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Resistencia
9 enero, 2025

Regresa “La mentira” al teatro: es posible una verdad absoluta en el amor y la amistad?

“Me asusta la persona que dice que no puede callarse nada, que predica y se regodea de decir la verdad, prefiero aquel que no tiene las cosas tan claras”, dice Gonzalo Heredia, protagonista junto a Elenora Wexler, Lautaro Delgado Tymruk y Alexia Moyano de “La mentira”, de Florian Zeller, que vuelve el viernes al teatro Astros, dirigida por Nelson Valente.

La obra que se presentó el año pasado con buena respuesta de público se pregunta sobre la delgada línea entre la verdad y la mentira, interroga si es conveniente la sinceridad absoluta en las relaciones y si es posible tener una relación sin mentiras. Con funciones de viernes a domingos, esta comedia muestra que a medida que se cree en la pureza del amor, se descubre que la mayoría de las personas no quieren escuchar la verdad. Conversamos con Wexler y Heredia.

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Periodista: ¿Cómo creció la obra a lo largo de estos meses de funciones?

Eleonora Wexler: Fuimos descubriendo la complicidad entre nosotros y con el público, el humor, los momentos más profundos, nos conocimos más entre nosotros y nos permitimos jugar. La comedia es un reloj, precisa y a medida que la fuimos transitando fuimos profundizando en los vínculos y el juego.

Gonzalo Heredia: Uno empieza a ahondar más en los personajes, en el arco dramático de cómo empiezan y cómo terminan. Fui entendiendo más cómo van mutando y profundizando ciertas cosas pero sobre todo cómo el personaje se vuelve frágil, como empieza de una manera más superficial y luego aparece esa fragilidad. Hay algo de la comedia que pasa con el espectador que tiene un tempo, una musicalidad, algo vertiginoso y una construcción como si fuera música. Uno sabe cuando hay un remate y lo refuerza para que funcione mejor, una reacción que crezca más para llegar mejor al público y cuando llega ese momento cúlmine de la obra, la revelación, se desarma el cómo se construyó desde el principio de la obra. El público termina identificándose con la obra, que a la vez tiene identidad propia.

P.: En la obra ¿la mentira no es tan mala y la verdad no es tan buena como siempre se predica?

G.H.: Nunca estuve del todo convencido de que la mentira sea tan mala y la verdad tan buena, creo que algo de la mentira es blanco y algo de la verdad es negro, la mentira y la verdad absolutas no existen, son una construcción. Existen puntos de vista, diferentes formas de abordar ciertas situaciones. Son relatos y diferentes formas de contar y ver.

E.W.: Nada es tan malo ni tan bueno, todo depende del ojo con que se lo mire y la necesidad que uno tenga. Y los acuerdos. No me modificó mis ideas, sí en el personaje que hago, qué se cree ella y qué no, pero cuando uno lee el texto se va interiorizando de que no tiene que ver exactamente con la verdad o la mentira sino cómo se paran estos personajes frente a la vida, qué quieren construir y cómo.

P.: Para cuidar y construir relaciones, ¿vale la mentira piadosa?

E.W.: No es mentira piadosa, es omitir determinadas cosas, que por ahí al otro no le interesa saber tampoco, por caso, una opinión sobre lo que escribe su amigo editor, si no se le pide opinión para ¿qué decir lo que uno opina? Omitir no es mentir.

G.H.: En los diferentes vínculos siempre existen las mentiras piadosas, con nuestros hijos, con amigos, que uno prefiere omitir para no lastimar o exponer. Hay formas de decir y no decir.

P.: ¿Qué vínculos se cuentan? ¿Qué temas se abordan?

E.W.: Vínculos laborales, amigos y de pareja.

G.H.: Y el vínculo con uno mismo, uno elige cuanto uno se puede mentir y se la cree, y cuanto se dice la verdad. Cuan honesto es uno con uno mismo.

P.: ¿Cómo ven el teatro y la cultura?

E.W.: Recién arranca esta temporada, hay que esperar, la pasada pese a la crisis fue buena, había enorme cantidad de espectáculos. La cultura la veo desfinanciada, vaciada, pasando por un mal momento.

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