El viernes por la tarde Sebastián Miere (20) le hizo un pedido a su papá Osvaldo: que lo llevara con su auto hasta la estación de trenes de Florencio Varela, ya que precisaba llegar a Lomas de Zamora para encontrarse con su novia. Osvaldo, que trabaja como remisero, le cumplió el deseo al hijo. Esa fue la última vez que lo vio con vida. De regreso a Varela, el escalón delantero del colectivo en el que viajaba el joven se rompió y él fue arrollado por las ruedas traseras. En medio del dolor, el pedido de Osvaldo en la charla con Clarín es que no se repita la historia: “Yo quiero justicia para la gente viva, porque él ya no va a volver”.
“Ese día, cuando me pidió ese favor, yo le dije que sí, que lo llevaba. Me dijo ‘dame dos segundos que me pegue un bañito y salimos’. A mitad de camino en el auto le pregunté a dónde iba, él me dijo que hasta Lomas. ‘Ahora tomo el tren y voy hasta allá’. Yo le pregunté el motivo. Él me contestó ‘pá, yo no te dije nada, pero empecé a salir con una chica, hoy va a ser la segunda vez que la veo’. Lo dejé en la estación, y nunca volvió. No entiendo nada, creo que es una pesadilla, pero no”, recuerda el papá de Sebastián. Su voz se quiebra, respira profundo entre cada sílaba.
La vuelta de Sebastián fue a la tarde-noche del 2 de agosto. En la estación de Varela se encontró con su amiga, con la que retornó en el colectivo de la línea 512 ramal 8, interno 722, que corresponde a la empresa San Juan Bautista S.A. La parada estaba llena de gente, y cuando llegó el colectivo todos se subieron. Lo que relata a continuación Osvaldo lo supo a través de esa amiga de Sebastián, quien recibió heridas por el hecho, pero está fuera de peligro.
“Él y su amiga quedaron en la parte delantera del colectivo, subieron unas 5 o 6 personas. Algunas no querían pagar el boleto, y el chofer les dijo que se bajaran porque no seguía, se armó un problema. El colectivo estaba recontra repleto, pasaron 15 minutos. La chica vio que el inspector le hacía señas al chofer para que arrancara. El chofer le dijo que no, que tenía miedo de que pasara una tragedia. De todos modos, cerró la puerta. Y pasó a 6 o 7 cuadras de ahí, y hoy no lo tengo más a mi hijo”, expresa.
En la intersección de las calles Belgrano y Vicente López, en la localidad de Villa Vatteone, ocurrió lo que el chofer había previsto. El peso de los pasajeros y el mal estado del micro ―motivo de reclamo constante entre los pasajeros de esa línea y de otras tantas, que denuncian que los colectivos son muy viejos― hizo que ese escalón delantero se desfondara y Sebastián cayera al pavimento para ser arrollado por las ruedas traseras. Como consecuencia, murió en el acto.
El colectivo no aguantó el excesivo peso y el piso del estribo se destruyó. Foto: Soly BoscoOsvaldo detalla que su amiga alcanzó a caer, pero alguien la agarró de los brazos y evitó que impactara del todo contra el asfalto.
“Estaba un poco golpeada, la llevaron al hospital esa noche, y a la hora y media ya pudo salir y pudo venir a casa a contarme lo que había sucedido. De hecho, ella me trajo el teléfono de mi hijo a casa. Ella dice que tuvo un milagro, pero yo no. Yo tenía fe en Dios, y hoy no puedo creer más en algo que para mí no existe, aceptaría una muerte divina para un hijo, pero no de esta manera. Dios no lo protegió, entonces dejo de creer”, dice Osvaldo.
El dolor de Osvaldo es el de toda la familia Miere. Sebastián tiene cinco hermanos de distintas edades que ahora no encuentran respuestas, ni consuelo. El joven cumpliría 21 años el próximo 14 de septiembre. Osvaldo lo describe como un chico que “hacía de todo”, y que soñaba con muchas cosas.
“A mi hijo lo pasaron dos ruedas por arriba. A causa de eso lo tuvimos que velar a cajón cerrado, pero mi señora quería verlo igual. Lo vimos y alcanzamos a besarlo los dos, después tuvimos que cerrar el cajón y velarlo así”, dice el papá de Sebastián, que agrega que también tiene enojo y bronca por la falta de respuesta y de presencia de la empresa operadora de la línea.
El joven muerto iba con una amiga que logró salvarse porque alguien la sostuvo de una mano. Foto: Soly Bosco“Esperamos que la empresa nos llame. Yo lo hablé con mi señora, le dije ‘bueno, vamos a esperar, por ahí mañana alguien se acerca, o el domingo cuando lo estemos velando, capaz alguien nos dé un puto abrazo, para que nos sirva’, como mucha gente lo hizo. Pero no, cero empatía para con toda mi familia. No quiero que mis hijos me vean tan quebrado, porque se supone que yo soy el pilar de todo esto”, enfatiza Osvaldo.
Si bien en la noche del domingo el Municipio de Florencio Varela emitió un comunicado explicando que estaba dando asistencia a la familia de Sebastián, la madre del joven lo desmintió en redes. Osvaldo también lo negó en conversación con Clarín.
Agrega que escuchó hablar al delegado de los colectivos, quien se mostró “muy preocupado y muy dolido, pero seguramente con los colectivos de ellos. Decía que los colectivos están en condiciones, que tienen VTV al día, pero ¿qué colectivo pueden estar en condiciones con lo que pasó? Esta mañana había acá a dos cuadras un colectivo de esa línea estaba parado porque estaba roto”.
Otros colectivos de la misma línea que funcionan en Varela y que reciben la queja diaria de pasajeros.Osvaldo afirma que las unidades que circulan de esa línea y otras varias funcionan en muy mal estado, con roturas, con mucha antigüedad. Recuerda que muchas veces, por su trabajo de remisería, recibió llamadas de pasajeros que se quejaban de los colectivos de la zona por distintos motivos: porque no paraban, porque se quedaban detenidos cada dos por tres, entre otros.
Por el hecho, quedó detenido esa misma noche el chofer del colectivo. Osvaldo rememora el episodio en el que su esposa Cecilia y él lo encontraron en la Comisaría 1ra de Florencio Varela: “Ella quería hablar con él porque sabía que no tuvo nada que ver con lo que pasó. Le dijo que él no tenía por qué cargar con la muerte de nuestro hijo”.
Por la tragedia de Sebastián, algunas líneas realizaron un paro total de circulación y se dirigieron a la Empresa San Juan Bautista para protestar por las malas condiciones de las unidades. Según trascendió, el dueño de la empresa estaría imputado por el Juzgado de Garantías N° 7 de Florencio Varela y el chofer habría sido liberado.
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El escalón delantero de una de las unidades de la línea 512 de Florencio Varela cedió y se cobró la vida de Sebastián Miere.
Sebastián iba a la facultad, también trabajaba de barbero y le cortaba el pelo a los amigos. Había ido a trabajar de noche de vigilancia en un boliche. “Le gustaba estar bien, venía y cazaba el bolsito y se iba al gimnasio. Anoche no volví a dormir y me levanté, esperaba escuchar el sonido de la cadena del portón. Me asomé a mi ventana y miré la cadena y no sonó, y dije ‘tengo que hacerme la cabeza que no está más, que no va a venir más, que ya no voy a escuchar esa maldita cadena moverse’”, lamenta Osvaldo.
Y concluye: “Quiero justicia para la gente que está viva, para la gente que va a trabajar temprano, que vuelve tarde. Si la empresa no tiene colectivos como la gente que le dé lugar a otros y si no quieren darle todo el lugar a otra línea que hagan medio tiempo entre línea y línea. Pero que la gente no viaje como ganado, en una lata de sardinas. Así van a seguir matando gente. Ruego por Sebastián que no, él será mi protección desde el día que se fue hasta el día que yo muera”.
PS