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27 noviembre, 2024

30 años de La Hija de la Lágrima, de Charly García: la fallida ópera-rock que lo llevó a una nueva internación

Charly García inició la década del ’90 postergando una y otra vez la salida de un nuevo disco solista, el sucesor del exitoso Filosofía barata y zapatos de goma. El resultado, casi exactamente cuatro años después, fue La hija de la lágrima, que se lanzó el 30 de julio de 1994. Hace treinta años.

No es que estuvo inactivo. Todo lo contrario: en ese período hizo los discos Radio Pinti y Tango 4, ambos junto a Pedro Aznar. También intentó hacer Tango 3 con Gustavo Cerati y compuso la banda de sonido de Funes un gran amor, que nunca se editó. Además, reunió a Serú Girán para hacer un álbum con canciones nuevas, tocar en estadios, sacar un doble en vivo y una película que recién salió en 1995 (la indefendible Peperina, con Andrea del Boca).

Desde el vamos, Charly siempre habló de su siguiente proyecto solista como una obra conceptual o una ópera-rock, aunque más adelante se desdijo. Pero ése era su objetivo inicial.

La portada original de La portada original de «La hija de la lágrima», donde no aparecía el título del disco ni tampoco el nombre de Charly García.Por su parte, la discográfica Sony armó un gran lanzamiento que incluyó una enorme campaña de publicidad y un cartel gigante frente al Obelisco, que decía “El genio ha vuelto” y “Su obra cumbre”.

Y si bien es cierto que La hija de la lágrima vendió muy bien (fue Disco de Platino al alcanzar las 60 mil copias) e incluía hits como Chipi Chipi, La sal no sala, Víctima y Fax U, el resto del trabajo se diluía entre canciones inconclusas y piezas instrumentales sin sentido o poco contundentes.

De inmediato, la polémica se instaló en la ciudad: ¿se trataba realmente de una obra cumbre?

El origen del proyecto

En el inicio de ese largo período entre Filosofía barata… y La hija…, Charly García había estado internado tres meses en un centro de rehabilitación, la extinta clínica Guadalupe. Pero al poco tiempo volvió a vivir un ritmo intenso, lleno de creatividad y una buena dosis de locura. Casi una precuela de la época Say No More. De hecho, antes de finalizar 1994 volvió a internarse.

Charly García en el show que dio el 5 de mayo de 1994 en el hall Teatro San Martín. Foto Archivo ClarínCharly García en el show que dio el 5 de mayo de 1994 en el hall Teatro San Martín. Foto Archivo ClarínSegún contó el propio Charly, “Llegó un momento donde lo único que tenía en la cabeza era la ópera y todo lo que me pasaba lo asociaba con la psicología de los personajes. Me resultaba casi imposible salirme de eso y ser una persona normal. Estaba insoportable, decía y hacía cosas raras y no puedo pretender que todo el mundo entienda lo que me estaba pasando”.

La composición comenzó a tomar forma en su histórica sala de ensayos de la calle Fitz Roy1245, tocando durante horas y horas, grabando todo en cassettes y luego escuchando el material en la oficina al frente de la casa.

El título «La hija de la lágrima» surgió cuando en abril de 1992 Charly vio a dos mujeres peléandose en la rambla de Barcelona, donde una gritaba “¡Tu no me puedes lastimar ni hacer nada, porque yo he sufrido mucho y soy la hija de la lágrima!”. Desde entonces quedó impactado por la frase y la repitió en varios reportajes, como única pista de su nueva disco.

La grabación

Las sesiones de grabación se realizaron primero en los legendarios estudios Ion, en febrero del ’94, con el técnico Osvel Costa y junto a músicos como el baterista Fernando Samalea, el bajista Fernando Lupano, la guitarrista María Gabriela Epumer y el percusionista Luis Morandi. También hubo una jornada con orquesta y arreglos de Carlos Villavicencio, que había trabajado con Charly para la canción principal del programa de televisión de Tato Bores (Good show).

Charly García en su show gratuito y Charly García en su show gratuito y «casi sorpresa» del 5 de mayo 1994. Foto Archivo ClarínSegún Villavicencio, para el tema Intermedio, «Me pidió un tema orquestal para el momento en que salían a la superficie los seres intraterrenos que vivían bajo tierra».

Luego, debido a la destrucción de varios instrumentos (como un piano Steinway que llenó de papas fritas aceitosas), tuvieron que trasladarse a La Diosa Salvaje, el estudio de Luis Alberto Spinetta, donde se sumaron el célebre técnico Mario Breuer y el histórico asistente de Spinetta: Aníbal “La Vieja” Barrios.

Los invitados especiales fueron Juanse y Fabián Quintiero en La sal no sala, Alfie Martins y el dúo Illya Kuryaki & The Valderramas en James Brown, el legendario Jorge Pinchevsky en el violín de Intraterreno, y La Bruja Suárez en armónicas.

En total fueron 23 canciones y casi 70 minutos de música, lo máximo que podía entrar en un solo CD. Cuenta la leyenda que hizo escuchar el álbum a ejecutivos del sello discográfico y le dijeron que “hacía falta un tema comercial”. Al día siguiente, en apenas 10 minutos, compuso Chipi Chipi.

Charly García en su casa en 1994, año de la publicación de Charly García en su casa en 1994, año de la publicación de «La hija de la lágrima». Archivo Clarín.Al respecto, el músico luego le contó al periodista Carlos Polimeni lo siguiente: «Las canciones salieron en una semana, pero hacía tres años que estaba con la idea en la cabeza».

Y agregó: «Nunca dije que fuese una ópera. Odio las óperas. Ni quiero decir que es una obra conceptual. La hija… ha ido cambiando de significación, porque ahora es de la gente y es lo que la gente entienda, no exactamente lo que yo pensé».

La mezcla fue hecha en mayo y junio por Joe Blaney en los estudios Chung King House of Metal, en Nueva York.

Antes de la salida del disco, Charly apareció de sorpresa en abril en un recital de Los Rodríguez en el Gran Rex, donde lució una remera de Nirvana en honor al recientemente fallecido Kurt Cobain. Un mes después, con un anuncio de apenas dos días antes, tocó gratis en el hall del Teatro San Martín con la misma remera y el pelo teñido de rubio, también en homenaje al líder de Nirvana.

Charly García en el hall del Teatro San Martín, 5 de mayo de 1994. Foto Archivo ClarínCharly García en el hall del Teatro San Martín, 5 de mayo de 1994. Foto Archivo ClarínLuego, tras el lanzamiento que había tenido como anticipo al hit Chip Chipi, dio varios reportajes y fue tapa de la revista Viva y del suplemento Espectáculos de Clarín, donde se anticipó a las críticas y dijo: «Ya hay mucha gente que denosta la obra o la alaba, sin haberla escuchado».

Según escribió el historiador Roque Di Pietro en su monumental libro Esta noche toca Charly, «La idea de La hija de la lágrima como una frontera que divide las aguas de la carrera de Charly García ya cuenta con bastante consenso en la bibliografía y en los foros de discusión del artista. Aquí tenemos el capítulo uno de la saynomorización del músico: Charly se sumergió en cierto caos sonoro y empezó a liberarse las formas y estructuras de la canción»,

Los accidentados shows en el Opera

A fines de agosto, Charly convocó a la prensa al Morocco, un boliche ícono de los años ’90, y anunció que la presentación del nuevo álbum sería los días 15, 16, 17 y 18 de septiembre en el Teatro Opera.

Ahí le preguntaron si hacer La hija de la lágrima «casi te cuesta la vida», y respondió: «No. Para mí es cosa de todos los días. En los otros discos hice demos, que es hacer la canción en tu casa con el grabadorcito, pero en éste fui al estudio sin nada. No tenía ninguna canción».

Charly García en el Opera, donde presentó su nuevo disco en septiembre de 1994. Foto: Juan Manuel Foglia Charly García en el Opera, donde presentó su nuevo disco en septiembre de 1994. Foto: Juan Manuel Foglia Durante el siguiente mes dio más reportajes para promocionar los shows, y hasta se armó una inédita polémica entre dos críticos de rock de Clarín.

Pablo Schanton escribió: «Pocos se animan a confesar que al final los casi setenta minutos de La hija de la lágrima aburren porque el contenido musical hace agua, las letras no aportan nada nuevo, el concepto general no se entiende y las desafinaciones apenas son perdonables. ¿No será más sano ser seguidores críticos que fanáticos ciegos? Seamos un poco más críticos con su obra. Quizás así logremos que Charly no se convierta tan precozmente en Salieri de sí mismo».

Como contrapartida, Sergio Marchi hizo una columna que decía: «La hija de la lágrima se presenta como una obra de belleza casi clásica. Aquellos que aguardaban el tropezón final de un genio deteriorado por una vida intensa no pudieron pegar el tarascón final para anunciar su caída, porque la enormidad de la ópera impone respeto. No por el tamaño sino por la calidad».

Cabe agregar que, años después, consultado por Di Pietro, Marchi admitió que «En retrospectiva Schanton tuvo más razón que yo: La hija de la lágrima no es un gran disco. Es un disco fragmentado».

En cuanto a los shows, la primera fecha del jueves 15 se suspendió porque Charly llevaba tres días sin dormir y se pasó para el lunes 19. El viernes 16 se durmió antes del amanecer, se despertó poco antes de las 21 horas y llegó al teatro Opera antes de medianoche, casi tres horas tarde. Pero tocó.

Charly García en vivo con Juanse en la presentación de Charly García en vivo con Juanse en la presentación de «La hija de la lágrima» en el Teatro Opera. Foto: Juan Manuel Foglia El repertorio respetó a rajatabla el material del disco, apenas agregando para los bises algún tema viejo como Demoliendo hoteles o De mí. El escenario tenía un sillón, una cama, una silla de ruedas y un televisor gigante. Tocó con Samalea, Lupano, Epumer, Quintiero e invitados como Juanse, que le hizo un gran «aguante» en esos días.

Tras esa maratón de recitales, Charly viajó a Nueva York para grabar en un disco de Ratones Paranoicos, y al regresar dio una legendaria y accidentada entrevista en el programa de televisión 360, con Julián Weich, que luego dijo, «Me despertó pena; no lo vi bien».

Charly Garcia en el programa Charly Garcia en el programa «360», unos días antes de internarse en la Clínica Aghalma.El músicos volvió a su casa y estuvo varios días sin dormir. Una semana después, ingresó en la Clínica Aghalma, donde estuvo internado un mes. La hija de la lágrima finalmente le había pasado la factura.

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