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Resistencia
31 octubre, 2024

Debo aprender a moderarme

Somos obesos de información. No quiero parecer nostálgico de la cultura analógica porque tenía sus bemoles (¿se acuerdan -los viejos como yo- cuando se velaba un rollo con las imágenes más entrañables porque se filtraba la luz?), pero había una ventaja: no había grandes excesos. Hoy nos sobran bytes, que nos abruman.

Mi hijo mayor cumplió 18 años hace poco. Cuando nació compramos nuestra primera cámara digital para que no se nos escapara ninguna sonrisa. Ahora no las encuentro. Desde esa época saqué miles de imágenes: mi hija menor, las vacaciones, Milo -nuestro cuatro patas- y todo cumpleaños, encuentro de amigos, ceremonias, comienzos de años lectivos. Y mucho más.

Me voy a tomar una semana de vacaciones -suelo decir- para poner orden a ese caos digital, pero como bien sospechan siempre aparece algo más urgente. Para complicarlo, he decidido digitalizar los álbumes papel que tenía mi madre. A ellos también debo catalogarlos. Abruma tanta información, pero no la quiero perder. Debo “editarla”, intuyo: borrar el 70 por ciento y quedarme con un 30 por ciento representativo. Pero no saben lo que me cuesta. Mientras están allí -aunque ese allí a veces es inhallable- me siento tranquilo, como que no traiciono la Historia (disculpas). Es exagerado pero esa sensación me envuelve.

En mis épocas de estudiante de Periodismo -todavía no conocíamos los actuales tsunamis de información- ya nos advertían que el exceso de noticias era peligroso porque al no poder procesar y diferenciar lo importante, todo se esfuma. En el ámbito íntimo sucede algo similar. Contar con diez mil fotos archivadas, salvo que controlemos un excelso software, es casi como no tener ninguna porque nos cuesta encontrar la que buscamos. Parece un atracón social que avanza sin que nos demos cuenta. Hace poco me mudé. Empecé a fijar en “Marcadores” de mi explorador las páginas webs que me podían ayudar. Al mes incluí tantas que ya no aparecía la correcta en el momento preciso. La ilusión de tenerlo cerca era eso, mera fantasía. Necesito, pues, aprender a moderarme.

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