En España es una de las actrices más codiciadas, con más de 20 años de oficio y un largo hilván de éxitos. Pero necesitó calzarse la máscara de Dalí y le mameluco para hacerse conocida en la Argentina a partir de La casa de papel. Y su fama aquí creció condimentada por el amor construido con el Chino. Pero la chica bautizada aquí de mil maneras –de ‘la nuera de Darín’ a Tokio, su personaje estrella– tiene nombre propio, que seguramente se instalará fuerte por su enorme trabajo en El jockey, la bella y atrevida película de Luis Ortega. Con ustedes: Úrsula Corberó.
El Hotel Four Seasons está rendido a los pies del equipo del filme que representará al país por un lugar en los Oscar y que irá por un Goya -premios que se entregan en España-, con un desayuno digno de ganar el mejor premio de Bake Off y con periodistas que entran y salen de distintos ambientes para hacer notas exprés, la modalidad de los tiempos que corren.
Pero la actriz de 35 años -que coprotagoniza junto a Nahuel Pérez Biscayart, en la piel de un talentoso jockey reventado por la vida y resucitado por el amor– acepta el pedido de Clarín: media hora a solas, con ronda de café, con el recuerdo de la nena que fue, con las anécdotas de su familia política, con su gracia. Porque además de talentosa, Úrsula es muy graciosa. Y, como si fuera poco, sencilla y relajada.
En la película de Luis Ortega, Corberó hace de un jocketa embarazada, en pareja con el personaje de Pérez Biscayart.Y se le nota, por ejemplo, cuando cuenta “lo mal que uso a veces algunas cosas que dicen aquí, que se me han pegado. Hablo como con un mix. Estoy viviendo una crisis de identidad, exagerando un poco”.
-Dame tres frases de ésas que te delatan.
-De repente me descubro diciendo ‘Oh, me quiero Mateyko’. Y Chino me dijo ‘¿Qué querés decir con eso, amor? Ten cuidado, porque Mateyko es un presentador’. Yo soy como los niños, que aprenden cosas y a veces las usan sin saber muy bien el significado. Y a mí me pasa mucho eso: escucho y las meto en cualquier lado, como el ‘Ah re’ que usan mucho aquí. Yo pensaba que ‘Ah re’ era como ‘Y, una mierda’ y se ve que no (hay una generación joven que usa esa muletilla a modo de reacción irónica o jocosa a un comentario). Y la otra vez dije que algo costaba 40 mil lucas, y claramente estaba diciendo cualquier cosa. También me sale seguido decir “recontrabatiloca”.
-Por suerte no te sale una desubicación.
-No sé, tengo una medio al límite, porque tiro la concha de la lora, que la uso todo el rato, porque como para mí Concha no tiene la connotación fuerte que tiene para vosotros, lo digo como al pasar en las entrevistas, en cualquier lado y la gente me mira como diciendo ‘Uh, esta chica está algo desubicada’.
La primera vez de Úrsula
Nacida en Barcelona en agosto de 1989, tiene cancha para moverse en las ruedas de prensa, en los manos a mano, en los Zoom, pero ésta es su primera promoción en la Argentina y asume cierta “sensación diferente. Esto es distinto, esta película representa mi primera vez en varias cosas: en un rodaje en la Argentina, en el cine independiente… bueno, eso podría ser polémico, pero lo cierto es que ha pasado un tiempo largo desde que hice mi ultima película de autor, es mi primera vez en festivales, también.
-¿Arriba de un caballo también es la primera vez?
-Bueno, eso también es polémico, porque tampoco te creas que he estado ‘muy arriba de un caballo’ en esta película: para los que la vean y me encuentren saliendo escopetada como un relámpago cabe saber que ésa no soy yo, aunque lo parezca. Me pasaba eso también en La casa de papel -integraba la banda de atracadores más famosa del streaming- , que había un capítulo en el que me metía con una moto de motocross en la Fábrica de Moneda y Timbre y la gente me paraba por la calle y me decía ‘Cómo hiciste eso, increíble. Qué bien manejas’. La magia de la ficción. Pero sí te digo que he practicado para hacer a esta jocketa (que se llama Abril y es una de las mejores criaturas que pergeñó Ortega en pantalla).
El director, Luis Ortega, junto a sus dos protagonistas: la española Úrsula Corberó y el argentino Nahuel Pérez Biscayart.-¿Sos de ese tipo de actores que tiene prejucios con algunos personajes y no los hace por principios?
-No, de hecho vengo de hacer uno bastante polémico en El cuerpo en llamas (serie de Netflix basada en un hecho real, sobre una mujer acusada de asesinar a su pareja, en un trabajo suyo sobresaliente). En eso me dejé el… apetito.
-¿Sería como dejar el alma?
-Bueno, lo del apetito que me lo acabo de inventar, eh. No es ni siquiera una expresión española. Capaz lo dije porque me entregué tanto que no tenía tiempo ni de pensar en comer. A mí me gusta meterme en eso lugares. Lo que menos me interesa es hacer un personaje que se asemeje a mí. Creo que nunca hice uno que se me pareciera.
-¿Ruth no era un poquito vos?
-Eh, pero te fuiste muy atrás. Tenía 17 años, pasaron casi 20. Pero, escucha una cosa, ¿tú has visto Física o química aquí? Flipo. Entonces has sido una de las personas de este país que me vio antes que la mayoría.
El Chino Darín y Úrsula Corberó, una pareja consolidada, que se reparte entre España y la Argentina.Úrsula habla de la serie juvenil -del corte de las de Cris Morena, pero en un marco más de drama intergeneracional- que se estrenó en la televisión España en 2008 y tuvo 7 temporadas. Ella era una de las líderes de su curso, la que flechaba a buena parte de sus compañeros, la que siempre tenía una respuesta justa ante los profesores (no había plataformas digitales, pero si uno quería podía verla).
-¿Tuviste en la vida algo de la rebeldía de Ruth?
-Siempre he sido muy camaleónica. Era muy chiquitita cuando empecé el instituto (la secundaria), que es cuando te enfrentas a la vida más adulta y es una prueba de fuego. Era muy pequeña físicamente y me tuve ir haciendo fuerte. Teníamos todos la misma edad, pero todo el mundo me sacaba una cabeza. Siempre he sido como muy pa’ afuera, como muy extrovertida, poco vergonzosa y con una rebeldía naif. Pero en el momento en que empecé a ver que había gente más pesuti, mas peligrosa, tuve que hacerme como un personaje. Y mi estrategia fue hacerme amiga de las líderes, mientras que con los profesores yo era ejemplar, mostraba mi cara más angelical y dulce. O sea que para relacionarme con los otros dentro de la clase supe meterme en un grupo fuerte.
-¿Saliste del instituto mejor parada que como habías entrado?
-Bueno, la crueldad a esa edad está ahí, siempre.
-¿Padeciste bullying?
-Sí, porque era pequeñita y porque ya hacía anuncios (publicidad). Era exitosa y el éxito cuesta, hay que pagar un precio. Me castigaban un poco por eso: hacía un anuncio y estaban todo el rato como repitiendo la frase que yo decía.
En «La casa de papel», Corberó era Tokio, miembro de la banda de atracadores lidera por El Profesor.La charla fluye lindo sin reloj de testigo adentro, pero con gente afuera que maneja un tiempo de descuento y avisa cada tanto cuánta arena nos queda. De golpe alguien entra en la habitación y se genera un gag sobre la identidad, que no viene al caso.
Y vos, ¿quién sos?
-Hablando de cambio de nombres, ¿te molesta que te llamen Tokio o te presenten como «la novia del Chino» o «la nuera de Darín»?
-Te digo algo: estaba bastante nerviosa por el día de hoy, porque tengo un vínculo fuerte con la Argentina desde hace muchos años, nunca había hecho promoción aquí y me importa gustarle a la gente de este país. Tengo mucho afecto con personas de este lugar, próximas y bonitas, a las que quiero mucho. No me importa que me presenten como la novia de, la nuera de, o la actriz de La casa del papel, porque la verdad es que me enorgullezco. Me siento orgullosa de ser la novia de Chino, de tener un suegro como Ricardo, y me siento orgullosa de haber formado parte de La casa de papel.
-¿Te reís de los chistes de Ricardo?
-Me río mucho con las anécdotas de Ricardo. El es un gran storyteller.
-¿Un qué?
-Un storyteller.
-¿Que sabe contar?
-Claro, y yo también tengo ese don. Todos me dicen ‘Hija, da igual lo que te pase, te pase algo enorme o te encuentres un euro en la calle, lo cuentas y es la historia más fascinante que jamás uno haya escuchado’. Pero Ricardo tiene ese don un poco más elevado. Yo lo podría escuchar hablar largo rato. Nos reímos mucho juntos, creo que tenemos un lenguaje compartido, nos entendemos, tenemos cosas parecidas en cuanto a personalidad. Y, volviendo a tu pregunta, que me llamen como quieran, vivo lidiando con esto. Pero si pudiera elegir me gustaría que lo hicieran por mi nombre.
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El filme de Luis Ortega.
Cuenta que “de niña no paraba de hablar y hacer alguna gracia. Todo lo convertía en un espectáculo. Por ejemplo, tenía unas Barbies y les decía a mis padres ‘Hoy a las siete de la tarde están ustedes invitados al desfile de las Barbies’. Ellos se sentaban en el sofá y se veían todo el show como si fuera una obra de teatro. He tenido la gran fortuna de tener unos padres que todo lo que he dicho de pequeña se lo han tomado en serio. Los escuche decir ‘Dejemos que se exprese, que su creatividad fluya por donde ella quiera’. Mi padre lleva en su billetera un dibujo que hice con 5 años. Me la enseñó hace tres años: ‘Lo dibujaste tu y me dijiste que era el trípode de una cámara’. Muy fuerte esa prueba”.
Hija de Pedro y Esther, dice que “ellos son lo más. Papá es carpintero, ebanista de generación tras generación, una persona muy especial. Y Esther es explosiva. He sacado algo muy equilibrado: la energía de mi madre y la sensibilidad y la creatividad de mi padre”.
La pareja de ficción que se hizo realidad
Después de haber compartido rodaje en la serie española La Embajada -hacían de novios-, Úrsula y el Chino Darín empezaron a salir y no se separaron más: “Mi base está en Madrid, vivo con Chino allá. Y además tengo mi casa en Barcelona y él tiene una en Buenos Aires. Vamos y venimos todo el tiempo”.
Úrsula con sus suegros, Florencia Bas y Ricardo Darín, en la avant premiere de «El ángel», película en la que trabajó El Chino.-¿Tenías una imagen de la Argentina antes de conocer al Chino?
-No, la verdad que no. Es difícil tener una imagen de la Argentina sin haber estado. El encanto de este país no viene, para mí, de una cosa establecida física o arquitectónica. Siento que va más por el lado de la película de Luis, ¿sabes?, como una experiencia que te va atrapando. Y cada vez me gusta más.
Ya sobre los últimos granitos de arena que caen del reloj imaginario (igual alguien entrará para decir «tiempo cumplido»), echa la vista atrás, va a la semilla de su oficio y recuerda que “ya desde chiquita quería subirme a un escenario. A mí me gusta que me miren”.
-Pero no desde el lugar de que te la creés, ¿o sí?
-Estoy bastante a favor de creérsela. Creérsela no es ser soberbio ni egocéntrico. Para mí todos nos la tenemos que creer un poco. Hay que sentirse meritorio de lo que a uno le pasa después de haber estado remando, de haber confiado en uno mismo. Sé que puede sonar raro el concepto, pero siempre hago hincapié en que es bueno que la sociedad sea conciente del poder individual que tiene cada uno como para que no nos lleven como rebaño, como borregos. Pienso que en todos hay una magia, algo único y especial y es bueno decir ‘Yo soy esto, con las cosas buenas, con las malas, con todo’.
Y ella es Úrsula Corberó, más allá de sus vínculos y sus personajes. O, mejor aún, también con ellos.