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31 octubre, 2024

Damián Szifron, y sus mejores recuerdos a 10 años del estreno de Relatos salvajes

Quién podría imaginar que Relatos salvajes, la película más taquillera de la historia del cine argentino, con sus casi 4 millones de espectadores, “surgió por accidente”, como nos cuenta en esta entrevista exclusiva su director, Damián Szifron.

Estamos hablando de la película con Ricardo Darín como Bombita, con Darío Grandinetti en el prólogo de Pasternak, con Julieta Zylberberg y Rita Cortese, con Leonardo Sbaraglia, con Oscar Martínez y Osmar Núñez, con Erica Rivas y Diego Gentile dentro de un elenco multitudinario y lleno de estrellas.

El filme que fue candidato al Oscar a la mejor película extranjera, y el último argentino a la fecha en competir por la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Es la única entrevista que dará por el reestreno de su película, este jueves 22 de agosto, en coincidencia con el estreno de hace diez años. Szifron está en estos momentos preparando lo que será la película de Los simuladores, con producción de Paramount+. Y como suele suceder cuando Damián habla, habla hasta por los codos, afortunadamente, y con profundidad.

«Surgió por accidente», dice Damián acerca de la película más taquillera de la historia del cine nacional. Foto: Gabriel Machado (@machadito_arte) -¿Cómo fue el origen de “Relatos salvajes”?

Relatos salvajes surgió por accidente, fue una suerte de hijo no deseado del que te terminás enamorando. Yo estaba obsesionado con otro proyecto, una película de ciencia ficción que venía desarrollando desde hacía años y ya había mutado en trilogía, extremadamente cara y muy difícil de producir en la Argentina. Se había convertido en una especie de Moby Dick y perseguirla me estaba destruyendo. Entonces, frente a las nuevas ideas -porque la imaginación seguía fluyendo-, para evitar que fueran a parar a ese proyecto, trataba de procesarlas enseguida y de convertirlas en otra cosa.

Esa otra cosa fue una serie de cuentos, que en principio estaban desvinculados. Escribirlos fue muy placentero, siempre digo que los escribí como canciones. Literalmente, como un músico que entra a un bar, agarra una servilleta y un lápiz, y crea un tema de principio a fin. Cualquier estímulo de la realidad, cualquier frustración momentánea, se transformaba en un relato breve. Fue mucho después que descubrí que todas esas historias estaban atravesadas por un tema en común, por cierta anarquía, por cierta irreverencia, y que más que islas conformaban un archipiélago.

Damián, en el Damián, en el «luncheon», la reunión de los nominados al Oscar, en Hollywood. Foto AFP / Archivo Clarín.-¿Cómo fue el armado del elenco?

-Con la gente de K&S y Javier Braier, responsable del casting, empezamos a jugar con la idea de armar un equipo potente, que normalmente no coexiste en la misma película, pero que la naturaleza episódica de la nuestra admitía. Sabía que quería trabajar con algunos actores, y otros fueron apareciendo después.

Ricardo (Darín), por ejemplo, leyó el guion en un día y se sintió inmediatamente atraído por Bombita. Inicialmente yo sentía que podía ser un gran Mauricio, el personaje que terminó haciendo Oscar (Martínez), mientras que a Oscar lo imaginaba como el conductor del Audi que terminó interpretando Leo (Sbaraglia). Fue un proceso lúdico y festivo el de reimaginar una y otra vez los mismos cuentos con distintos rostros y expresiones. El episodio de Las ratas era un dúo, un movimiento para dos instrumentos, y pensamos en Julieta (Zylberberg) y Rita (Cortese) en oposición.

Elencazo: Grandinetti, Rivas, Martínez, Darín, Sbaraglia, Cortese y Zylberberg.Elencazo: Grandinetti, Rivas, Martínez, Darín, Sbaraglia, Cortese y Zylberberg.-¿Cuál fue el más difícil de resolver?

-Fue el último, Hasta que la muerte nos separe. A Erica la conocía de Los simuladores y de un piloto que nunca salió al aire, sabía de lo que era capaz, y tenía muchas ganas de trabajar con ella, pero el casting del personaje del novio fue extenso. Apenas vi la prueba de Diego Gentile, supe que lo habíamos encontrado. Lo mismo me pasó con Walter Donado, el partenaire de Sbaraglia en El más fuerte, rol para el que probamos a muchos actores. De hecho, Walter no es actor, es entrenador de animales, y fue quien llevó al famoso puma al episodio de Los simuladores protagonizado por Cacho Espíndola. Pero resultó genial. Es un tipo fantástico, que encima no necesita dobles de riesgo porque duerme con leones y nada con cocodrilos.

Tuve un elenco de excepción: Diego Velázquez, Osmar Núñez, César Bordón, María Onetto, Germán De Silva, Mónica Villa, o María Marull (su mujer), desde ya. Me encantaría nombrarlos a todos porque elevaron la película. Lamentablemente, muchos actores con los que también tenía ganas de trabajar fueron quedando afuera de la ecuación, pero por suerte hay más relatos en carpeta y otros nuevos que sigo escribiendo -la realidad provee muchos estímulos dentro del género-, así que hay una secuela en camino.

En la cocina. Szifron les marca una escena a Diego Gentile y Erica Rivas. En la cocina. Szifron les marca una escena a Diego Gentile y Erica Rivas. «Filmar ese relato fue una fiesta», dice, aunque tuvo que improvisar, algo raro en él.-¿Y para cuándo la secuela?

-Mirá, de hecho, son dos: Más relatos, más salvajes, por un lado, y Planeta salvaje, por el otro, con historias alrededor del mundo habladas en múltiples idiomas. Veremos qué podemos materializar.

En Salta, rodando con Leo Sbaraglia. En Salta, rodando con Leo Sbaraglia. «Es el relato más cinematográfico. Hoy es de los que más me gustan».-¿De dónde surgieron los nombres de los personajes?

-Históricamente bautizo personajes con nombres de gente que conozco. Mario Santos, por ejemplo, el cerebro de Los simuladores que interpreta Federico D’Elía, es el director financiero de la Universidad del Cine (donde Damián estudió). León Stofenmacher, su alias, era mi abuelo. Siempre lo hice con el máximo de los cariños y normalmente la respuesta fue muy positiva. Pero con el paso del tiempo hubo quién se molestó, o que supuso que yo en realidad estaba queriendo decir algo entre líneas, entonces decidí simplemente inventarlos.

No obstante, en Relatos salvajes hay un par que pertenecen al viejo período. Pasternak, por ejemplo, era un técnico con el que trabajé en Telefe y su apellido me resultaba memorable, adecuado para ese episodio. Después de estrenada la película, alguien me hizo notar que ya había usado ese apellido en Los simuladores, y que la repetición había dado origen a una teoría sobre un posible multiverso que conectaba a la película con la serie.

Darío Grandinetti en Darío Grandinetti en «Pasternak», el primer relato que escribió Szifron.-¿En qué orden escribiste los relatos, y luego por qué decidiste ese orden?

-Es curioso lo que pasó. No llevé demasiado registro del orden en que los escribí. Sí te puedo decir que el primero fue Pasternak y pertenece incluso a otra etapa creativa. Es muy diferente a los demás. La inspiración de Bombita también es anterior. Todavía vivía con mis padres. Un día me llevó el auto la grúa y volví a mi casa a las puteadas, porque el lugar donde había estacionado estaba mal señalizado. Mi viejo me miró y me dijo “Algún día uno va a dejar el auto cargado de explosivos mal estacionado a propósito”. Le dije, “Papá, ésa es una idea sensacional”. Creo que la risa de considerar la alternativa combatió instantáneamente la frustración. Y eso es lo que tiene el cine, o el arte, o la imaginación.

Volviendo al punto, conservé algunas historias, descarté otras, rodé la película, la monté, consideré diferentes órdenes, definí éste, me arrepentí, enroqué dos cuentos, y corrimos con la posproducción para llegar al Festival de Cannes. Y cuando me hicieron esta pregunta por primera vez, tomé conciencia de que el orden final es exactamente el mismo orden en que los escribí. Como si a nivel inconsciente siempre hubiese existido esta forma y me llevó todo ese tiempo recuperarla. No es la primera vez que me pasa. De hecho, el proceso de escritura para mí se parece mucho a tener un sueño, que esconde un sentido muy profundo, profundo para vos, olvidártelo, y embarcarte en una aventura narrativa para reconstruirlo.

Rita Cortese y Julieta Zylberberg en Rita Cortese y Julieta Zylberberg en «Las ratas». «Se tentaban mucho, las dos son divinas», recuerda Damián.-Supongo que tendrás algún recuerdo especial de cada relato.

-Sí, tengo impresiones de todos. De Pasternak, el calor insufrible. Rodamos en un avión destartalado que Aerolíneas Argentinas tiene para entrenamiento, sin aire acondicionado, una lata bajo el sol, en pleno verano, con todos los faroles encendidos, en un espacio reducido, se desmayaban los extras, fue infernal.

Las ratas se filmó en Baradero, en un parador que se llama 1, 2, 3. Fue un rodaje alegre, Julieta y Rita se tentaban mucho, las dos son divinas, y estaba muy impactado por la precisión y la predisposición de César Bordón. También fue lindo el vínculo con Javier Juliá, porque la puesta de cámara que tenía pensada era realmente milimétrica, necesitaba de un experto, y lo encontré en Javier.

Con Walter Donado. Con Walter Donado. «No es actor, es entrenador de animales: fue quien llevó al puma al episodio de ‘Los simuladores’, con Cacho Espíndola». El más fuerte arrancó con complicaciones, uno o dos días técnicamente muy difíciles, con autos en movimiento, en rutas, con algunos desperfectos, y pensé que no lo iba a poder terminar. Para colmo estábamos muy pasados de presupuesto y se había considerado no rodar esa historia. Tuve que insistir mucho porque la película me dejaba de gustar sin ella, la imaginaba y la sentía mutilada, era el relato más visual, más cinematográfico si se quiere, casi no tenía diálogo.

Creo que contiene la única frase improvisada de toda la película, a Leo le salió “Madre mía de mi coração” y me encantó. Pero bueno, cuando las cosas no estaban marchando sentí que había llevado a toda esa gente hasta Cafayate y que quizás el material iba a quedar afuera del montaje por incompleto, o porque se iba a ver torpe, qué sé yo.

Pero con el correr de los días, y gracias a un equipo técnico de primer nivel, lo fuimos sacando adelante, y de repente me empecé a entusiasmar. El clima, los actores, los planos, sentí que todas las piezas estaban funcionando y me moría de ganas de montarlas. Hoy definitivamente es uno de los que más me gusta.

Bombita, con la torta que llevará, tarde, al cumpleaños de su hija. La idea de la bomba en el auto a Damián se la dio su papá.Bombita, con la torta que llevará, tarde, al cumpleaños de su hija. La idea de la bomba en el auto a Damián se la dio su papá.El cuarto es Bombita. De ese episodio lo que imprime es mi relación con Ricardo. Fue el primero que rodamos, nunca habíamos trabajado juntos, hacía mucho que yo no filmaba, y tenía todos los temores del caso. Pero me encontré con un tipo gentil, afectuoso, trabajador, imaginativo, profesional, muy gracioso, enérgico, vital, y de alguna manera su experiencia y su confianza me blindaron para todo el proceso que iba a venir después

Rodé La propuesta volando de fiebre. Ya estábamos terminando el rodaje y el cuerpo te pasa factura. Oscar Martínez también estaba para atrás, tenía una gripe fuerte. Es un episodio muy teatral, con un elenco grande en comparación a los demás, y con un tema más denso. En realidad, sigue siendo lúdico, no abandona el ADN de la película, pero claramente tiene otra profundidad.

Oscar Martínez escucha a Osmar Núñez, su abogado, en Oscar Martínez escucha a Osmar Núñez, su abogado, en «La propuesta». «Sin este relato, la película sería demasiado liviana».Apenas empezamos a filmar, me di cuenta de que era el especial, el diferente, el disonante, pero al mismo tiempo complementario. Sin ese relato, la película sería demasiado liviana, demasiado digerible. Y ese conjunto de actores, con Oscar a la cabeza, le sacó el jugo a cada frase. Tenía la sensación de estar dirigiendo a los mejores músicos del mundo, cada uno con su instrumento afinadísimo. Todos tenían formación teatral, sabían la letra a la perfección, y proyectaban la voz con una calidad y una calidez asombrosas. Fue uno de esos rodajes que no querés que terminen.

Y Hasta que la muerte nos separe fue, literalmente, una fiesta. Era imposible rodar lo que había planificado, no me daban los días, ni los equipos, ni los extras, y Matías Mosteirín (productor de K&S), un día antes, me dijo algo así como “Vas a tener que improvisar”. Fue un gran consejo. Entonces reservé una habitación en el hotel Intercontinental y me quedé a dormir toda la semana ahí. Cuando terminábamos cada jornada, me daba una ducha y bajaba al salón a anotar la puesta del día siguiente. Por eso se siente más libre. Más salvaje.

Damián, por 2014, el año en que estrenó su tercera película.Damián, por 2014, el año en que estrenó su tercera película.Como hice borrón y cuenta nueva, y no sabíamos a dónde nos iba a dejar cada una de las situaciones, necesitábamos filmarlo en orden. Y los extras, que estaban todo el tiempo ahí, presentes, no conocían el guion, entonces iban reaccionando a cada uno de los giros del relato en vivo. Como una obra de teatro en la que el público está adentro del escenario y va viendo la progresión de a cachitos. Además, como estábamos en un salón, montado con luces y equipo de música, cada tanto ponía un par de temas y tanto los técnicos como los extras salían a bailar…

Palabras aparte para Érica Rivas y Diego Gentile, que dejaron todo en la cancha. Todos dejamos todo en la cancha. Fue una experiencia intensa y luminosa, independientemente del resultado. Aún con todas las complicaciones, no recuerdo un rodaje tan feliz como el de esta película.

Erica Rivas y Diego Gentile en el último relato, Erica Rivas y Diego Gentile en el último relato, «Hasta que la muerte nos separe». «No recuerdo un rodaje tan feliz como el de esta película». -¿Qué sentís habiendo dirigido la película más exitosa de la historia del cine argentino?

-Calculo que todos los que participamos de Relatos salvajes nos sentimos orgullosos. Uno trabaja para el público, se expresa para la audiencia, cada decisión, de las miles de decisiones tomadas durante una película, si el proceso es sano -y éste lo fue-, tiene un destinatario: el espectador. Entonces, darte cuenta de que las ideas llegaron, de que los detalles fueron percibidos, de que la tensión fue transmitida, y a tanta cantidad de gente, confirma que el esfuerzo valió la pena y te invade una sensación de profunda gratitud.

Con Darín, observando cómo quedó una toma de Con Darín, observando cómo quedó una toma de «Bombita».-¿Cuál de los premios y nominaciones te generó mayor placer recibir?

-A la distancia, lo que evoco es el recorrido, que fue larguísimo. Duró más de un año. Arrancó en Cannes y terminó en los Bafta (los premios de la Academia de cine británica). En el medio Telluride, San Sebastián, Morelia, Londres, Dubai, los Oscar, el Goya, el National Board of Review… Me despertaba todo el tiempo en un país distinto. Y en todos esos lugares hablando con gente de todo el mundo, con actores, productores y directores que yo admiro mucho, cuyos nombres ilustraban los afiches que tenía colgados en mi cuarto durante la infancia y la adolescencia, descubriendo la película y hablándote efusivamente de tal o cual escena.

En Cannes. Leonardo Sbaraglia, María Marull, Oscar Martínez, Damián Szifron, Erica Rivas y Ricardo Darín posan para los fotógrafos. Foto AFPEn Cannes. Leonardo Sbaraglia, María Marull, Oscar Martínez, Damián Szifron, Erica Rivas y Ricardo Darín posan para los fotógrafos. Foto AFPNo son cosas que pasan todos los días. Fue una etapa particular.

¿Qué pasa con la película de «Los simuladores»?

-¿Futuro? ¿Qué se viene?

-Más allá del proyecto de Los simuladores y de las secuelas de Relatos salvajes, trabajo desde hace mucho tiempo en el armado de una productora de contenido que ya está operativa. Ahora estoy desarrollando dos series y tres películas con diferentes equipos, toda gente muy querida y talentosa. Por ahora se trata de un proceso puertas adentro, nada para anticipar aún.

La reunión de La reunión de «Los simuladores» en la avant premiere de «Misántropo», la última película de Damián Szifron. Foto Movilpress-Se dijo en estos días que la película de «Los simuladores» venía un poco demorada…

-¿En serio? (Risas) Lo sé, por supuesto. Pero hubo muchas imprecisiones. La situación del INCAA, por ejemplo, no tiene absolutamente nada que ver con la demora. Se trata de un emprendimiento 100% privado, lógicamente. Cuando se anunció, Paramount estaba desembarcando con su servicio de streaming en la región y se proponía hacer una inversión muy fuerte en un proyecto francamente ambicioso. Yo tengo libertad creativa total y definitivamente la usé a la hora de sentarme a escribir.

Más tarde, la compañía atravesó una crisis global que es de público conocimiento, está encaminándose hacia una fusión, repercute en el valor de sus acciones, y hoy su situación financiera es muy distinta. Son corporaciones, esto pasa todo el tiempo, y sumado a que la proliferación y disolución de plataformas cambian las reglas del juego, muchos proyectos se ven afectados. La mayoría de las veces ni te enterás, porque los títulos no son conocidos. Otras sí. El Batman de la era Pattinson se pospuso en múltiples ocasiones y también su secuela. Las películas de Marvel se anuncian y luego van reagendándose en el calendario. Avatar 2 iba a llegar dos años después de la primera Avatar. Tardó trece.

En esta industria, diría que es más la norma que la excepción. Pero esta es una película local, se trata de una serie querida, y la expectativa -que uno por supuesto agradece-, se transforma en un factor de presión extra. Dicho esto, tanto Paramount como nosotros seguimos adelante, confiamos en la historia que tenemos para contar, en la escala que imaginamos para contarla, y simplemente el modelo financiero para hacerlo posible está llevando más tiempo del previsto.

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