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Resistencia
22 julio, 2025

Victoria Villarruel y el plan de la peor pesadilla de Milei

Villarruel es como un camaleón. Varias veces cambió de piel: pasó de ser defensora de los militares condenados en la última dictadura militar (en los ’90, cuando se codeaba con Cecilia Pando y manejaba una agrupación llamada “Jóvenes por la verdad”, desde la que organizaba visitas a Jorge Videla durante su detención domiciliaria) a la abanderada de “las otras víctimas”, los que murieron por ataques de organizaciones guerrilleras. Luego intentó llegar a la política a como diese lugar. Coqueteó con el ala dura del PRO, con el espacio de Ricardo López Murphy y finalmente terminó con Milei. Ahora, desde que son Gobierno, otra vez volvió a transformarse. Es que hasta lo que sucedió en la última sesión, Villarruel había mantenido, casi sin excepciones, una política consistente: callar ante los embates de los hermanos Milei y esperar, con paciencia (o sin ella), a que llegara en algún futuro su momento. La vicepresidenta jamás lo contaría en público, pero varias veces durante este año y medio sintió algo muy parecido al bullying. El anecdotario es demasiado largo (de los cuales varios ejemplos se cuentan en la última edición de la revista NOTIICAS), pero destacan algunos episodios.

Cuando no la dejaron estar al lado del Presidente en el discurso de asunción, el día en que Karina Milei la echó de una de las primeras reuniones de Gabinete por llegar tarde -una de las falencias históricas de la vice, aunque en este caso fue sólo una excusa para la secretaria general- o las reiteradas veces en que Presidencia no sólo le negaba acceso a sus fotógrafos para eventos oficiales sino que luego no le enviaba ninguna imagen. Y no eran sólo los modos, sino el fondo. Desde que en el final de la campaña del 2023 la corrieron de la mesa chica y le quitaron la cartera de Seguridad y Defensa que Milei le había prometido, ella había visto todo el devenir del Gobierno desde su despacho en el Senado. No la consultaron, no la incluyeron, no la querían, no le ofrecieron ni un sólo “raviol” de todo el gigantesco organigrama del Estado para poner a alguien suyo. Había días en los que esa humillación pública -que incluía dardos teledirigidos de parte de Milei- la afectaba en lo personal.

¿Qué fue, entonces, lo que cambió? En principio, su círculo de trabajo y confianza. Villarruel le abrió la puerta a dos viejos conocidos suyos. Uno es Claudio Gallardo, ex director de Inteligencia del Ejército que a fines del año pasado fue nombrado director de Seguridad del Senado, que la acompaña desde la campaña pero con el cual se había distanciado en el arranque de la gestión. El hombre tiene formación marcial y actúa como tal, un modismo al que Villarruel está acostumbrada y que le gusta. El otro es un histórico del espacio. Mario “Pato” Russo, el primer estratega de Milei en la campaña del 2021 -autor de hits como el de “la casta”-, que en el 2022 tuvo diferencias con los hermanos y terminó afuera. Él había sido quien convenció al libertario de sumar a Villarruel como su compañera de fórmula en esa primera aventura electoral, y desde entonces cultiva un buen vínculo. El empoderamiento de ambos vino, además, con la expulsión o degradación de las personas que hasta entonces habían trabajado para Villarruel. Destacan ahí Juan Martín Donato -otrora líder de la juventud villarruelista-, y Emilio Viramonte Olmos, ex secretario administrativo del Senado e íntimo amigo histórico de la vice, por sólo nombrar algunos. Pero no sólo cambiaron nombres. Es que Gallardo, con olfato bélico, y Russo, con cálculos que cruzan lo político con lo económico, comparten una idea: no hay manera que la experiencia Milei termine bien. Se cuidan de aclarar que no necesariamente están hablando de un final anticipado -aunque no es un escenario que descartan- pero creen que de una u otra manera esta será la primera y única presidencia del libertario. ¿Qué tanto de esta tesis se hizo carne en Villarruel? ¿Ella se prepara para ser Presidenta?

Algunos de los raleados aseguran que se juntaron el hambre con las ganas de comer: una mujer mareada y sin brújula con dos personas que proponen un norte claro en el que ella puede dar rienda suelta a su sed de venganza. Los que se fueron arrojan interrogantes sobre este rumbo. “No hay plan acá. No están construyendo nada, no hay equipo, no hay territorio. En dos meses van a volver a cambiar de estrategia”, dicen, y ponen como ejemplo los comentarios picantes de Villarruel en su Instagram. “Estuvimos un año entero tratando de construir la imagen de la política racional e institucional versus el irracional y peligroso. Esto tira todo abajo”, se quejan. El tiempo dirá quien tenía razón, aunque ella ya mostró los dientes. Va a actos en los que el Presidente se ausenta -como el del día de la Independencia en Tucumán, donde deslizó un para nada sutil “no hay otro lugar en Argentina para estar más que acá”- y responde a los dardos del oficialismo. Está envalentonada.

*La nota completa está en la última edición de Revista NOTICIAS. En los próximos días, en su edición web.

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