La secretaria del tribunal leía el veredicto. Nadie esperaba que ese día, a esa hora, se conociera el resultado de 13 años de investigación, de un pedido de justicia que no paró. Cuando leyeron culpable, Francisco Amador (36) apenas hizo un gesto: se sacó el reloj y lo apoyó sobre el escritorio. Sin más entregó su mochila a sus padres, como rendido.
Francisco Amador fue condenado el miércoles pasado como autor del delito de «homicidio agravado por haber sido cometido con ensañamiento y alevosía». La pena para ese delito no es otra que perpetua. La condena es básicamente por haber cometido un femicidio, pero la figura se incorporó al código penal en 2012, dos años después del crimen de Marianela, que fue encontrada asesinada el 28 de junio de 2010.
Pasaron 13 años y Patricia Zapata buscó la sonrisa de su hija en una foto que reposa en su mesa de luz, como siempre, como todos los días.
«Fue impactante. Lo único que recuerdo es el descargo, la emoción que sentí cuando lo condenaron. No lo vi cuando se lo llevaron. Me abracé con mi hijo, con mi hermana que me acompañó todo este tiempo, con el papá de Marianela», recuerda Patricia en diálogo con Clarín. Le quedan pocas horas en Buenos Aires, después de tres meses de vivir en la Ciudad para presenciar el juicio.
Francisco Amador se fue esposado después de conocer el veredicto. «No siento alegría, sí me siento mucho más aliviada, mucho más en paz, como que me saqué una mochila de encima. Pudimos cumplirle a Marian la promesa que le hicimos. Creo que ella estuvo rondando este juicio, estuvo entre nosotros en todo momento. Sé que ahora está bailando y festejando. Feliz, así cómo era ella. Se merecía descansar en paz», confiesa.
La familia Rago Zapata cambió de abogados durante el largo proceso que llevó alcanzar el juicio. Amador estuvo procesado en cinco oportunidades entre 2013 y 2018 pero siempre terminaba sobreseído. Al menos hasta que la Cámara del Crimen ordenó que fuera juzgado por el homicidio de Marianela.
El juicio tenía fecha para 2020 pero, en medio de la pandemia, iba a realizarse de manera virtual. Y por las particularidades del caso, la presencialidad era clave para poner en contexto los indicios que terminaron en condena.
Familiares de Marianela Rago, emocionados después de conocer el veredicto. Foto: Juan Tesone.Marianela Rago Zapata tenía 19 años y, quedó probado en el juicio, fue víctima de violencia de género. Tanto fue así que Amador negó todo tipo de maltrato en su declaración inicial pero terminó por reconocerlo en las últimas palabras antes de conocer la decisión de los jueces Hugo Navarro, Juan María Ramos Padilla y Rodolfo Broerner.
«Señores, yo no maté a Marianela Rago. Se pudo haber comprobado que existieron los hechos de violencia, pero eso no me convierte en un asesino», confesó.
«No sé si lo reconoció de corazón. Lo dijo porque lo sorprendió, como a todos, que la decisión de los jueces se diera a conocer en ese momento. Nosotros sabíamos que él siempre mintió. No le quedó otra que decirlo ahí, porque lo tomó por sorpresa. No podía seguir mintiendo», piensa la mujer, que dejó Río Grande para mudarse a Entre Ríos.
Familiares de Marianela Rago, emocionados después de conocer el veredicto. Foto: Juan Tesone.El 21 de febrero se darán a conocer los fundamentos del fallo. Luis Ricca, el abogado defensor de Amador anticipó a Clarín que tiene pensado recurrir y apelar a la Cámara de Casación.
Amador llegó libre al juicio. Para la familia de la joven fue doloroso verlo llegar en familia, sonreír, charlar y salir caminando después de ver durante las audiencias fotos de la escena del crimen o del cuerpo de la joven con la certeza de que él era el asesino. Pero los jueces ordenaron su inmediata detención después del veredicto.
«Recién ayer -por el jueves- pude dormir un poco más tranquila, el primer día no. Pensé mucho en él, en qué pensaría estando detenido. Me pregunto si sabe que hizo tanto daño a una persona que él dice que quería. ‘Yo no maté a Marianela Rago Zapata’, así tan frío. No dijo ‘Marian’ o ‘Mari’, algo con cariño, con amor. Él dijo: ‘me quieren hacer quedar como un monstruo’ pero eso es lo que es, un monstruo», reconoce Patricia.
Familiares de Marianela Rago, emocionados después de conocer el veredicto. Foto: Juan Tesone.Amador está en la Comisaría 2B de la Ciudad de Buenos Aires, a la espera de que el Servicio Penitenciario Federal le dé un traslado al penal de Marcos Paz o al penal de Ezeiza, algo complicado en el traspaso de gestión. La Ciudad de Buenos Aires atraviesa serias dificultades de superpoblación en alcaldías y comisarías porteñas ante la falta de cupos disponibles para recibir presos en penales federales. Con el cambio de gestión quedará por verse si se destraba el conflicto y logran conseguir traslados.
Ricca anticipó a Clarín que va a solicitar la excarcelación porque, si bien la condena a perpetua fue por unanimidad, el pedido de prisión tuvo votos divididos. «Uno de los votos pidió que tenga prisión domiciliaria con tobillera electrónica hasta que la sentencia quede firme. Eso sería lo lógico y lo que nosotros vamos a pedir», anticipó el abogado.
Marianela Rago es de Río Grande, en Tierra del Fuego. Ahí conoció a Francisco Amador, con quien tuvo una relación por más de un año. Decidió mudarse a Buenos Aires, donde también vivía su hermano Matías. Vivía sola en un departamento de Balvanera, el mismo en el que la asesinaron.
Francisco Amador, el condenado por el crimen de Marianela Rago.A la joven la mataron de 23 puñaladas y la degollaron. Lo último que se supo de ella es que había salido con sus amigos y regresó a su casa sola.
Los padres de Francisco Amador. La defensa de Amador intentó responsabilizar a la víctima por lo que le pasó acusándola del consumo problemático de sustancias y tratando de generar dudas sobre la hipótesis del caso.
Las amigas de Marianela Rago emocionadas junto a Patricia Zapata y Eduardo Rago, los padres de Marianela. «Fue durísimo todo este proceso. Yo había visto fotos, sabía lo que habían encontrado. Los forenses decían que sufrió, que estuvo viva, eso es lo que nos movió a seguir esta lucha: mi hija se merecía descansar en paz, que se haga justicia, no hay crímenes perfectos. No hay crímenes perfectos», repite Patricia con insistencia. «A mi hija la recuerdo todos los días, está conmigo. Tengo un portarretratos en mi mesa de luz, ella me despierta con su sonrisa».
PS