“El teatro es un nicho que ha conservado el público, quien disfruta de ir se guarda un mango para poder acceder”, dice Julián Pucheta, que integra el elenco de “Al bárbaro le doy paz”. La obra de Pablo Gorlero presenta su tercera temporada en Andamio 90 los sábados a las 19 y lleva a escena para un público adulto el universo de Maria Elena Walsh, una creadora que ha marcado la vida de varias generaciones.
Con las actuaciones de Mariano Magnífico, Flavia Pereda, Pucheta y Déborah Turza, la obra en formato de varieté, se despliega a través de cuatro figuras representativas de la dialéctica de María Elena. Diferentes facetas de su personalidad son interpretadas por La enamorada, La que protesta y El hombre niño, quienes en cierto sentido son uno solo e intentan “avivar” a Magoya, aquel que se lo cree todo.
Con dirección vocal y musical de Juan Ignacio López, coreografía y asistencia de dirección de Marina Svartzman. Conversamos con Pucheta y Turza.
Periodista: ¿Por qué siempre están volviendo?
Julián Pucheta: La obra es inoxidable, irrompible, se resignifica todo el tiempo, estamos en un momento en que tenemos la obra en cuerpo, en poses, en las miradas, y cobró más profundidad en estos años que la hacemos. Vamos creciendo, conociéndonos entre nosotros y eso se convierte en una mochila que uno lleva y usa para trabajar. Todos pudimos despuntar algunos dolores, situaciones de la vida y la obra sigue viva, nos da ganas de volver a juntarnos, a pulir detalles. El público vuelve a verla, otros no la vieron, ahora en este espacio independiente muy propicio para la obra, creció mucho a nivel puesta, es como al desnudo, pelada, sin amplificación, con la transpiración cerca, con los músicos en vivo. Volvemos porque la disfrutamos mucho, porque es placentero.
P.: ¿Cómo es esta obra para público adulto sobre María Elena Walsh? ¿Qué aspectos de su vida se abordan?
Debora Turza: Es una obra en formato de varieté como tanto le gustaba a ella. Los personajes representan diferentes facetas de María Elena con dedicadas al público adulto. Muchas fueron censuradas y olvidadas con lo que hay un rescate de ese material. Yo encarno a la Maria Elena que protesta, la más feminista y contestataria. Flavia Pereda es la enamorada, está el hombre niño, Mariano Magnífico y Pucheta es Magoya. Son las diferentes María Elenas que habitaban en ella.
P.: ¿Como ven al público de teatro?
J.P.: La gente que no tiene que resolver otras cosas en el día a día antes que ir al teatro, viene. El teatro es un nicho que ha conservado el público, quien disfruta de ir se guarda un mango y sigue yendo. Lo que no significa que no haya bajado porque hay otras prioridades que cubrir y lamentablemente quizá el teatro se convierte en un bien suntuario, esperemos que eso no ocurra. La gente se da el gusto y va, y si la entrada está más accesible mejor. Hay que seguir haciendo promos y brindando propuestas culturales gratuitas a quienes no están tan acostumbrados a ver y construyan el hábito. La gente sigue yendo y se ha volcado al teatro. Hay ofertas, propuesta y variedad y la gente todavía responde todavía.
P.: ¿Cómo no asociar el cancionero de Maria Elena a los chicos?
J.P.: Estoy en un dilema de qué es para chicos y qué no. Claro que uno asocia con “A tomar el té” y otras hermosas canciones. No me cabe duda de que perdemos la capacidad de imaginar mientras vamos creciendo, vamos teniendo un pensamiento más limitado en ese sentido, nuestro cerebro se mete en otro mood.
D.T.: Hay canciones que están en un lugar de nuestro corazón y nos trasportan al momento más feliz de nuestra vida, la infancia, donde se cuece todo. Revisitar a esa María Elena es volver desde el lugar que estamos ahora. También hay textos periodísticos.
P.: ¿Añaden novedades?
J.P.: Con las partes de humor siempre hay un margen de algo nuevo pero no nos vamos mucho, lo que está de sobra sigue vigente y no pasa de moda. Siempre tenemos los mismos conflictos, es tan cíclico que es un clásico. A veces uno se ceba con algo reemplaza una cosa con otra pero no hay mucho de eso, la obra se conserva pura.
P.: ¿Cómo son los espectáculos para chicos hoy, a diferencia de lo que proponía Maria Elena?
J.P.: Hoy veo todo más literal, chato, inmediato, todo hecho para provocar un efecto que si no es ahora ya no es. Todo es generar efecto en un minuto, impregnado de la cultura del videominuto. En contraposición, veo la trascendencia y aquello que se extiende en el tiempo y atraviesa generaciones. Hugo Midón lleva tres generaciones y se genera una sintonía hermosa que tiene que ver con volver a las fuentes y la educación. Hay nuevas formas de expresión hoy, hay nuevas generaciones que nacieron con otro lenguaje y veo que estamos apresurados, nada tiene futuro porque todo el tiempo aparecen nuevas cosas. Es la cultura de lo descartable. Y los de antes tenían la virtud de convertirse en clásicos.
D.T.: Hay muchas bandas y música con propuestas muy interesantes como “Canticuenticos”, “Vuelta Canela”, muy poéticas y con humor, emparentadas a María Elena. También hay un lugar más comercial con propuestas más espectaculares que también son bienvenidas pero no hay que olvidarse de alimentar la poesía, la emoción, la música rica en armonía, ritmo, nuestra música latinoamericana.