Al día siguiente de la Navidad de 1973, los cines de Estados Unidos se llenaron de gente que sufrieron ataques de pánico, otros abandonaban las salas aterrados y unos cuantos más vomitaban y se desmayaban por el estreno de El exorcista, la película de William Friedkin que revolucionó el cine de terror.
A 50 años de su lanzamiento original (a la Argentina llegaría ocho meses más tarde), la película basada en el libro homónimo de William Peter Blatty sigue estando entre los primeros números de las listas de las mejores películas de terror de la historia y es una de las más recordadas por el público de varias generaciones.
Linda Blair en una escena de «El exorcista», ya poseída por el demonioSegún los expertos, El exorcista hizo por las películas de terror lo que el film 2001: Una odisea en el espacio hizo por la ciencia ficción: legitimándola ante miles de personas que antes no se tomaban a las películas de terror en serio.
Un cóctel de terror y religión
La historia de Reagan MacNeil (Linda Blair), una niña de 12 años que vivió un violento exorcismo comandado por el padre Damien Karras (Jason Miller), emergía de una época de transición cultural y social cuyo impacto en el cine se veía reflejado con la simpatía del público a personajes e historias más oscuras.
El final de la guerra de Vietnam, el movimiento hippie, la proliferación de las drogas y el escándalo del Watergate marcaron la década de 1970 en Estados Unidos, una época en la que también surgieron obras magnas como Serpico (Sidney Lumet), El Padrino (Francis Ford Cooppola), Taxi Driver (Martin Scorsese) o Star Wars (George Lucas).
El actor Max Von Sydow en «El exorcista». No era habitual que grandes actores con trayectoria hicieron películas de terror.Ante ese panorama,El exorcista transgredió en la manera de tratar aspectos como el terror, la religión y la infancia, y lo hizo en un contexto tan cotidiano y ordinario como el de las dificultades que una madre soltera (Ellen Burstyn) tenía para criar a su hija.
Las explícitas escenas de la posesión a la pequeña niña inocente que se transfiguraba profanando símbolos católicos y usaba un lenguaje soez escandalizaron a algunos miembros de la Iglesia, quienes la calificaron de blasfema, mientras la Academia de Hollywood nominó la película a diez premios Óscar, de los cuales se llevó dos.
La icónica imagen del afiche original de «El exorcista», a película de William Friedkin. Además, los acontecimientos supuestamente paranormales que sucedieron durante el rodaje de la cinta, como un incendio de la decoración de la casa de Reagan y la muerte de miembros del equipo o allegados a los protagonistas, han alimentando la leyenda del filme hasta estos días.
El adiós al director
Friedkin falleció el pasado 7 de agosto, a los 87 años en Los Ángeles, antes de que aterrizara en la gran pantalla la película The Exorcist: Believer, que, con una trama distinta, celebraba el aniversario de la icónica cinta.
El cineasta formó parte de la oleada del Nuevo Hollywood de los años ’70 y su experiencia como director de documentales de televisión le dio una visión vanguardista plasmada en su quehacer artistíco.
Linda Blair, la actriz del personaje principal de «El Exorcista».Antes de El exorcista, Friedkin había dirigido Contacto en Francia, un filme de suspenso que retrataba el camino de dos detectives de Nueva York en su lucha por acabar con una red de narcotraficantes de heroína, que recibió ocho nominaciones al Óscar, de los cuales ganó cinco.
Dicho trabajo cautivó al autor de la historia, Peter Blatty, quien presionó a los productores de Warner Studios para que fuera el director de la película-
Friedkin aseguraba que había tenido contacto directo con jerarquías de la Iglesia Católica para que le asesoraran en la veracidad de las escenas, pero tiempo después aseguraría que no fue hasta que llevó a cabo el documental The Devil and Father Amorth (2017) que presenció un verdadero exorcismo.
Sea como sea, las icónicas escenas del giro de 360 grados de la cabeza de Reagan, la masturbación con el crucifijo, el vómito verde o las contorsiones de la niña bajando las escaleras han quedado plasmadas en el imaginario colectivo y mantienen vivo su legado de terror, más allá de la ingenuidas y lo básico de los efectos especiales de la época.