El trabajo reveló que la experiencia lingüística influye en el cerebro desde antes del nacimiento.
30 de noviembre 2023, 08:42hs
Cuando los adultos intentamos aprender un idioma, a menudo nos cuesta bastante, pero nos asombra la facilidad que tienen los bebés para pronunciar sus primeras palabras durante su primer año de vida y una nueva investigación pudo dar con la explicación a esta habilidad, ya que encontró que antes de nacer el cerebro de los bebés se prepara para adquirir la lengua a la que estuvieron expuestos con mayor frecuencia en el útero.
Los hallazgos proporcionan la evidencia más convincente hasta la fecha de que la experiencia del lenguaje ya da forma a la organización funcional del cerebro infantil, incluso antes del nacimiento, según declararon los investigadores a la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS).
Muchos recién nacidos son considerados “oyentes universales”, lo que significa que están capacitados para aprender cualquier lenguaje humano, pero al cumplir un año, el cerebro de los niños se especializa en los sonidos de su lengua materna. Aunque este primer año es clave para el desarrollo del lenguaje, las investigaciones sugieren que la experiencia prenatal también puede contribuir a establecer las bases para la percepción auditiva y del habla.
Entre los cinco y los siete meses de embarazo, el feto puede empezar a oír sonidos fuera del útero y se comprobó que solo unos días después del nacimiento los bebés demuestran que prefieren la voz y el idioma nativo de su madre. Además, los recién nacidos pueden reconocer ritmos y melodías que escuchan en el útero, y la exposición prenatal a la música puede ayudarles a desarrollar habilidades musicales, pero no ha quedado claro si se puede decir lo mismo del lenguaje.
Los bebés identifican la lengua que escucharon en el útero
En el nuevo estudio del Centro de Neurociencia de la Universidad de Padua, en Italia, Benedetta Mariani y sus colegas descubrieron que los bebés dormidos que estuvieron expuestos más recientemente al idioma nativo de su madre mostraban señales cerebrales asociadas con el aprendizaje del habla y el lenguaje a largo plazo.
Los investigadores reclutaron a 33 mujeres embarazadas de habla francesa nativa de la sala de maternidad del Hospital Robert Debré en París, donde utilizaron una técnica llamada encefalografía (EEG) para monitorear las ondas cerebrales de sus bebés entre uno y cinco días después del nacimiento.
“En los adultos, sabemos que una serie de oscilaciones neuronales u ondas cerebrales desempeña un papel en la comprensión del habla y el lenguaje”, explicó la coautora Judit Gervain, profesora del departamento de psicología social y del desarrollo de la Universidad de Padua e investigadora principal del Centro Integrativo de Neurociencia y Cognición, CNRS y Université Paris Cité. “Las ondas que oscilan a diferentes frecuencias se alinean con los ritmos de diferentes unidades del habla, como la sílaba o los sonidos individuales del habla”, añadió.
Los investigadores emplearon EEG para determinar si esta arquitectura cerebral presente en adultos con mucha más experiencia lingüística ya estaba presente en algún grado en el cerebro recién nacido y, de ser así, si los ritmos que producen sus cerebros se alinean con los ritmos del idioma que escuchaban con mayor frecuencia en el útero.
Cómo siguió el estudio
Mientras los bebés dormían, los investigadores reprodujeron versiones en francés, español e inglés del cuento de hadas infantil Ricitos de oro y los tres osos en diferentes órdenes, cada serie comenzaba y terminaba con tres minutos de silencio, que fue cuando registraron ondas en el cerebro de los bebés, a los que previamente les habían puesto gorros que contenían 10 electrodos activos colocados en áreas superpuestas a regiones del cerebro asociadas con la percepción auditiva y del habla en los niños.
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Los electrodos midieron la actividad electrofisiológica como señales de frecuencia, lo que ayudó a los investigadores a determinar si escuchar estos idiomas activaba las ondas cerebrales asociadas con el procesamiento de diferentes elementos del habla, como las oscilaciones theta (4 a 8 Hertz), que están relacionadas con la audición de sílabas, o las oscilaciones gamma. (30 a 60 Hertz), que están relacionados con distintas unidades de sonido conocidas como fonemas.
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Suscribite acáLas señales EEG fueron procesadas utilizando un método que ayuda a medir el grado de memoria contenidas en ellas, explicó Mariani. “En nuestro caso, esta medida mostró evidencia de aprendizaje del lenguaje, es decir, cambios duraderos en la dinámica del cerebro después de la exposición al lenguaje, específicamente después del lenguaje escuchado antes del nacimiento”, afirmó.