En esta fecha, a propuesta de las Naciones Unidas para cada 27 de enero, se recuerda la liberación de Auschwitz-Birkenau, se rechaza la negación del antisemitismo, se honra a los seis millones de judíos asesinados durante el Holocausto y a millones de otras víctimas del nazismo.
«Estos fenómenos de odio pueden empezar en Israel contra los judíos, pero expandirse rápidamente hacia otros grupos»Jonathan Karszenbaum, director ejecutivo del Museo del Holocausto de Buenos Aires A 80 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial hay unos 245.000 sobrevivientes del Holocausto en más de 90 países, según un reciente estudio demográfico realizado por la organización Claims Conference, la gran mayoría en Israel (119,300); Estados Unidos (38.400).; Francia (21.900) y Alemania (14.200). En Argentina viven aproximadamente 200, según fuentes del Museo del Holocausto de Buenos Aires.
«La recordación, hasta el año pasado era un evento de memoria en el que se reconocía a la Shoá como una herramienta de educación, de transformación y de construcción de ciudadanía», explicó Karszenbam a Télam.
Pero «el ataque de Hamas produjo un cimbronazo en la acción destructiva contra los israelíes y los judíos en el mundo en general. Sus repercusiones internacionales demostraron que el antisemitismo sigue vigente y que sostiene su capacidad de daño», advirtió.
El antisemitismo como fenómeno social
Télam: ¿Qué considera que cambió antes y después de ese fatídico 7 de octubre?
Jonathan Karszenbaum (JK): La percepción de que el antisemitismo era un fenómeno social que había que vigilar y controlar, pero que no tenía capacidad de masividad. Luego del 7 de octubre observamos grandes manifestaciones, principalmente en Europa y en los Estados Unidos bajo el eslogan ‘Palestina libre desde el río hasta el mar’, diciendo implícitamente que hay que destruir al Estado de Israel.
No hay una capacidad de daño mucho más grande como lo sucedido en los campus universitarios de Estados Unidos, donde las autoridades no supieron cómo manejar esas manifestaciones, y con presidentas de tres universidades americanas que no pudieron condenar abiertamente el llamado a la destrucción de los judíos.
T: Para tratar de poner todo más en claro, entonces: ¿el 7 de octubre puso sobre el tapete ese antisemitismo no manifiesto que, hasta ese momento, era de bajo voltaje?
JK: Todo esto tomó más énfasis desde el 7 de octubre. Todo ya existía, no lo disparó el 7 de octubre, pero esa jornada lo profundizó con un agravante: que Israel fue atacado y fue víctima, más de 1.200 personas fueron asesinadas, hubo torturas, violaciones y todavía hay personas secuestradas por Hamas, a más de 100 días.
Además, la reacción de algunos sectores fue condenar y atacar a Israel, país al que acusaron de cometer un genocidio al desatarse la guerra luego del ataque.
Es desde esa perspectiva que se vuelve preocupante, porque Israel es el atacado, pero para muchos es el perpetrador, y la preocupación es que ese antisemitismo -que estaba latente- se haya expresado libremente y sin una mirada condenatoria.
No hubo una visión de crítica de esas expresiones que llamaron a la destrucción de los judíos y del Estado de Israel, sobre todo en el hemisferio occidental; tampoco desde los medios de comunicación o redes sociales. Y esto es lo novedoso, que no se dio en ningún otro conflicto que ha tenido Israel en tiempos recientes.
T: ¿Qué falló antes del 7 de octubre? Porque si esto es algo previo al ataque del Hamas y no pudo visibilizarse la dimensión que podían alcanzar estas protestas, hay algo en las actividades formativas que las instituciones educativas no vieron, como que con el trabajo realizado no lograron anticipar o detectar que este tipo de manifestaciones antisemitas podían ocurrir a tantos años de ocurrido el Holocausto.
JK: No creo que haya habido fallas. Podemos suponer que hubo una subestimación del problema, ese es un aspecto. Y otra posibilidad es pensar que toda esa reacción del antijudaísmo, del antisemitismo en el mundo, pudo haber sido mucho peor sin el trabajo realizado a favor de la memoria del Holocausto.
Invertiría la pregunta: ¿Qué hubiera pasado en el mundo después del 7 de octubre sin todo este trabajo previo a esa fecha fatídica sobre la memoria, la recordación del Holocausto y la educación contra el antisemitismo y las ideologías de odio?
Los efectos del odio
T: ¿Qué reacción se produjo en la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por su sigla en inglés) a partir del ataque del 7 de octubre?
JK: Hubo una aclaración técnica de que el concepto de antisemitismo es exclusivo del odio hacia los judíos. Y lo explicitaron por el origen del concepto, que puede confundirse como odio a todos los pueblos semitas.
Podría hablarse de islamofobia, cuando se refiere a la población musulmana, o arabofobia pero la idea de que los pueblos o las lenguas semitas están incluidas en todo el concepto de antisemitismo es equivocada.
El antisemitismo es un fenómeno de odio hacia los judíos desde el origen propio del concepto hasta el uso que se le da en nuestros días.
T: ¿Se está discutiendo algún cambio en la modalidad de repensar el antisemitismo a partir del 7 de octubre en términos pedagógicos?
JK: Todavía estamos en un proceso de cambio y transformaciones. Todas las organizaciones de la comunidad judía y de Israel están afectadas por el dolor, el trauma y los efectos de esta guerra y por la lucha por la liberación de los secuestrados.
Igualmente, en ese contexto sí es importante repensar la transmisión del Holocausto, la educación sobre el antisemitismo y la lucha contra los discursos de odio a partir del fenómeno del 7 de octubre.
Hay que repensar los enfoques, los públicos, el diálogo con las sociedades donde vivimos y cómo sensibilizar no solo sobre lo ocurrido el 7 de octubre sino concientizar que estos fenómenos de odio y criminales pueden empezar en Israel contra los judíos, pero pueden expandirse rápidamente hacia otros grupos.
El mejor ejemplo es el nazismo, que no fue un fenómeno sólo contra los judíos, recordemos que además de los 6 millones de judíos que los nazis masacraron, asesinaron a otros 5 millones de personas entre gitanos, discapacitados, testigos de Jehová, eslavos, homosexuales y otros grupos perseguidos.
T: ¿Cuántos sobrevivientes del Holocausto hay en Argentina?
JK: Se estima en 200 sobrevivientes. Lamentablemente buena parte de ellos o no han dado testimonio o no están en condiciones de hacerlo, y por eso gran parte de nuestro trabajo -en el Museo- es difundir sus historias para sensibilizar sobre la tragedia de la Shoá y honrar su memoria.
T: ¿Pudieron hablar con alguno de ellos en particular sobre lo ocurrido el 7 de octubre?
JK: Sí, y obviamente que están shockeados. Los sobrevivientes se preguntan cómo puede ser que todavía haya quienes quieran perseguir, eliminar y destruir la vida judía.
No pueden evitar pensar en la vulnerabilidad de las comunidades judías, tanto en la época del Holocausto, en los pogroms en Rusia o en otros periodos de la historia en los que fueron perseguidas y asesinadas.
245.000 sobrevivientes en más de 90 países
A casi 80 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial aún viven unos 245.000 sobrevivientes del Holocausto en más de 90 países, según un reciente estudio demográfico realizado por la organización Claims Conference.
Según esta institución, dedicada a obtener y reclamar indemnizaciones para los sobrevivientes del Holocausto, 119.300 de ellos residen en Israel, 38.400 en Estados Unidos, 21.900 en Francia y 14.200 en Alemania.
En Sudamérica y el Caribe quedan unos 700 de ellos con vida, 300 en Brasil, 200 en México y, según fuentes del Museo del Holocausto de Buenos Aires, otros 200 en la Argentina.
«Casi todos los sobrevivientes aún en vida eran niños en el momento de la persecución nazi, sobrevivieron a campos, guetos, fugas y a la vida en la clandestinidad», indicó el estudio de la Claims Conference.
Con una edad promedio actual de 86 años, los sobrevivientes se encuentran «en un periodo de la vida en el que su necesidad de cuidados y servicios es cada vez mayor», afirmó Gideon Taylor, presidente de Claims Conference.
Fundado en 1951, Claims Conference fue signatario del Acuerdo de Luxemburgo por el que Alemania asumió la responsabilidad de las atrocidades perpetradas por el nazismo y pagó reparaciones.
Desde entonces, el gobierno alemán pagó más de 90.000 millones de dólares, según un cable distribuido por la agencia AFP.
Cabe recordar que un total seis millones de judíos fueron asesinados durante el Holocausto.