Esta vez la útima hora les hacía hablar de sí mismos. La cara de la presentadora ya anticipaba que no era para bien. En directo la sede en Ramala de la cadena de televisión Al Jazeera ofrecía esta imagen del ejército israelí ejecutando el cierre de la delegación. Es por 45 días y por mandato judicial, les han dicho en el momento de la entrega de la orden, que como era de esperar ha quedado grabada. «Cojan las cámaras y salgan», les ha ordenado el militar.
«¿Puedo ver la orden?», ha preguntado el periodista, al que la tensión del momento no le ha impedido leer con aplomo el papel que les pone en la calle.
«Es un ataque que tiene como objetivo oscurecer la verdad», dice Walid Omari, delegado de Al Jazzera de un cierre que llega cuatro días después de que la Oficina de Prensa Israelí haya retirado sus carnets a varios de sus periodistas. El canal está proscrito en Israel, que lo considera una «amenaza para la seguridad nacional. Con la evacuación exprés de la madrugada, su corresponsalía quedaba sumida en un aplastante silencio.
