactaría en la cifra.Como de las 14 vacunas reportadas por el organismo internacional, seis sobresalen por sus coberturas horribles (de entre el 64% y el 69%) y en un séptimo caso (la segunda dosis de la vacuna contra el sarampión) la cobertura es solo 54% (o sea que la mitad de los chicos no la recibe), el Ministerio de Salud se preocupó por aclarar que los datos de la OMS salen de lo que se carga en el Joint Reporting Forms de la OPS y que “esto significa que aún hay registros pendientes de impacto”.
Adicionalmente, desde la cartera que conduce Mario Russo (y, en consecuencia, también desde la OMS) remarcan que Argentina podría estar registrando cifras malas de vacunación para 2023 por un problema de atraso, debido a un cambio en la forma de reporte.
El cambio es un esfuerzo que no todas las provincias vienen haciendo por igual, ya que les implica no solo dejar de consignar datos epidemiólogos en planillas de papel sino asentar cada vacuna administrada en el sistema NOMIVAC, una plataforma que exige que cada dosis aplicada en el país quede nominalizada; es decir, asociada a un ciudadano con nombre y apellido.
BCG y Hepatitis B: las vacunas para los recién nacidos de Argentina
Clarín consultó a Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Vacunología, y a Ricardo Rüttimann, infectólogo de la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI – Stamboulian) y ex miembro de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn). Coincidieron en mostrar preocupación por la caída estrepitosa en la vacunación de los recién nacidos.
A quienes se pregunten cómo es que 70% u 80% no sea suficiente cobertura, una comparación ilustrativa. Uno el 100% de las veces que sale de su casa cierra la puerta. ¿Qué tal si dos o tres de cada diez veces no lo hiciera? ¿Cuán grande o chica sería la ventana de riesgo?
Desde la OMS marcan que la caída de la vacunación en Argentina comenzó antes de la pandemia. Foto: Orlando PelichottiMirando las cifras “mejoradas” del Ministerio de Salud (en comparación con las de la OMS), en 2018, el 84,13% de los chicos recibía la vacuna BCG al nacer. Así, quedaban cubiertos contra la tuberculosis. La cifra no era óptima.
Sin embargo, en 2022 cayó al 80%. Y, en 2023, una caída en picada dejó esta cobertura en 72,3%, o sea, diez puntos porcentuales debajo del registro cinco años antes. ¿Se debe a demoras en el reporte? Por lo pronto, para la OMS la cobertura de la BCG el año pasado fue aún peor: del 69%.
La BCG debería ser administrada a los recién nacidos antes de egresar de la maternidad. En tanto, la que previene la Hepatitis B se debe aplicar dentro de las primeras 12 horas de vida. De la última, la cobertura que hace cinco años llegaba al 82,5%, en 2022 bajó al 79,23% y en 2023 se derrumbó a 66,84%. Según la OMS es 64%.
Las otras dosis del calendario obligatorio también bajan. Por seguir con el mismo ejemplo, una enfermedad como la Hepatitis B, para muchos no queda cubierta ni en el nacimiento ni después, ya que se derrumbaron los refuerzos de la Quíntuple (vacuna tipo «combo» que incluye ese antígeno), que los bebés deberían recibir a los 2, 4, 6 y 18 meses de vida.
Si bien la primera dosis de la Quíntuple en 2018 llegaba al 90% y en 2022 cayó solo un punto porcentual, entre 2022 y 2023 se desplomó y descendió diez puntos porcentuales. Por su parte, la tercera dosis pasó, en cinco años, de 85,7% a 68%.
Por qué cae la vacunación en los recién nacidos
La OMS y Unicef advierten que, en buena medida, la caída mundial de la inmunización es uno de los coletazos que aún pega la pandemia de Covid, pero en Argentina es sabido que las cifras caen desde antes.
Si bien habrá casos atribuibles a “fiaca” u “olvido” de los padres para ir al vacunatorio, o mismo, a las dificultades que la vida en la pobreza (el 60% de los chicos de Argentina está en esa situación) impone a miles de familias, cuesta pensar que estas sean las causas de la caída en la vacunación neonatal.
Clarín le pidió al Ministerio de Salud los datos de cobertura desagregados por provincia, asumiendo que alguna interpetación podría deducirse si la cobertura; por ejemplo, cae donde más pobreza hay, explicación que la propia OMS sostiene para el derruido escenario mundial de inmunización. Desde el entorno de Russo explicaron que las cifras de 2023 son todavía provisorias y que recién en agosto se consolidarán los datos por jurisdicciones.
Para Debbag, hay dos problemas grandes: 1) una falta de confianza en las vacunas acrecentada por la pandemia (como si ya no hubiera percepción de riesgo y, en cambio, aumentara la sensación de que vacunarse es “opcional”) pero también, 2) un problema de gestión. Se mostró muy crítico respecto de las oportunidades que pierden las autoridades para salir a buscar a los chicos cuyos padres no los llevan al vacunatorio. “No hay ninguna estrategia”, apuntó.
En cuanto a los recién nacidos, opinó que el problema seguramente no se limite a los establecimientos privados de salud: “Se generó algo que antes no pasaba: el fenómeno de los indecisos, algo que atraviesa todas las clases sociales. Es gente que dice ‘no soy antivacuna‘, pero desconfía. Se nutre de información falsa, cuando la hay, y si la información sobre las vacunas es positiva, termina jugando cuánto miedo o inseguridad tienen”.
Sin embargo, parece más esperable que si un médico hace la vista gorda con respecto a las dosis neonatales -porque la familia no quiere vacunar al bebé-, será en el sector privado antes que en el público. ¿Es así? Los médicos consultados consideraron que la resistencia a vacunar puede ocurrir en todos los subsectores.
También sería lógico preguntarse si cada tanto faltan vacunas, en especial en zonas alejadas de las metrópolis. Rüttimann, que insistió en el fenómeno de la «resistencia desde la pandemia y la desconfianza en la inmunización», dijo que eso no pasa: «Si hablamos de recién nacidos, no podemos hablar de problemas de acceso. Vacunas hay y, en cuanto a los partos domiciliarios, son algo bastante inusual”.
La gran pregunta es si seguirán cayendo las coberturas y si, como se viene diciendo, hay real riesgo de reintroducción de enfermedades como poliomielitis o sarampión. Rüttimann advirtió que sí: “Creo que esto va a seguir empeorando”.
“El Ministerio de Salud fue siempre un órgano rector respecto de la dirección que tenían que tomar las provincias en cuanto a las enfermedades inmunoprevenibles», dijo el médico y, preocupado, concluyó: «Las vacunas han sido manejadas desde la gestión central, aunque el día a día dependiera de las provincias. Si uno saca del juego a ese órgano rector, la situación puede empeorar”.
PS