Una forma de dimensionar la gravedad de que Argentina esté en el puesto 66 sobre 81 en las pruebas PISA 2022 (es decir, en el peor tercio de los países evaluados por su éxito en Educación) es ver de cerca el tipo de contenidos que se tomaron e intentar resolver los ejercicios, puntualmente los de lengua y matemática, las dos áreas “madre”.
“Las pruebas revelaron un deterioro en los puntajes promedio en la mayoría de los países”, es la frase con la que arranca una nota de prensa del Gobierno argentino publicada este martes. Es un reconocimiento tibio del problema.
Detallan que, “en lectura, Argentina obtuvo en 2022 400,7 puntos contra 401,5 del 2018, lo que implica una caída de 0,8, mientras que el deterioro en América Latina fue de 8 puntos entre las dos pruebas”.
Y para matemáticas, el país “obtuvo 377,5 frente a 379,5 del 2018, lo que implica una caída de dos puntos, mientras que en los países de América Latina el deterioro fue de 15 puntos”.
Resaltan, además, dos cuestiones. La primera, que se registró “una mejora de 2 puntos en Ciencias, en relación a las PISA 2018, mientras que en Latinoamérica en ese ítem la caída fue de 4 puntos”.
La segunda es un aspecto nada menor: los 12.000 estudiantes de 15 años que rindieron esta prueba en todo el país debieron enfrentar la versión digital del examen, formato que hasta ahora no se había probado en la Argentina y que, como puede deducirse, implicó «grandes desafíos»..
No por nada el Gobierno lo resalta es su nota de prensa. Ahí dicen que “la implementación de la prueba digital implicó un gran desafío para los países participantes porque deben contar con recursos TIC y equipos técnicos para aplicar el instrumento en el territorio”.
Se sabe ahora, pero lo del «desafío» fue claro durante la pandemia, cuando la pobre digitalización de las aulas quedó expuesta (o, en algún punto, desnuda) por sus notables atrasos, tanto en implementación y gestión como en capacitación docente.
Los desafíos en matemática
Vale la pena entrar a la página oficial de las pruebas PISA 2022 e intentar resolver las varias situaciones problemáticas propuestas ahí. Todas -salvo las lengua, que aún no están disponibles- fueron recientemente liberadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el organismo “gestante” de las pruebas PISA.
El contenido está distribuido en unidades. Cada una con situaciones problemáticas que los chicos deben ir respondiendo, siempre ligadas a un planteo inicial. Podría ser una situación de compra de autos en la que se debe usar una calculadora de costos, un gráfico que ilustra las ventas de DVDs en cierto país o los cálculos ligados a la capacidad (volumen) de un camión de mudanzas.
También se pide completar tablas de distancias en el sistema solar, el cálculo de porcentajes a partir de una figura con un patrón de triángulos, los promedios de los partidos ganados por un equipo de básquet y hasta hay preguntas de probabilidad y estadística con respecto a una ruleta o la deducción de área de una superficie forestal.
Los niveles de dificultad son variados, pero quien haya visto adolescentes intentando hacer la tarea sabrá que lo que más puede complicar a veces son los enunciados, a veces crípticos para quien lee poco o nada.
Además, considerando la despareja situación educativa entre las jurisdicciones y que casi el 60% de los adolescentes está bajo la línea de pobreza, puede sobresalir una falta de práctica bien clara en el manejo de herramientas digitales de cálculo, por muy sencillas que sean. De hecho, la falta de aproximación al uso de programas como Excel no solo se ve en los más chicos…
Según Martín Nistal, analista de Datos del Observatorio de Argentinos por la Educación, “para matemática -pero aplica también a lengua- no es que los chicos tengan saber ejercicios sino tener algunas capacidades”.
Varias de ellas se pueden ver en las siguientes “actividades de simulación” que el (todavía) Ministerio de Educación de la Nación subió para los estudiantes en 2022.
Según Nistal, «se mide si podés interpretar gráficos en dos dimensiones con distintos valores, si podés analizar figuras tridimensionales en dos dimensiones, si sos capaz de leer tablas de dos entradas y, por ejemplo, resolver ecuaciones simples”.
Lengua, el desafío de la comprensión lectora
Si bien el sitio oficial de PISA todavía no liberó modelos de ejercicios de lengua tomados el año pasado en Argentina, el Ministerio de Educación ofrece las siguientes «actividades de simulación» para alumnos. Vale la pena chusmearlas con los chicos en los ratos de ocio de las vacaciones escolares.
Son casi todas consultas de comprensión de texto, pero con una particularidad, y es que el análisis evaluativo pone menos el acento en la posiblidad de capturar «lo dicho» que en comprender aquello «no dicho».
En otras palabras -y éste es un desafío interesante de estas pruebas, por mucho que sean criticadas-, se evalúa la capacidad del alumno de deducir, interpretar y hasta predecir condiciones que se desprenden del texto y su contexto, aquella «intención» no literal que desborda plenamente al narrador.
Según Nistal, “en lengua, los requerimientos mínimos de estas pruebas establecen que el chico debe poder extraer información de manera precisa, incluso cuando la información no es explícita».
Es decir, que «debería poder hacer inferencias. Entender lo que te quiere decir un narrador cuando no lo dice explícitamente sino que lo sugiere en función de la forma en que lo dice”.
Por otro lado, agregó, “la persona tiene que poder recolectar distintas partes de un mismo texto para, así, llegar a la conclusión: entender la idea principal aunque esto implique tener que reunir distintos pasajes y componer una idea principal. Ese es un punto clave”.
Las pruebas de lengua formulan preguntas de comprensión lectora a partir de distintos géneros, sea el informativo, el descriptivo, el explicativo, el científico-técnico y, desde ya, el narrativo. Pero también hay ejercicios basados en una noción teórica mucho más amplia de lo que es, realmente, un texto.
Y así es como hay preguntas en las que el alumno debe enfrentar una pieza periodística informativa que ilustra conceptos. Por ejemplo, una infografía.
Se pone en juego la atención, la capacidad de abstracción y, desde ya, la imaginación. Es lo más parecido a hojear una revista y encontrarse con un gráfico que con dibujos y datos taxativos informa cuáles son los edificios más altos del mundo.
O simplemente, reconocer unas líneas multidireccionales que, como un todo, diagraman un espacio con subsecciones. Nada menos que el plano para ubicarse adentro de una biblioteca. Al pie de ese «mapa», las preguntas de comprensión de texto.
PS