A veinticuatro horas de conocida la obtención de la primera medalla argentina en los Juegos Olímpicos de París, la palabra «Maligno» se filtra en varias y distintas charlas en el Parque Olímpico de Vicente López, único predio del continente donde se practican cuatro deportes extremos: BMX Freestyle, BMX Racing, Patín Carrera y Skate Boarding.
En las diversas conversaciones que se escuchan, hay un denominador común: la sonrisa que precede al, en este caso, apodo Maligno, perteneciente a José Augusto Torres Gil, el héroe de la jornada parisina del miércoles, al cosechar la primera presea nacional por su destacada performance en BMX Freestyle, siglas que significan Bicycle Motocross.
Las tranquilas jornadas en este parque de entrenamiento en la zona norte bonaerense mutaron luego de conocida la epopeya que puso al Maligno Torres en las noticias de todo el mundo deportivo. Canales de televisión y streaming, diarios zonales y nacionales y otros medios de comunicación se trasladaron al sitio considerado «el semillero del BMX», para dar a conocer de qué se trata esta actividad poco divulgada, que se erigió en deporte olímpico en 2018, cuando se realizaron en Buenos Aires los Juegos de la Juventud.
Pese a la ventosa y fría tarde, las gradas del predio lucen más pobladas que lo habitual. Madres, padres y amigos se acercaron a ver a sus pequeños bicivoladores, y entre mates y cafés, el comentario repetido es la hazaña del Maligno en tierras francesas.
«Hoy tenemos unos 50 alumnos que practican BMX Freestyle y no sería raro que en un mes, por el envión provocado por la medalla de oro del Maligno, lleguemos a tener anotados a 80 o 100 chicos. Este deporte necesita de un empujón así para darle un poco de cartel», comenta Emmanuel Luchetti (43), director del Parque Olímpico, actual instructor y ex competidor durante más de tres décadas.
Chicos de 3, 4 y 5 años, toman clases de BMX Freestyle y Racing. «Los que vienen aquí son audaces, no tienen miedo, la caída está incorporada al deporte», dice el profesor Ariel García.«Quien integra esta tribu es gente especial, con una personalidad importante, que gusta de los deportes de riesgo, que no se asusta ante las posibles consecuencias. Todos los que practican o practicaron BMX arrastran golpes, fisuras y fracturas, son parte de este deporte cuyo mayor peligro es la altura de las rampas, que trepan a casi cinco metros, más el salto del deportista… Y la superficie es de hormigón, con lo cual el golpe puede ser fuerte, pero también hubo una gran evolución en el entrenamiento y en las adecuadas protecciones que previenen muchas lesiones».
Competidor en mundiales, integrante de la selección nacional, Luchetti apunta que «los chicos más grandes, enterados de la hazaña del Maligno, ven que se puede, que si él lo logró, por qué no ellos. Y está bueno que puedan pensar así, soñar… Yo conocí al Maligno, un tipazo, resiliente, que salió adelante tras sortear un montón de obstáculos. Y pudo llegar lejos con conducta y sacrificio, entonces acá lo que inculcamos es que se puede, pero también transmitimos que hay que hacerse amigo del mal resultado, abrazarse a los pequeños fracasos cotidianos».
Federico Lassalle, su mujer Carolina y sus hijos Matías (10), Valentino (7) y Catalina (1).Mientras Clarín habla con el director del parque, la pista se llena de ciclistas de distintas edades que buscan hacer distintos trucos frente a rampas y pendientes. Un padre orienta a uno de sus hijos para que realice una prueba. «Yo me sumé a mis hijos después de estar en esta platea viéndolos cómo ellos entrenaban. No aguanté y me metí hace tres años, pero tengo que tener cuidado, no puedo hacer los trucos que sí hacen ellos. Pero la alegría es ver que toda la familia practica BMX, porque también se sumó mi mujer Carolina, que amamanta a la más chiquita»
Vendedor de repuestos, Federico Lassalle (47), ex deportista de alto rendimiento, contagió el amor por la bicicleta a sus hijos Matías (10) y Valentino (7). «Hay que ser muy especial para entrenar BMX. Creo que es un deporte solitario, en el hay mucha competitividad con uno mismo, pero también hay egos y egoísmo. Yo trato de evitar trasladarles a mis hijos las frustraciones que yo tuve. A veces los padres podemos llegar a ser, involuntariamente, los peores enemigos presionándolos y sobreexigiéndolos».
Emmanuel Luchetti (43), director del Parque Olímpico de Vicente López y ex atleta de BMX Freestyle, que practicó durante más de treinta años.Matías pasa por delante de su papá llorando y no lo escucha. Se va a sentar, impotente por no poder realizar un salto. «Es calentón, se frustra cuando no le salen las cosas. Nada que ver con el más chico, que es frío y cerebral. «Es la tercera vez que pruebo y no me sale y me pongo más nervioso», explica Matías, con lágrimas en los ojos su desazón. «Lo que más me gusta es andar en bici y después saltar y andar en una rueda… No me da miedo caerme, mi papá dice que es parte del deporte».
La familia «unita». Fermín Cassano (3), el más chiquito de los alumnos de BMX, tiene hinchada propia.Mate en mano padre, tía y abuela contrarrestan el viento y se frotan las manos cautivados por el pequeño Fermín (3), que pedalea a todo trapo. Sorprende cómo luce tan desenvuelto, acelerando para escalar una pronunciada rampa sin despeinarse. «Está a full con la bici, es lo que más ama, no tiene miedo y eso que se ha pegado unos cuántos bollos, pero ahí lo ves, es un aventurero», dice Juan Cruz Cassano (35), padre de Fermín y ex corredor de motocross.
Fermín, que va a salita de tres y todavía usa pañales, empezó a andar en bicicleta, sin rueditas, cuando tenía dos años y hoy en día entrena tres veces por semana en una pista. «Cada vez entiende más cómo funciona el deporte y se enoja cuando no le salen las cosas… y llora. Pero es un pibito normal que en casa juega con autitos, y ve a Peppa Pig y Paw Patrol en la tele. Tenemos como gusto en común el enganche con la velocidad y la adrenalina, quizás eso nos haga un poco distintos, nada más», describe Cassano.
Fermín Cassano (3) practica BMX, pedalea parado, escala rampas y usa pañales.«El BMX ha crecido mucho en la última década y nuestro país no está exento de ese crecimiento. No dudo que el triunfo del Maligno generará un interés por este deporte no convencional y urbano, que se puede practicar en plazas y calles, o aquí, en el circuito de Vicente López, donde nosotros podemos orientar y guiar a padres e hijos», sostiene Ariel García (45), profesor y ex competidor, a punto de comenzar una clase.
El experimentado Ariel García en plena clase de BMX. «Es un deporte que te enseña a enfrentar los miedos».Siendo parte del BMX durante más de treinta años. García subraya que «en lo personal me enseñó a enfrentar los miedos, no a no tenerlos, sino a encararlos… También a levantarme después de cada caída, que fueron, son y serán muchas… Es la vida misma. Además me enseñó a trazarme metas, objetivos para ser cumplidos y para eso te tenés que sacrificar. Sin duda que el BMX te forma, te da una conducta ante la vida y te alecciona: nada es imposible por más que lo parezca».
Clarín deja la pista ya entrado el anochecer, pero las familias, al pie del cañón, no se despegan de las gradas, alentando y contemplando las acrobacias que el semillero dibuja montado a sus pequeños rodados.
SC