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Resistencia
25 noviembre, 2024

Cómo TikTok ha dado la estocada final a las canciones de más de 3 minutos

Sabrina Carpenter está de moda. Dos de sus temas, ‘Espresso’ y ‘Please Please Please’ han sido los hits del verano y ‘Taste’, en cuyo video aparece intentando asesinarse mutuamente con Jenna Ortega, va en camino de convertirse en el tercer éxito de su nuevo álbum: ‘Short N’Sweet’. “Corto y dulce”, en español. Un título que habla de sus relaciones pasadas, pero que muy bien podría hacer referencia al propio disco que, con 12 canciones, a duras penas supera los 30 minutos de duración.

Otra de las que ha marcado el verano 2024 ha sido Charlie XCX. Su ‘brat summer’ (‘verano de niñata’) ha adquirido tanta popularidad que incluso Kamala Harris lo usó en su campaña electoral y TikTok se ha plagado de los bailes virales de ‘Apple’ o ‘Guess’, con Billie Eillish. Ninguna de las dos canciones alcanza los 2 minutos con 30 segundos.

No es algo exclusivo de las dos nuevas embajadoras del pop: la brevedad parece haberse instalado como nueva tendencia musical. Lejos parecen quedar esos días en que canciones como ‘November Rain’ de los Guns N’Roses (8:57) o ‘MacArthur Park’ (7:21) de Jimmy Web (más tarde versionada por la reina del disco, Donna Summer) topaban las listas de éxitos. En apenas un cuarto de siglo, la duración media de las canciones ha disminuido en un minuto y 48 segundos.

Así lo demuestra un análisis realizado por este diario, que ha calculado y comparado la duración media de las canciones más escuchadas de las últimas décadas. Una media que ha ido descendiendo desde los 4.20 minutos del año 2000 a los 3.17 del 2020. A falta de los resultados oficiales del tercer trimestre, la provisional de este 2024 se sitúa en 2.48.

Y no se prevé que esta cifra vaya a subir: De las canciones que esta semana componen el Top 50 de Spotify, la mayor plataforma de ‘streaming’ a nivel mundial, el 48% no alcanzan los 3 minutos. No solo eso, sino que solo una cuarta parte (12 canciones de 50) supera los 3.30.

Más allá de todo discurso nostálgico (ese de “la música buena era la de antes” al que toda nueva generación debe enfrentarse), la realidad es que esta predilección por la brevedad no es nada nuevo. El largo de las canciones siempre ha fluctuado en el tiempo, adaptándose a las nuevas tecnologías que se han ido introduciendo en el sector.

“Los primeros sencillos de vinilo podían almacenar unos 5 minutos por las dos caras”, recuerda Hans Laguna, músico y sociólogo. “Eso hizo que entre los años 50 y 60 lo común fueran canciones más cortas, de unos dos minutos y medio como mucho porque si no perdían calidad”. 

La música adaptada a la tecnología

Por supuesto, siempre hubo aquellos que rompían todos los moldes. Pink Floyd ya rozaba los 20 minutos de canción en los 70 pero no fue hasta una década después, con la llegada del CD, que comenzaba una nueva era: la de la experimentación. Al permitir un mayor almacenaje, el CD ponía fin a las limitaciones musicales. Los artistas daban rienda suelta a su creatividad componiendo puentes, introducciones y cierres de guitarras acústicas que se extendían durante minutos. 

Los 80 y los 90 marcan un periodo de transición musical, con canciones cada vez más largas que terminan estabilizándose en los 2000, con esa media que superaba los 4 minutos de duración. Pero en 2006 nacía Spotify y, desde entonces, el gigante verde del streaming no ha dejado de crecer.

El nuevo modelo de negocio planteado por la plataforma, que ya cuenta con 615 millones de usuarios en todo el mundo, volvía a reformular la industria musical. Quizás el cambio más relevante es su forma de retribución: Spotify solo monetiza aquellas escuchas que superan los 30 segundos

Viralidad: la nueva clave del éxito

“Esto implica que las canciones tienen que engancharte antes de esa marca”, explica Laguna. “Los artistas no quieren que las pases antes porque sino, no ganarían dinero”. Como consecuencia, las canciones son más cortas y con el estribillo más cerca del inicio. Ya no son necesarias las florituras: ni introducciones, ni puentes o pre-estribillos. “Todo eso va disminuyendo. Ahora se busca un gancho potente y eso suele ser el estribillo porque es la parte más reconocible y pegadiza”, añade el músico.

En este nuevo panorama, TikTok se ha convertido en uno de los grandes aliados de las discográficas. Cuna de una nueva generación de artistas, que incluye nombres como Doja Cat, The Kid Laroi o la ya mencionada Sabrina Carpenter, esta aplicación china permite la creación de videos cortos con música y con un alto potencial para ser vistos, compartidos y recreados por millones de usuarios. 

No importa realmente cómo. Puede ser creando ‘trends’ de baile, cómicos o simplemente aspiracionales, enseñando las impresionantes fotos de tu último viaje. Lo único que importa es hacerse viral. Todo funciona como un efecto dominó: cuantos más usuarios utilicen tu canción para sus vídeos, más gente lo usará y un porcentaje mayor acabará escuchándola en otras plataformas.

“Simplemente es la nueva forma de hacer las cosas”, concluye Laguna, quien admite sentir predilección por el rock de los 70 y 80 pero advierte de lo fácil que es caer en falsos mitos sobre la música del pasado. “Tendemos a pensar que es mejor porque es lo que vivimos, pero la realidad es que hay canciones de rock de los 50 que no son mucho más complejas que un reggaeton actual”.

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