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25 febrero, 2025

Un creciente costo extra se suma a las prepagas y obras sociales por un dato de alto impacto que reveló la Ciudad

Un informe del Instituto de Estadística y Censos porteño (Idecba), titulado “La fecundidad en la Ciudad de Buenos Aires”, reveló un dato que, según como se lo mire, es al mismo tiempo una ventaja y un peso. La fecundidad en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó en 2023 el punto más bajo en su historia: nacen 1,09 hijos/as por mujer. En 2006 esta cifra era de 1,86 hijos/as por mujer.

Eso significa que cada vez hay menos nacimientos y la población es cada vez más vieja. Los expertos afirman que desde el punto de vista educativo eso supone una ventaja, ya que habrá menos chicos para educar y con el mismo presupuesto se podría optimizar los resultados. Pero desde el punto de vista de la salud la cuenta es otra: menos jóvenes para financiar el sistema y más adultos mayores para atender.

¿Cómo impactará esta variable en el ya frágil y turbulento sistema de salud argentino? La carga extra repercute de forma creciente en el financiamiento de los tres subsistemas sanitarios: el público, las obras sociales y las prepagas (con la salvedad de que ahora los dos últimos se engloban bajo el concepto “agentes del seguro de salud”).

El impacto se debe a que la población activa financia (ya sea con sus impuestos, aportes o cuotas mensuales) a la pasiva. En la medida que hay menos gente joven para financiar a la gente mayor, el sistema se desequilibra, con el agregado de que para esa población mayor hay cada vez más avances médicos y tecnológicos.

Clarín consultó a sanitaristas sobre esta encrucijada: “El impacto más grande del envejecimiento de la población se va a dar sobre los sistemas jubilatorios. En segundo lugar, sobre los sistemas de salud. Si bien Argentina tiene un resto de lo que se llama “bono demográfico” -el tiempo que falta para que la población de mayor edad supere a la más joven-, ya empieza a tener impacto”, explica Rubén Torres, presidente del Instituto de Política, Economía y Gestión en Salud (Ipegsa).

La previsión es que los hospitales de agudos se convertirán más en otra cosa, preparados para cuidados prolongados. Foto: Luciano Thieberger.

Según Torres, “el aviso que se ha dado de la disminución de la natalidad en la Ciudad habla de esto y de la velocidad en la que se va a alcanzar esa situación. ¿Cuáles son los impactos? Aumento de las enfermedades crónicas y de largo tratamiento, incluso afecciones que requieren de medicamentos y tratamientos mucho más caros por un tiempo más prolongado. Este efecto va de la mano de la aparición de innovaciones que han hecho que muchas enfermedades que antes tenían un destino fatal en muchos casos, como es el cáncer, hoy se conviertan en enfermedades crónicas. Estas nuevas tecnologías van a aumentar el peso del gasto en el sistema de salud”.

Adolfo Rubinstein, ex ministro de Salud de la Nación, recordó que que cuando él estaba en el ministerio -durante el Gobierno de Mauricio Macri-, había unos 700 mil nacidos vivos por año en el país y ahora son poco más de 400 mil: “La caída ha sido brutal, de alrededor del 40 por ciento, lo cual se refleja también en las tasas de fecundidad. Esto tiene un altísimo impacto en la enfermedades crónicas y comorbilidades por el envejecimiento poblacional -muchas enfermedades al mismo tiempo-, por el cambio de la pirámide demográfica”.

Rubinstein remarcó que “esto implica cambios muy profundos en cuanto a los costos sanitarios, porque junto con estas enfermedades crónicas aparecen nuevos tratamientos, agentes biológicos, terapias génicas, biotecnología, cambios que hacen a costos de los sistemas de salud cada vez más insustentables”.

Por otro lado, Torres advirtió que “esto va a generar un cambio en la dinámica de las instituciones de salud. Cuando la que predomina es la población más joven, los hospitales son de agudos, básicamente, porque atienden emergencias y enfermedades que requieren internaciones cortas. En cambio, en el futuro va a haber más hospitales de cuidado prolongado, lo que va a cambiar las condiciones de gasto de esas instituciones”.

“Ya está ocurriendo”

Ernesto Van Der Kooy, presidente de Prosanity Consulting, fue tajante: “El impacto del envejecimiento poblacional ya está ocurriendo y va a seguir impactando cada día más”. Hizo hincapié en el peso que tienen para el sistema de salud, en este contexto de envejecimiento poblacional, las enfermedades crónicas no transmisibles.

El ministro Mario Lugones y su equipo en Salud, con grandes desafíos por la crisis del sistema y una tendencia poblacional que se agudiza.

“Es tanta la importancia que han adquirido que tienen modelos específicos de abordaje dentro de las estrategias de atención primaria. Estamos hablando de enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer, enfermedad respiratoria crónica y depresión, entre otras”, señaló.

El experto advirtió que “hay estudios que afirman que el 85 por ciento de las personas mayores de 65 años padece al menos una enfermedad crónica. Y que la atención de las personas mayores de 65 años en los sistemas sanitarios representan alrededor del 70 por ciento del gasto de los sistemas de salud. Dentro de ese 70 por ciento hay una gran incidencia de los medicamentos”.

Van de Kooy agregó que “estos cambios epidemiológicos deben abordarse de una forma diferente al sólo hecho de poner más plata en el sistema, porque ya se ha demostrado que eso no alcanza en ningún país del mundo. En subsistemas como el nuestro, con aportes y contribuciones, como son las obras sociales, cada día aporta menos gente y con sueldos cada día más bajos, y más aún la gente que está en situación pasiva. La pregunta es cómo se hace para cubrir la salud de todas esas personas”.

La salida, consideró, es “encontrar otros mecanismos que tienen que ver con formatos de abordaje, modelos de atención, obligación de coberturas con un tope o canasta que asegure que toda la población reciba lo mismo. En cuanto a las enfermedades crónicas no transmisibles, los modelos de atención deben ser específicos, diferentes a los demás. Tienen que tener un modelo muy proactivo, planificado y centrado en la persona, en el que los pacientes también gestionan el modelo con su compromiso, aceptación del tratamiento y participación activa”.

Rubinstein sumó otro matiz para la ecuación financiera sanitaria, vinculado a la inteligencia artificial que, consideró, “probablemente compense bastante este incremento de los costos. Serán cambios disruptivos, que si bien hagan aumentar todavía más la expectativa de vida, lo hagan a costos menores”.

Hay otras cuestiones que también ya impactan, según explican Rubinstein y otros expertos consultados: la demanda en las maternidades cayó entre el 40 y el 50 por ciento, con muchos problemas para mantener las privadas, al punto que algunas debieron cerrar. Con un efecto derrame: si cierran las maternidades, además de quedar sin trabajo obstetras y enfermeras, en el corto plazo terminarían cerrando unidades de neonatología, y en un futuro también ocurriría lo mismo con pediatría. Un panorama incierto cuyas consecuencias recién empiezan a vislumbrarse.

PS

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