La gacetilla de prensa dice así: “El lunes 30 de septiembre a las 22.00 llega a la pantalla de eltrece Por amor o por dinero, el reality en donde cada pareja puede gastar su premio antes de ganarlo. Se acerca el programa que pondrá a prueba el amor, la confianza y la relación con el dinero de diez parejas argentinas. Conducido por Alejandro Fantino cada una de las 10 parejas participantes recibirá 50 millones de pesos y tendrá que decidir si gastarlos durante su estadía o conservarlos para llevarse el premio total”.
Todo un desafío. El mecanismo del reality, el reality en sí mismo y ni hablemos de la problemática de la pareja. Se han escrito chorreras de libros y tratados, se filmaron cientos de películas y se han gastado kilómetros de cuerina en sillones de psicólogos de todo el mundo, desde Freud para acá, tratando de develar ese misterio insondable que llamamos “pareja”.
¿Y no fue el genio irónico de Groucho Marx quien articuló aquella vieja frase sobre que “el matrimonio es la principal causa de divorcio”? Pero Alejandro Fantino, conductor de este nuevo reality de la televisión abierta, se encuentra absolutamente en las antípodas de Marx.
Fantino es hoy un hombre feliz en éste, su nuevo matrimonio con la modelo Constanza Coni Mosqueira. Además ambos son padres desde hace seis meses del pequeño Beltrán, lo que le aportó aún más dicha y buenaventura al rubio animador . O sea, nadie mejor elegido para semejante tarea en la pantalla chica.
-¿Por amor o dinero? Ahí tenemos dos filosofías que parecieran contrapuestas…
-El tema del amor y de dinero lo pensaba hace un rato. El amor y el dinero son dos fuerzas contrapuestas en la sociedad donde vivimos. Es un planteo permanente. Yo me planteo siempre si las cosas las hago por amor o por dinero. Me digo: ¿Por qué voy a Neura -su productora y canal de streaming-, todos los días? ¿Voy por amor o por dinero?
Alejandro Fantino es padre de Beltrán, un bebé de seis meses, y de Nahuel, de 33 años. Foto: Ariel Grinberg -¿Y qué te contestás?
-Honestidad brutal: yo voy por amor. Después puede ser que eso me dé dinero o no, pero voy para hablar un rato en la mesa con amigos, acerca de, no sé, el multiverso. Yo hice muchas cosas por dinero, en televisión, he trabajado por el sueldo, viendo qué día se cobraba. Pero hoy es otra cosa.
Usar la energía del oponente
Alejandro Fantino aparece vestido de manera elegante pero deportiva, con un traje del cual prefiere sostener el saco gris al hombro, remera ajustada que evidencia su cintura de hombre felizmente casado, unas zapatillas de marca y el cabello con jopito, algo revuelto. Bien a lo Fantino. Y Fantino es Fantino, amado y odiado en partes iguales. Con sus fans y detractores que no le pierden pisada. Besos y cascotes para Fantino.
Él lo sabe. Y no sólo no se preocupa, sino que maneja ese juego a la perfección. Como si fuera un Gran Maestro de aikido utiliza la energía de los oponentes para beneficio propio. Y hasta la fecha nadie podría decir que la estrategia no le esté resultando.
-La pregunta es: ¿hay un Fantino de entre casa y un Fantino público? ¿Son dos personalidades dispares conviviendo dentro de un mismo envase mortal? ¿Es auténtico el santafesino Alejandro Jorge Fantino?
-Mirá, yo tengo 52 años, a punto de cumplir 53. Tengo un yo social y un yo familiar. Y no difieren mucho. Por supuesto que no ando en casa diciéndole a mi esposa o a mi suegra: “Pará, pará, pará ¿me explicás cómo hiciste esa tarta?”. Me considero una persona bastante apreciada. Tengo un buen caminar por la calle. No tengo grandes problemas ni acá ni en el interior ni donde vaya. Puedo estar pescando en Santa Fe o caminando por Recoleta. La gente olfatea, identifica cuando el yo social del famoso difiere del yo familiar.
Elegante sport. Alejandro Fantino cree que el creador de «Por amor o por dinero», el reality que conducirá en El Trece, es un genio. Foto: Ariel Grinberg -O sea, decís que sos bastante auténtico.
-Soy bastante coincidente. Tengo claras las cosas en mi vida. Vivo en Nordelta, me hago cargo de esto. No me cae muy bien el lugar donde vivo, no me gustaría socializar a mi hijo ahí, pero la casa me la hice ahí, después me divorcié, me quedé con esa casa, etcétera. Marguerite Yourcenar en Memorias de Adriano dice: “A la larga, la máscara se te convierte en rostro”. Y en televisión y en la fama hay que tener mucho cuidado de que la máscara no se te convierta en rostro.
El dilema del rating
Hay dos hechos flamantes (y felices) en la vida de este Fantino. Uno desde ya es el nacimiento de Beltrán, con todas las complicaciones que más tarde va a relatar. El otro asunto es que a fines de agosto pasado se recibió como Licenciado en Filosofía en la Universidad Católica de La Plata. Por eso durante toda esta charla va a citar nombres, frases. Libros y escuelas de filosofía. Y está muy bien, está contento.
-No hace mucho vos decías que te bajabas de la preocupación del rating, que eso te angustiaba y lo habías hablado incluso en tu terapia.
-Hace poco leí las Cartas a Lucilio, del filósofo romano Séneca, porque volvía a la televisión abierta y tenía que entender cómo transitar eso: qué provoca que permanentemente en la TV abierta se busque algo más. Y Séneca plantea que uno es un ser que desea los deseos del otro, que también es algo muy lacaniano. Yo soy un ser construido por el otro. En la TV siempre se quiere más, hacés diez puntos y tenés que hacer once, y después doce y más y más. Y llega un momento en que se produce la angustia de no conseguir los dos dígitos. Esa es una polémica que ya tengo zanjada.
-¿Y aplicado el concepto a este nuevo reality de eltrece, cómo lo ves?
-Este programa es muy particular. Cada pareja va a tener cincuenta millones de pesos y van a ver cómo gastar ese dinero, van a poder comprar cosas y después el que gane el reality se quedará con los cincuenta millones. Podes comprar cosas dentro del loft y en el de lugares comunes. Vi el casting de las parejas. Hay dos o tres parejas que no le dan mucha bola al dinero y otras que sí, que lo van a cuidar.
¿Cómo van a hacer desde el amor esas parejas para ponerse de acuerdo en el gasto del dinero que van a recibir ni bien entran? Y además la gente va a poder decir, no sé, “estos me caen mal porque son menemismo puro, sushi y champán y ¡viven como en los ’90!” o sino “estos me caen mejor porque son como yo”. Eso del amor o el dinero esta recontra expresado acá. El que armó este reality es un genio, no creo que sea un psicólogo, pero entendió que esas dos fuerzas ahí adentro van a ser antagónicas y van a dar mucho que hablar.
Alejandro Fantino se licenció en Filosofía en agosto. Toda la charla está atravesada por algunas de las cosas que aprendió. Foto:Ariel Grinberg
Paternidad: la antigua y la nueva
-¿Te cambió la perspectiva de las cosas ser padre?
-Los hijos… Yo tengo un chico de treinta y tres que encontré cuando él tenía once años, y fue la mejor decisión del mundo haberlo aceptado. Fue difícil, porque la pasé muy mal con la prensa, y lo entiendo. Sé cómo son las reglas de juego. Me hice cargo, y fue lo mejor que me pudo haber pasado, lo comprobé con el tiempo. Nahuel vive en Córdoba con su novia. El otro día vino a casa, entra, Beltrán lo mira y se empieza a reír. Entendió. Un hijo de 33 con un bebito de seis meses y medio… Mirá vos.
-Se te nota especialmente feliz.
-Ayer aceleré en el Camino de los Remeros para llegar rápido a casa y pensaba:“Qué locura, me volví loco”. Claro, también es cómo lo sentís, hay mucha gente que tiene miedo, que no puede superar la presión de la pareja. Pero a veces es tan fácil… Freud decía “a veces un cigarro es sólo un cigarro”. Y yo hacía esta cuenta, vamos a poner que vivamos ochenta y cinco años. Treinta y cinco los vamos a dormir, ya nos quedan cincuenta, de esos yendo a laburar te comés otros veinte, te quedan treinta, de esos te comés otros diez viajando y con quilombos… Limpios te quedan veinte.
-¿Creés en el destino?
-Creo en una destinación, creo en un libre albedrío donde vos también construís eso. Hay dos elementos muy interesantes: el tao que es el camino y el Ki que es la energía, son dos elementos del mundo confuciano (de Confucio, el filósofo chino). Está en vos que puedas reordenar esa energía que corre para que te pueda servir de buen viento en el camino. Eso también lo decía Séneca: “No hay buen viento para quien no sabe adónde va”.
Alejandro Fantino está feliz de volver a la TV abierta y es consciente de las diferencias con el streaming. Foto: Ariel Grinberg-¿Y te sale hacer eso?
-Yo no puedo interpretarme un sueño, pero estoy teniendo unos sueños… Por ejemplo, todo es color de rosa en lo que me está pasando de acá al lunes. Estoy súper feliz con el programa nuevo, fui de invitado a Los 8 escalones, estoy ahora charlando con vos, pero hace dos días que tengo sueños angustiantes.
Me conecta con algo de la tele abierta con lo que yo ya había desconectado. Hay una diferencia entre el streaming y la tele abierta. El streaming es colaborativo y la tele abierta es más bien destructiva. Todas las terminologías, los significantes que se utilizan en la tele abierta son bélicos: “Guerra del prime time, batalla por el rating, cayó tal programa, este programa destruyó al otro” y en el streaming es todo diferente. Gelatina, Blender, el youtuber Tipito enojado, o cualquiera de ellos por más que pensemos diferente compartimos un mismo contenido y no pasa nada, nadie le va a hacer juicio al otro.
-Y eso vos ya lo habías superado, de alguna manera.
-Sé que vengo de un sistema donde yo estaba como el oso de Moris, en el bosque muy contento. Y ahora llego… Ojo, feliz de estar acá, que quede claro, no es que estoy diciendo que estoy angustiado por volver a la TV abierta. No, mi conciente me dice que estoy feliz, pero a lo mejor es eso que esta ahí abajo que me hace soñar dos veces con situaciones angustiantes que veré con mi analista cuando retome.
Video
El reality de El Trece es conducido por Alejandro Fantino.
-¿Será tu parte oscura?
-Mi parte oscura, mirá no sé si la hay. Yo me he cerrado bastante con el afuera, pero no para hacerme el Roberto Sánchez, Sandro, sino porque vivo en mi casa, vivo tranquilo. Siempre estuve casado, primero con Miriam (Lanzoni, actriz) diez años y ahora con Coni. Ella me hace feliz, me hace vivir, me hizo ver lo que es vivir. Que no importa si entra un mango más o un mango menos, o si vivimos acá o en el interior.
Trabajar para ganar la suerte
-¿Sentís que fuiste afortunado en la vida?
-Yo me pregunto hasta con un dejo de culpa por qué me pasó a mi esto tan bello. Y me contesto que soy un luchador, me rompo el traste laburando, soy un profesional. Soy un elegido, sí. En mi casa tengo un altar con dos vírgenes, a San Expedito y la foto de un chiquito que es como un ángel de la guarda, que tiene una historia increíble. ¿Te la cuento?
-Por favor.
-Yo tengo un mueble viejo en casa, como una cajonera, que la fui mudando de casa en casa y que hace años no la abría. Cuando Beltrán estaba en neonatología, estaba todo muy complicado, estuvimos con Coni cinco días internados. Una noche voy a buscar ropa a Tigre, solo. Mi hijo con aire en la incubadora. Me hago un mate, agarro unos calzoncillos, me voy al fondo de la oficina y abro un cajón de ese mueble. Encuentro la foto de un chiquito y una carta. Le digo: “No sé quién sos, sólo te pido que ayudes a mi hijo y voy a leer tu carta”. Pensé que era una carta más para pedirme una camiseta, miro la fecha y era del 2011. La puse al lado del altar donde hay una foto de mi papá, que ya falleció, le prendí una velita y salí.
Después de eso Beltrán se empieza a poner bien, vuelvo y leo la carta. Me la había escrito un amigo de la infancia y el nene era su hijo, que lo había atropellado un camión y había muerto en el 2009. Se ve que la carta se había traspapelado con un montón más. Lo llamo, me atiende y le cuento. Me dice: “No me extraña que te haya ayudado mi chiquito, ayudó a dos nenes que también estaban en neo”, Desde entonces lo tengo en ese altar.
-¿Las críticas te preocupan? Vos sos bastante criticado.
-Son parte de la carrera de uno, hay que estar dispuesto a que eso pase. Estoy expuesto a que alguien me critique, y si yo critico también puedo ser criticado. Soy muy picante para criticar. Soy violento a veces para decir las cosas y entonces me cabe que me pase a mí lo mismo, no soy intocable.
Alejandro Fantino acepta que por su forma de criticar a él también le lluevan críticas. «No soy intocable», dice. Foto: Ariel Grinberg -Estás más existencialista…
-Beltrán me hizo entender que la verdad de las cosas es cuando llego a casa y me pongo a jugar con él. Estoy conectado con el paso del tiempo. Se va gente joven. Por ahí te llaman a otro plano mañana. Por eso me digo que es el ahora real, el disfrute de lo que se pueda.