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19 noviembre, 2024

A los 82 años, murió el actor Enrique Liporace

A los 82 años murió Enrique Liporace, que participó en más de un centenar de obras de televisión y cine. Así lo confirmó este sábado la Asociación Argentina de Actores y Actrices.

«Con gran tristeza despedimos a nuestro afiliado, el actor Enrique Liporace, quien llevó adelante una extensa y reconocida trayectoria en teatro, cine y televisión«, informó la entidad.

Y completó: «Nuestras sentidas condolencias a sus seres queridos, acompañándolos en este momento».

Liporace, casado hace tres décadas y sin hijos, tiene entre sus actuaciones más destacadas en cine roles en Tiempo de revancha (1981) y Últimos días de la víctima (1982), ambas películas dirigidas por Adolfo Aristarain.

Entre fines de los años 90 e inicios de los 2000, actuó en películas del llamado Nuevo Cine Argentino, como Bolivia (2001) y Un oso rojo (2002), de Israel Caetano. Su última aparición en la pantalla grande había sido en 2018, en el filme Ruleta Rusa, según el registro de IMDB.

María Leal y Enrique Liporace en María Leal y Enrique Liporace en «La pecosa», en 1971.En 1996, además, participó de la película Eva Perón, la versión en la que Esther Goris encarnó a la esposa de Juan Domingo Perón. A él le tocó hacer de Raúl Apold, muy cercano al líder justicialista y subsecretario de Prensa en su segundo mandato.

Se destacó por su versatilidad. «Encarné a un travesti en Sin querer queriendo, de Hebert Posse Amorim, donde directamente hacía de mujer. En realidad, siempre he hecho todo tipo de papeles», le contó a Clarín hace 20 años. Ya entonces brillaba un nutrido y variopinto historial, con apariciones en los créditos de 121 películas, miniseries y novelas.

Por su Enrique Galmes, de Bolivia, fue reconocido con el Premio Cóndor de Plata a Mejor actor de reparto, en 2001.

Además de Aristarain (con quien también trabajó en Martín (Hache)), contaba entre sus directores favoritos a Hugo Del Carril, Lucas Demare y Leopoldo Torre Nilsson.

Versátil, Liporace hizo de una travesti en Sin querer queriendo.Versátil, Liporace hizo de una travesti en Sin querer queriendo.Liporace guardaba un recuerdo especial por Torre Nilsson, quien le abrió posibilidades en la pantalla grande. Después de La terraza -de 1963, protagonizada por Graciela Borges- lo convocó para El ojo que espía sobre libro de Beatriz Guido. Y allí Liporace compartió elenco con Janet Margolin y Stathis Giallelis.

En los últimos años, sin embargo, tuvo papeles de relevancia en televisión. Uno de los más recordados fue en Resistiré. En esa novela, furor en 2003, tuvo un personaje (Aníbal Gamboa) que terminó compitiendo codo a codo con Pablo Echarri y Fabián Vena, protagonistas junto a Celeste Cid.

Trabajó en Poliladrón (1996), la novela protagonizada por Adrián Suar y Laura Novoa, con la que se estrenó Polka. En 2004 tuvo un papel en Los Roldán y en los dos años posteriores se lo vio en cuatro envíos de Mujeres asesinas.

Le siguieron apariciones en Montecristo, La dueña (2012), Historia de un clan (2015) y Educando a Nina (2016), antes de terminar con El Marginal (2016).

Enrique Liporace fue parte de Contrafuego, un programa entre lo bizarro y fenómeno de culto salido del 2001.Enrique Liporace fue parte de Contrafuego, un programa entre lo bizarro y fenómeno de culto salido del 2001.En teatro, en tanto, se subió a las tablas en Divina familia, con Vena y Viviana Saccone. Fue por convocatoria del productor Aldo Funes, en la temporada 2022-2023. Y fue, para Liporace, un volver a vivir. «Es una vuelta muy especial porque vengo de una enfermedad bastante seria por la culpa de unas vacunas pero me estoy reponiendo», comentó entonces en una entrevista radial. Se refería a problemas en la vista y en la motricidad que comenzaron tras aplicarse una dosis de la vacuna Sputnik y de los que se estaba recuperando.

Su paso por la TV bizarra con Baby Etchecopar y el romance con Soledad Silveyra

En 2002 había participado de uno de los títulos más extravagantes de la televisión: Contrafuego, la miniserie que protagonizó Baby Etchecopar y que fue un fracaso de audiencia y crítica. Conformaba un trío policial con el ahora animador y comentarista de noticias y con Ignacio Machado. Así era Liporace, un obrero de la actuación, del peronismo al costumbrismo y del Nuevo Cine Argentino a la TV bizarra.

De todas maneras, él buscaba su propio camino. «Siempre elegí los papeles que considero son testigos de mi tiempo. Soy partidario de reflejar lo que vivo, ése es mi gusto. Cuando puedo gestar algo y elegir, es así, trabajo con situaciones actuales», evaluó sobre su carrera.

En las últimas dos décadas también le puso su firma a algunas obras como director. En cine, estuvo detrás de las cámaras en La cola (2011). Allí, además, compartió elenco con Alejandro Awada, Antonio Gasalla y Ana María Picchio.

«Bolivia» le valió a Enrique Liporace un premio Cóndor de Plata, en 2001.Es una ficción que describe el mundo de los gestores y de aquellas personas a las que les pagan para hacer las filas interminables de los tan engorrosos y burocráticos trámites de la más diversa índole. «Ser colero es una profesión que no existe en ningún lugar del mundo. Por ejemplo, mostramos lo que sucede, cada 7 de agosto, en la cola de San Cayetano», describió en La Nación.

En teatro, en tanto, montó las obras Pizza Man y Dos Mujeres Atormentadas…cuando el delivery se pone caliente (2001) y El hombre ideal (2002).

En Más respeto, que soy tu madre (2009-2013) volvió a actuar con Antonio Gasalla, que adaptó la obra que el escritor Hernán Casciari publicó en uno de sus blogs. En una de las representaciones se encontró con uno de sus amores, Soledad Silveyra. Fue el primer hombre en besar a Solita, con quien novió cuando él tenía 27 años y ella, 17. Ocurrió a fines de los años 60. La relación parecía tener destino de altar, pero hubo final anticipado.

En Más respeto…, se mantuvo al margen de algunas peleas entre integrantes del elenco.

«Yo lo pasé bien, aunque Antonio es un tipo muy especial pero, como me sucedió en toda mi carrera, no tuve ningún enfrentamiento con nadie. Siempre fui de meterme en lo mío, encerrarme en mi camarín y luego subir al escenario, nunca me metí en los corrillos de los pasillos. Soy un trabajador del teatro y estoy muy feliz con mi profesión», recordó Liporace.

Y cerró, como síntesis de su extensísima carrera: «Lo único que hago es trabajar».

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