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31 octubre, 2024

David Benítez, el formoseño que les enseña a bailar tango a los ingleses

En el curso de algo de más de cuatro décadas, David Benítez salió de su ciudad natal en la provincia de Formosa, estudió ballet en Buenos Aires, ingresó al prestigioso Taller de Danza del Teatro San Martín, fue invitado por Mauricio Wainrot para integrarse al Ballet del San Martín, bailó en el Ballet del Mercosur de Maximiliano Guerra, trabajó en la Compañía Tango x 2 de Miguel Zotto y terminó por instalarse en Londres, donde con su esposa Kim dirige la escuela de tango más importante de la capital británica.

Desde esa escuela, y con la colaboración de su amiga, la super estrella argentina Marianela Núñez –primera figura del Royal Ballet de Londres- ha organizado eventos benéficos para enviar ayuda a niños con carencias en la Argentina.

A partir de la adolescencia, David tuvo que encontrar algunos subterfugios para dar curso a su vocación de bailarín. Su papá, policía en Formosa, se había propuesto con toda firmeza que sus cuatro hijos varones adoptaran la misma profesión.

No lo logró con ninguno de ellos, pero seguramente la rareza más grande habrá sido para él la de tener un hijo bailarín.

Su papá quería que fuera policía, pero David Benítez quería bailar. Se vino de Formosa a Buenos Aires diciendo que estudiaría medicina, pero recaló en el Taller de Danza del San Martín. Foto: Martín BonettoSu papá quería que fuera policía, pero David Benítez quería bailar. Se vino de Formosa a Buenos Aires diciendo que estudiaría medicina, pero recaló en el Taller de Danza del San Martín. Foto: Martín Bonetto

El llamado de la vocación

-David, ¿cómo y cuándo apareció en vos la vocación por la danza?

-Hay un antecedente en mi familia: mi abuela bailaba en un circo, viajaba mucho y un día no volvió más. Mis padres, que eran de origen correntino, bailaban chamamé; y yo, en la escuela secundaria, había elegido la danza folclórica como actividad optativa y me recibí de maestro de folclore. Un día se presentó en Formosa la compañía de Maximiliano Guerra. Marianela Núñez, que tendría unos catorce años en ese momento, bailaba con él.

-¿No habías visto nunca ballet?

-No. Y encontré allí algo mágico, especial; descubrí que era lo que quería hacer. Cuando se lo conté a mi padre, él se opuso totalmente: “tenés que entrar en la policía”.

-¿Entonces?

-Me vine a Buenos Aires con el apoyo de mi mamá; a mi papá le dijimos que iba a estudiar medicina. Vinimos con varios amigos, nos dieron alojamiento en la casa de la provincia de Formosa, trabajé pintando el estudio de Raúl Candal (nota: un importante bailarín del Colón, ya retirado) y limpiaba la oficina de la asociación Arte y Cultura, que también me ayudó mucho.

-¿Qué edad tenías?

17 años y quería ser bailarín clásico. Pero luego entré al Taller de Danza del San Martín y eso me acercó a la danza contemporánea. Me gradué y Mauricio Wainrot me invitó a que me integrara al Ballet del San Martín. Pero antes, en la función de graduación, habían estado presentes mis padres.

David Benítez, en pose tanguera. Cuando comenzó su escuela en Londres, tenía cinco alumnos. Ahora creció muchísimo. Foto: Martín Bonetto David Benítez, en pose tanguera. Cuando comenzó su escuela en Londres, tenía cinco alumnos. Ahora creció muchísimo. Foto: Martín Bonetto -¿Tu papá ya estaba al tanto del engaño?

-No, recién cuando llegaron a Buenos Aires le contamos todo. Se asombró mucho pero no se enojó. Y en la función de graduación, se emocionó hasta las lágrimas viéndome bailar.

-¿Cuánto tiempo estuviste en el Ballet del San Martín?

-Alrededor de dos años. Porque luego Maximiliano Guerra, buscando bailarines para una gira de su Ballet del Mercosur, me contrató. Al terminar la gira pensé en lo corta que es la carrera de un bailarín, con tanta gente que estudia danza, aquí y en todo el mundo, y qué pocos acceden a la profesión; así fui acercándome al tango, que siempre me había gustado, pero nunca había hecho.

Rumbo al tango

-¿Fue cuando comenzaste a trabajar con Miguel Zotto?

Sí, necesitaba un bailarín contemporáneo para una coreografía sobre Balada para un loco. Me sumé a la compañía, hicimos muchas giras por toda Europa, aprendí otras coreografías grupales del espectáculo y después empecé a estudiar tango en serio. Fue trabajando con Zotto que conocí a Kim, mi esposa, que es inglesa y con la que tenemos dos hijas.

David Benítez y su esposa Kim, en una calle de Londres.David Benítez y su esposa Kim, en una calle de Londres.-¿Ella era bailarina?

-No, en principio, era abogada de la compañía de Zotto. Pero ya estudiaba tango, que había conocido en Londres y que después continuó estudiando en Buenos Aires; el tango fue una verdadera adicción para ella. Nos enamoramos, comenzamos pronto a vivir juntos y finalmente nos instalamos en Londres.

-¿Y crearon allí una escuela de tango?

-Sí. Y también formamos con Kim una pareja de baile. Trabajamos mucho en festivales y bailamos con frecuencia en la embajada argentina en Londres. Mucha gente cree que Kim es argentina por su manera de bailar tango. Ella tiene algo especial; es muy refinada, muy elegante, muy bella.

-¿Cómo es tener una escuela de tango en Londres, que entiendo que es muy importante?

-Por empezar, por el hecho de haber estado en Londres con la compañía de Miguel Zotto, y con un espectáculo muy exitoso, la gente se acordaba de mí. Ya estábamos haciendo con Kim algunos shows en milongas londinenses, luego empezamos a dar clases y finalmente alquilamos un estudio en el barrio del Soho, bien céntrico. Al principio fueron sólo cinco alumnos: mis suegros, mi cuñada y dos personas más. Poco a poco fue colmándose de gente.

David Benítez organiza en Londres galas benéficas para la niñez carenciada de la Argentina. La bailarina Marianela Núñez suele participar. Foto: Martín BonettoDavid Benítez organiza en Londres galas benéficas para la niñez carenciada de la Argentina. La bailarina Marianela Núñez suele participar. Foto: Martín Bonetto-¿Qué tipo de alumnos tienen? ¿De qué nacionalidades?

Desde aficionados que necesitan un momento propio en el que el mundo y sus preocupaciones quedan afuera, y también bailarines profesionales. Y en cuanto a las nacionalidades, hay muchos italianos, franceses, griegos, ucranianos, hindúes. La proporción menor es de ingleses. En otros países reconocen a nuestros alumnos por su manera de bailar.

-¿Podrías contar algo de tu relación con Marianela Núñez?

-Nos pusimos en contacto con ella cuando nos instalamos en Londres y ella comenzó a invitarnos a las funciones del Royal Ballet. En un momento empezamos a organizar eventos con el fin de recaudar dinero para niños argentinos con necesidades. Le preguntamos a Marianela si podía participar bailando y dijo que sí, con esa generosidad que tiene.

-¿En algún momento tomó clases de tango con ustedes?

No, le encanta, lo ama, pero no se anima. Creo que usó el término “patadura”: “Soy una patadura para el tango”.

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