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Resistencia
28 noviembre, 2024

Concha Velasco, la chica Berlanga

El fotograma final de ‘París-Tombuctú‘ es una pintada en uno de esos toros de Osborne de carretera: «Tengo miedo. L». En ese testamento cinematográfico de Berlanga en 1999 participó Concha Velasco, que, aunque el maestro sostenía que tenía el mejor culo de cine español, no fue hasta su última película donde trabajaron juntos, y eso que la actriz era amiga de María Jesús Manrique, la mujer del valenciano. Velasco, que siempre quiso ser una chica Berlanga desveló tras la muerte del cineasta, que contó siempre con la complicidad de su mujer para verla en el teatro, pero no fue hasta un encuentro poco fortuito, cuando sabía que preparaba su última película, en el restaurante Currito de la Casa de Campo de Madrid, donde Berlanga comía con Jordi García Candau, cuando le suplicó: «Tengo que trabajar en esta película, de lo que sea, de mujer de la limpieza, de meritoria…». Él le contestó que tenía medio apalabrado el papel para la italiana Stefania Sandrelli, no muy conocida, pero «más guapa que tú». Concha Velasco recurrió de nuevo a María Jesús que le recomendó que hiciera las pruebas vestida toda de fucsia. «Y así me presenté, hasta las bragas de color fucsia«, y consiguió el papel. «Estás elegida, hija, algún día tenía que ser», le dijo al verla espléndida a sus 60 años, vestida con el color fetiche de Berlanga. Allí hizo de Trini, la hermana de Encarna (Amparo Soler Leal), y donde en casa de ambas de Calabuch (Peníscola) acogen a un prestigioso cirujano plástico francés, Michel des Assantes (Michel Piccoli), que con serios problemas de impotencia quiere reconciliarse con la vida.

«Aquí en Calabuch queremos mucho a las personas, y a los animales también», le dice en una escena Trini al cirujano, mientras le pone aceite a una tostada para el desayuno mediterráneo. «Aquí en España todos amamos a los toros, menos tres o cuatro cafres», remata en una película donde salen todos los tótems berlanguianos: paella, mascletà, bandas de música, moros y cristianos, capellanes y agentes de la benemérita. Casi veinte años después, y mientras representaba ‘El funeral’ en el Olympia se le iluminaban los ojos al hablar de Berlanga.

«A los mayores y a las actrices nos tratan mal. Existe un desprecio total a la experiencia”

Con más de 80 películas, series de televisión, innumerables éxitos teatrales y ocho discos, reconocía que era una socialista antigua, y que con otros de su edad tenían una peña que se llamaban los confusos, pero que ella no estaba confusa, ni confundida. ¿Qué le preocupa?, le pregunté: “Lo de las pensiones. Que no se pueda aumentar las pensiones y se compre un portaviones… Debemos tener un ejército profesional, pero ¿cómo puede vivir una persona con 400 euros? Los abuelos nunca somos bien entendidos. A los mayores y a las actrices nos tratan mal. Existe un desprecio total a la experiencia”. Genio y figura.

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