Acaba de reventar la taquilla en Madrid con La Celestina, de rodar Campamento Garra de Oso, nueva película con Edu Soto dirigida por Silvia Quer, y presenta estos días Tiresias, su vuelta al Festival de Mérida de la mano de Carlota Ferrer, que también firma el texto junto a Joan Espasa y José Manuel Mora. Anabel Alonso se meterá en la piel del célebre adivino de la mitología griega, un profeta que le dirá al poder lo que no quiere oír y que será, como el Orlando de Virginia Woolf, primero hombre y después mujer. “Van a ver cómo los poderosos se revuelven ante mis augurios cuando no les cuadran, cómo ladran ante mis consejos cuando no coinciden con su querer”, dirá Alonso sobre el escenario del Teatro Romano a partir del próximo 14 de agosto, y se preguntará, como si su personaje supiera de esa intensísima actividad de la actriz en redes sociales que le granjea amor y odio virtual a partes iguales, “¿de qué sirve predecir el fin del mundo si los que lo destruyen te llaman vendido con sus mil altavoces dorados?”.
Nacida en Barakaldo hace casi 60 años y con 40 de trayectoria sobre sus espaldas explica que su Tiresias nos está hablando a nosotros, en el presente: “Él compara a los dioses con los políticos, que van a lo suyo, sin preocuparse de los demás. Habla del poder que hace oídos sordos, de los reyes, los políticos y su soberbia, y lo que no les gusta oír no lo oyen, lo rechazan y destierran”. Dice también que este papel supone el mayor reto de su carrera, pero lo cierto es que ya lleva unos cuantos a lo largo de una de esas trayectorias en teatro, cine y televisión que la han convertido en una profesional popular, querida, todoterreno y con los pies muy en la tierra. “Creo que, según vamos madurando, los papeles se van complicando o igual cuando vas cumpliendo años ves más capas y más profundidad en los personajes”, explica. «Y a mí me sigue gustando ser osada y arriesgada, pero en esta profesión nadie se juega la vida, no eres un cirujano o un cardiólogo, lo que resulta más herido es el amor propio o tener un fracaso. Y no pasa nada, el Real Madrid también pierde partidos. Hay que poner las cosas en esa dimensión y no creernos tan trascendentales”.
P. Tiresias será el adivino de Edipo o de Creonte y tendrá una relación constante con el poder. ¿Cómo es la suya?
R. Yo, afortunadamente, he tenido poco roce con el poder. Vas currando, dependes de decisiones que están por encima de ti y está el poder de las cadenas o las productoras. Pero en cuanto al poder político, afortunadamente no he tenido nada que ver.
P. Cada vez que la leo en X pienso en todas las mujeres que se han ido de las redes sociales por la enorme violencia digital que sufren, igual que usted. ¿Cómo la procesa? ¿Dónde la coloca?
R. No le doy absolutamente ninguna importancia porque normalmente la gente que me insulta y me descalifica me llama vieja, y digo, sí, más vieja que voy a ser y yo, por lo menos, he llegado aquí y tú ya veremos, ¿sabes? Insultan, sobre todo a las mujeres, y nos llaman viejas, gorda, cuándo te vas a jubilar. Cuando tuve a mi hijo me dijeron que podía ser su abuela, pero si un tío tiene un hijo a los 64 es la pera limonera, ¿sabes? Eso me hace ser más combativa y, además, no les doy ninguna importancia porque se esconden detrás de la foto de Facebook, de una coliflor, de una bandera con el aguilucho, de no sé qué. O sea, ¿qué me importa esa gente? Esa gente no se representa casi ni a sí misma, están ahí, son una panda de cobardes y ya está, no me merecen ningún respeto ni consideración.
P. También creo que va sobrada, y qué bien, de autoestima.
R. (Risas) No te sé decir, soy osada más que nada y también es verdad que la edad te da cierto peso y no te van a achantar ni te vas a creer que eres tan buena o tan mala. Dicen: «Buenos días serán para ti, roja subvencionada que va pidiendo un papel». Y, afortunadamente, yo no he parado de trabajar, sus insultos son infundados y no los puedes tener en cuenta. Pero si me pillara en una situación personal más delicada, no te digo yo que no.
P. Lo que escribe en redes es carne de clickbait, los medios suelen publicar noticias a partir de sus comentarios en X. ¿Qué le dice eso del periodismo actual?
R. Tienes toda la razón, pero es que hay que llenar tantísimos medios digitales y no digitales, donde cada dos minutos se actualizan las cosas… Hay que alimentar tanto al monstruo que cualquier cosa puede ser noticia, cualquier cosa que no merece serlo. Yo no veo los informativos, pero me acuerdo que cuando era pequeña duraban media hora y sí te daban información, eran 20 minutos de noticias y 10 de deportes, y ahora sale una estadística de cómo las mujeres se tiñen más el pelo de azul. Yo espero que en un tiempo se coloque todo en su lugar, esto es una burbuja desmedida de TikTok, de Instagram, de que todo tiene que ser retransmitido y fotografiado.
La gente que me insulta en redes no se representa casi ni a sí misma, están ahí, son una panda de cobardes y ya está, no me merecen ningún respeto ni consideración
P. De alguna manera, su personaje establece una conversación con el movimiento feminista actual y con todas esas tensiones que supuso y sigue suponiendo la ley trans.
R. No creas, cuando habla de su época de mujer él dice que son los años más gloriosos y que aprendió a soportar el desprecio de los hombres. Él/ella vive como mujer y como hombre, vive el mundo con las dos almas. No sé si es tanto el transgénero, en este caso concreto, como vivir la vida desde las dos perspectivas. Además, lo de la ley trans me lo tengo que empapar bien porque es muy delicado y me gusta andar con pies de plomo porque puedes tocar sensibilidades por desconocimiento.
P. Tiresias dice que los hombres disfrutan menos del sexo que las mujeres. Si nos observara ahora, ¿cree que mantendría lo mismo?
R. Yo creo que él piensa que todo sigue igual, es decir, tendremos móviles, se ligará por Tinder, habrá menos prejuicios, pero creo que sigue opinando lo mismo: según él, nueve a uno. Él, por su experiencia, experiencia empírica, dice que si el placer sexual se pudiera dividir en diez partes, nueve serían para la mujer y una para el hombre.
P. Cumple 60 años el 11 de noviembre y 40 de carrera profesional. ¿Qué crema hidratante usa?
R. (Risas) Desde los veintitantos años me doy contorno de ojos, esto sí que te lo voy a decir, y me he gastado una pasta en cremas, pero llega un momento en que la genética tiene mucho que ver. Mi mami, que murió con 94 años, tenía una piel maravillosa, esas generaciones que no se cuidaban para nada y usaban Nivea y punto pelota. Yo estoy viviendo un poco de las rentas porque parece que tengo un cuadro envejeciendo en un armario, como Dorian Gray, pero en algún momento esto tendrá que caer y precipitarse. Sí noto que la firmeza no es lo que era, la gravedad tiene lo suyo, pero es verdad que yo me miro y no me veo de 60 tacos. Pero es por una actitud y porque es verdad que una mujer de 60 ahora no es como la de hace 10 años.
P. Es hija de padres de clase humilde y trabajadora. ¿En su forma de entender el oficio ha estado presente una mirada de clase?
R. Yo soy una obrera de la interpretación, así me siento. Y, además, soy lo que soy por las cosas buenas, malas y regulares que he hecho. Yo he aprendido de todo, siempre he querido dar lo mejor de mí, hiciera teatro de calle con un grupo a los 18, haciendo La Celestina o trabajando en Mérida estos días. Nunca salgo a cumplir, intento dar lo mejor de mí siempre.
Yo soy una obrera de la interpretación, así me siento. Y, además, soy lo que soy por las cosas buenas, malas y regulares que he hecho
P. ¿Quiénes han sido sus referentes?
R. Cuando todavía no había empezado a trabajar tenía a la Maura, Victoria Abril, María Luisa Ponte, Amparo Soler Leal, Concha Velasco, Lola Herrera, a todas las grandes. Es que hay tantas actrices y tan buenas, de tantas edades, que no se me acaban: Marisa Paredes, Nuria Espert, Irene Gutiérrez Caba…
P. Ha llevado a escena textos de Agustín Gómez Arcos, Bernard Shaw, Sanchis Sinisterra o Javier Daulte, pero se la sigue vinculando con el teatro comercial. ¿Nadie la llama para formar parte del reparto de una producción del CDN?
R. En general no, la verdad. Las incursiones que he hecho (en el teatro público) fueron en 1992 con Los gatos, en 2008 con Nunca estuviste tan adorable, de Javier Daulte y El enfermo imaginario con Flotats, en 2020. Es cierto y no te sé decir muy bien por qué, pero tampoco se puede tener todo, yo qué sé. ¿Me gustaría? Sí, pero me doy por muy satisfecha con lo que tengo. Y también creo que ya tengo la capacidad para generar y poder hacer Lady Macbeth en el María Guerrero, por decirte algo. Si me apetece, ¿quién te dice que no me pongo en marcha? Pero te juro que estoy muy contenta y nada frustrada en ese sentido.
P. ¿Se ha encontrado a muchos Ramón Paso y Carlos Vermut a lo largo de su trayectoria?
R. A ninguno, afortunadamente. Y te voy a contar una anécdota: el único director que me ha hecho quedarme en bragas ha sido Pilar Miró. En Tu nombre envenena mis sueños yo tenía que hacer de una chica que trabajaba en la revista y me hizo bajar los pantalones para ver cómo tenía las piernas. Pero, afortunadamente, con ningún director de teatro o de cine me he encontrado en una situación comprometida.
P. ¿Cree que le ha podido blindar el hecho de ser lesbiana?
R. No, porque en principio no era algo que fuera vox populi, aunque yo siempre he hecho mi vida. Creo que a este tipo de tíos no se les pone nada por delante y, además, incluso eso les puede dar más morbo.
Afortunadamente, con ningún director de teatro o de cine me he encontrado en una situación comprometida
P. Hablaba de ese casting con Pilar Miró, pero ha trabajado varias veces con Santiago Segura, un director que en 2018 pidió a varias chicas que enseñaran los pechos y se bajaran las bragas en los castings de Torrente 2, un material que se publicó sin su consentimiento en un DVD y acabó en páginas de porno. ¿Cómo se relaciona con eso?
R. No tenía ni idea, si te soy sincera, no me enteré. No tengo ni idea, y hablo por hablar, de para qué personaje se presentaban las chicas, si tenían que salir en tetas o en bragas en la película, eso no lo sé. Pero, aunque fuera así, que ese material traspasara los canales y no fuera destruido, eso no me puede parecer más que horrible, deleznable y espantoso. Y no entiendo cómo fue a parar a semejantes sitios que me comentas. De ninguna manera ese material tiene que ser de dominio público.
P. Cuando echa la vista atrás, ¿qué ve?
R. Que he llegado donde estoy, porque hasta el rabo todo es toro y todavía queda por delante, y he superado mis propias expectativas. Cuando con 15 o 16 años fui consciente de que quería ser actriz, me daba con un canto en los dientes con poder vivir de esto, sin más, ¿sabes? Además, la imagen que yo tenía era la de hacer teatro, estar en un grupo independiente, pero nunca llegar a ser una persona conocida, hacer tele, cine, teatro y poder vivir bien de esto, que me consideren. Me siento muy afortunada porque echo la vista atrás y es que hice Los Ladrones van a la oficina con semejante reparto, he estado en 7 vidas, en Maribel y la extraña familia trabajé con la Prendes, María Isbert, Aurora Redondo… En Amar es para siempre conocí a Paco Rabal y a Fernando Rey… He trabajado con Trueba, con Almodóvar, con Pilar Miró, trabajé en La bola de cristal. Lo pienso y me considero como tocada por la varita.
P. ¿Qué le queda por hacer que no haya hecho en estos 40 años?
R. Te va a sonar a petarda, pero a mí me habría gustado hacer revista. Hay unas revistas de los años 20 y 30 alucinantes. Pero claro, ya me pilla que o me pongo tres pares de medias o no sé yo… Pero sí, sí, la revista es divertimento pero puede tener cierto mensaje, cantas, bailas y siempre ha sido un género que me ha gustado mucho. Y, por supuesto, Shakespeare, que no lo he tocado todavía. Pero lo bueno de este trabajo es que siempre hay cosas por hacer.
P. Pero seguro que Carlota Ferrer le hace bailar en Tiresias…
R. Sí, bailo un poco, una mijita, porque no estoy para muchos trotes y llevo unos zapatos un poco problemáticos.