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31 octubre, 2024

Arabia canta «Visca el Barça» y convierte a Pedri en su Messi

El Barça logró salir del desierto en el que vive mucho antes de llegar a Arabia Saudí. Caminó en busca de agua y la encontró en una jugada imaginada por Yamal que definió Lewandowski. Solo fue una venda para el polaco, que tiene la importante carga del gol de un equipo al que le cuesta un mundo enfocarse. Pero su tanto fue liberador para el conjunto azulgrana, Xavi y, por supuesto, el país que acoge el torneo, para el que el ‘clásico’ no es una posibilidad. Por eso recibió con tanto cariño a Pedri en su regreso.

Porque Arabia Saudí no tendrá una cultura futbolística con los valores europeos, pero valora el talento. De otra manera, no habría acompañado al ‘8’ del Barça, en el que quiere ver un relevo de Messi. Porque sí, para la opinión pública mundial el argentino sigue siendo azulgrana. O por lo menos reivindica su esencia. En la primera parte, cuando el gol de los azulgrana se resistía, el público local recordó con un cántico unánime al campeón del mundo. A ese al que fueron capaces de derrotar en la primera jornada del Mundial de Qatar.

Joao se revitaliza ante un Barça que jugó de local

La segunda semifinal partía de la difícil comparativa con el derbi madrileño, un avispero que terminó con la energía de sus protagonistas. Tampoco se vivió del mismo modo en la grada del Al-Awwal Park, casi al límite, pero con un mayor equilibrio de fuerzas en la grada gracias al desplazamiento de 600 seguidores de Osasuna. Un bastión contra el fútbol moderno que se desplegó como una lengua en la tribuna de un campo donde el Barça, como sucedió con el Real Madrid ante el Atlético, fue el favorito. Aunque no con tanta vehemencia. 

El Barça jugó de local, a pesar de utilizar la camiseta blanca, que iba en consonancia con el color dominante en los asistentes, nada comprensivos con los intentos de los aficionados de Osasuna por darle el ambiente al que aspira un torneo que, a pesar de todo, se llama Supercopa de España. Un espacio nuevo en el calendario que también revitalizó a Joao Félix, al que las citas con trascendencia le sientan mejor que los trabajos de oficina de la Liga.

Por veces los de Xavi parecían recuperar una de las herramientas indispensables para los dos títulos del año pasado. Esa presión tras pérdida que partía del hambre de un equipo que creía en sí mismo. La preocupación era transfronteriza. Los saudíes que se habían divertido en la previa con el espectáculo de pirotecnia y una ‘fan zone’ llena de tópicos se comportaban como si estuvieran en Montjuïc. Articulaban muecas ante las ocasiones falladas. Sufrían por los fallos y la falta de contundencia, preguntándose si no habría sido mejor seguir siendo del Al-Nassr.

Lewandowski cicatriza y Gundogan lidera

Osasuna, con una suma clara de 5-3-2, resistía e incluso gozó de un tramo de dominio. El problema, el de siempre en las filas azulgranas. Falta de contundencia en las áreas con un Lewandowski que recuperó el sentido del gol en el momento preciso. No obstante, está lejos de la cátedra que ha sentado.

Como le gustaría a Xavi que el metaverso que promocionaba la RFEF en el descanso se abriera. Un mundo en el que el Barça marca, resuelve y gana con comodidad a un rival que se presume inferior. Porque Osasuna lo fue durante gran parte de un partido que revivió con el tanto de Lewandowski. El público parece tener un libreto de cánticos que en la segunda semifinal se usó con mucha más coherencia.

En el derbi madrileño se gritó «así gana el Madrid» en cualquier circunstancia. Arabia cantó en un perfecto catalán «Visca el Barça» mientras rogaba a Pedri que le regalara una ruleta, un caño o un pase con el que soñar. Lo hizo, aunque el mayor obsequio fueron las paradas de Iñaki Peña que permitirán a los organizadores del torneo hacer caja. Y el sentido competitivo de Gundogan.

Con Osasuna en la final, el precio de las entradas se habría caído. Habrá otro ‘clásico’, que, desde ya, el Barça imagina como el de la edición pasada. En un diván donde psicoanaliza sus miedos y deja de ser la criatura timorata que, una vez más, volvió a mirar más de la cuenta al marcador y a la cuenta atrás. Xavi agitaba la cabeza hasta que Yamal puso un epílogo necesario para volver a ver a los barcelonistas, después de mucho tiempo, ganando por más de un gol.

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