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1 noviembre, 2024

Día de las Infancias: la bebé récord cumplió 10 años

«Mamá, eres lo máximo», dice el cartel que tienen a sus espaldas Yanina Daiana Aquino (10) y su mamá, Mónica Roxana Coronel (50), mientras se ríen y arman planes para el Día de las Infancias, este domingo. La historia de ellas se conoció porque la nena nació con un óvulo congelado durante 14 años y entró al récord Guinness.

Pese a que pasó una década desde su nacimiento, Yanina mantiene el récord en Argentina. Aunque hay un caso muy conocido en Estados Unidos: en 2022 nacieron mellizos de embriones que habían sido congelados en 1992, es decir que estuvieron criopreservados 30 años.

Hace 25 años, Mónica y su difunto marido Eleuterio Aquino hicieron -con mucho esfuerzo económico- un tratamiento de fertilidad que no les dio resultados. No bajaron los brazos.

Pese a que en esa época casi no se usaba el congelamiento de óvulos, ella congeló seis. A los cuatro meses, las vueltas de la vida sorprendieron al matrimonio cuando Mónica quedó embarazada de forma natural de Nicolás (24).

Llegó la crisis del 2001 y Eleuterio se quedó sin trabajo. «Fuimos a la clínica Halitus y les comentamos que no podíamos pagar para que los óvulos sigan congelados. Nos dijeron que no nos preocupemos, que iban a mantenerlos«, dice en diálogo con Clarín. Gracias a eso, la familia cumplió su sueño: sumar un nuevo integrante.

Con el paso de los años, Nicolás les reclamaba a sus padres dejar de ser hijo único. «Yo le contestaba: ‘Sale caro’. Pero con ayuda del médico Sergio Pasqualini se pudo», recuerda la mujer desde el living de su casa en Victoria, provincia de Buenos Aires, junto a sus dos hijos.

Dos óvulos se descongelaron y fertilizaron, y solo uno se desarrolló. En ese momento, no se sabía si los óvulos criopreservados durante más de 10 años iban a servir, pero el médico les propuso intentarlo.

Si no funcionaba, tendría que hacer todo el tratamiento desde cero y para conseguir el dinero iban a tardar mucho tiempo. Ella pisaba los 40 años. Para Mónica usar sus óvulos congelados «era su última chance» de volver a quedar embarazada.

Una foto familiar cuando nació Yanina. Eleuterio, su papá, falleció por un cáncer de estómago. Foto ArchivoUna foto familiar cuando nació Yanina. Eleuterio, su papá, falleció por un cáncer de estómago. Foto ArchivoTras la transferencia del embrión, Mónica hizo reposo y al volver a trabajar a la escuela, donde hoy es bibliotecaria, le bajó la presión. «Pensé: ‘Estoy embarazada’. Lo presentí porque con mi primer embarazo también me había bajado la presión», relata.

«Les pedí tanto a la Virgen de Luján y a la de San Nicolás. Fui caminando. Mi marido no creía en eso. Pero cuando quedé embarazada, cumplió y caminó hasta Luján. Fue mucha lucha, pero valió la pena«, afirma.

Sus hijos «son sus amores» y «le dan fuerzas cada día». La pérdida de su marido golpeó a su familia. Eleuterio falleció a los 57 años por cáncer de estómago, luego de dos años de conocer su diagnóstico.

A Yanina le encanta pintar y hacer muñequitos de papel. Foto Matías Martín Campaya A Yanina le encanta pintar y hacer muñequitos de papel. Foto Matías Martín Campaya Yanina tenía cinco años cuando su papá se enfermó. Ahora, con 10, cursa quinto grado y sus materias favoritas son inglés y arte. «Me encanta pintar y armar mini muñequitos de papel. También ir a natación y jugar a los juegos en la computadora», dice mientras agarra los muñecos de papel que va a pintar.

Su hermano controla que Yanina juegue solo con personas que conoce. Nicolás estudia la Licenciatura en Ciencias de la Computación y este año comenzó a trabajar como programador en Mercado Libre, porque la economía del hogar se complicó luego de la muerte de su papá. Su madre trabaja a la mañana en una escuela y a la tarde en otra.

Pese a que les es duro haber pasado de ser una familia de cuatro a ser tres, cuentan con el apoyo del papá y los hermanos de Mónica, que viven en el mismo terreno, donde cada uno tiene un departamento pequeño.

Mónica con sus hijos, Nicolás y Yanina. Foto Matías Martín Campaya Mónica con sus hijos, Nicolás y Yanina. Foto Matías Martín Campaya Este Día de las Infancias, los tres lo pasarán en su casa. «Nos gusta cocinar con mi mamá. Hacemos tortas fritas, ella las fríe. También tortas que decoramos», cuenta Yanina mientras abraza a su madre. Ese gesto borra el dolor, la angustia y la frustración. La búsqueda de Mónica fue larga, pero finalmente hoy le sonríe a su hija.

Claves sobre el congelamiento de óvulos

Son muchas las dudas que se generan entorno al congelamiento de óvulos. En primer lugar, hay que tener en cuenta que es un tratamiento que se debe abonar.

«El procedimiento cuesta entre 3.000 a 5.000 dólares y su mantenimiento anual varía entre los 300 y 500 dólares», explica Sergio Papier, especialista en medicina reproductiva y CEO de Cegyr.

Y aclara: «El congelamiento de óvulos se validó clínicamente en Estados Unidos en 2012. Desde ahí en todo el mundo creció paulatinamente, también en Argentina. Hasta que con la pandemia el crecimiento fue exponencial».

Sin embargo, la crisis económica de este año cambió la tendencia. «En estos últimos tres meses paró el crecimiento, y en julio y agosto comenzó a repuntar», sostiene a este diario.

Lo que sí se mantiene es que son cada vez más jóvenes las mujeres que consultan y congelan. Para el obstetra y ginecólogo, lo ideal es congelar antes de los 30 años en términos de cantidad, no calidad de los óvulos. Tiempo atrás, recomendaban congelar antes de los 35.

Papier vincula la pérdida más rápida de la reserva ovárica con «los hábitos, las emociones y el medio ambiente».

Madre e hija. La nena nació por una técnica de congelamiento de óvulos. Foto Matías Martín Campaya Madre e hija. La nena nació por una técnica de congelamiento de óvulos. Foto Matías Martín Campaya En el caso de Mónica, el médico que la atendió, Sergio Pasqualini, recuerda que congeló sus óvulos a los 25 con la técnica lenta. La misma consiste en hacer que la temperatura descienda poco a poco, al mismo tiempo que se deshidrata la célula con el uso de los crioprotectores.

Hoy en día se usa la técnica rápida. Se deshidrata la célula que se quiere congelar a menos 196 grados centígrados para evitar el daño celular.

Otro dato a tener en cuenta sobre el tratamiento es que «los óvulos congelados pueden destruirse o donarse», explica el CEO de Halitus, a diferencia de lo que sucede con la destrucción de embriones que genera todavía polémica, pese a la postura de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que lo habilita, y la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo N°27.610.

Por otro lado, en la actualidad se volvieron clave las herramientas que brinda la inteligencia artificial para analizar la calidad de los óvulos. «Antes no se podía medir, evaluar la morfología. También se pueden estudiar la calidad de los embriones», dice Papier. Para el especialista, «el avance de la tecnología mejoró todas las etapas reproductivas».

AS

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