En el Día Mundial del vital elemento, el INTA advirtió sobre la crucial dependencia para el desarrollo de los cultivos. Resataron su gestión eficiente como elemento fundamental para aumentar la productividad y asegurar la sostenibilidad en entornos cambiantes.
22 de marzo 2024, 16:35hs
Los especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) destacaron la estrecha relación entre la disponibilidad de agua y la productividad del sector agrícola, subrayando la “urgente necesidad de una gestión eficiente y responsable” de este recurso en el marco del Día Mundial del Agua, que se celebra cada 22 de marzo.
En ese sentido, Cristian Álvarez, especialista en gestión del agua en agricultura del INTA General Pico, La Pampa, dio cifras concretas: “Entre el 70 y el 80% de la productividad en el sector agropecuario depende del agua”. La afirmación resonó en las palabras de Fernando Salvagiotti, referente en manejo de sistemas y ecofisiología de cultivos del mismo instituto, quien recalcó que “el agua es el eje central de nuestra producción”.
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Sin embargo, es un recurso escaso, señalaron. Solo el 3% del agua del planeta es dulce, y apenas un tercio está disponible en forma superficial en ríos, lagos y lagunas. Este panorama lleva a un hecho innegable: la necesidad de gestionar “este preciado recurso de manera eficiente y responsable”.
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Suscribite acáAsimismo, la agricultura es el principal consumidor de agua dulce a nivel mundial, destinando el 70% de este recurso a sus actividades. Es por ello que la racionalidad en su uso se convierte en una prioridad ineludible. En este contexto, los especialistas del INTA hicieron hincapié en la implementación de prácticas de manejo que mejoren la capacidad de captación y almacenaje del agua en el suelo, evitando la evaporación directa y optimizando las técnicas de cultivo, como las rotaciones, la fecha y densidad de siembra, los cultivos de cobertura y la nutrición adecuada.
Entre el 50 y el 75% de las precipitaciones anuales se pierden sin aprovecharse en procesos productivos
Por su parte, Salvagiotti enfatizó que “el manejo del agua es el factor principal limitante de toda producción agropecuaria”, destacando la necesidad de que las estrategias de producción se enfoquen en mejorar la gestión de este recurso. En un país donde gran parte de la producción agrícola se realiza en secano, la optimización en el uso del agua se vuelve aún más crítica para garantizar la sostenibilidad y el crecimiento del sector, explicó.
En tanto, Álvarez señaló la importancia de mejorar la capacidad de captación y almacenaje de agua en los suelos, junto con la revisión de prácticas de manejo de cultivos. Para Álvarez, estas acciones son fundamentales dado que el agua es un recurso indispensable para todas las producciones agrícolas. Destacó que ajustar aspectos como las rotaciones de cultivos, la fecha y densidad de siembra, las coberturas y la fertilización puede significativamente incrementar la eficiencia en el uso del agua a nivel global.
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Además, el experto recalcó que entre el 50 y el 75% de las precipitaciones anuales se pierden sin ser aprovechadas en procesos productivos, lo que evidencia una baja eficiencia en el uso del agua. Esta situación, según Álvarez, refleja la necesidad urgente de entender el agua como un factor interconectado con otros aspectos de la producción agrícola.
A su vez, enfatizó que el manejo adecuado del suelo y los cultivos no solo potenciará la productividad, sino que también impactará positivamente en el comercio nacional e internacional de granos, carnes, leches y otros productos derivados.
Cultivos de cobertura: una estrategia multifacética con numerosos beneficios para la agricultura
Por consiguiente, Álvarez destacó el papel crucial de los cultivos de cobertura en la mitigación del impacto negativo o de la ausencia de protección durante el invierno, subrayando su contribución al aumento de la captación y distribución del agua en el perfil del suelo. Además, resaltó su potencial para mejorar la eficiencia en comparación con los barbechos desprovistos de esta capa, lo que resulta en una mayor biodisponibilidad de recursos, incluso en zonas con alto estrés hídrico.
Al respecto, Álvarez destacó la importancia del agua útil para los cultivos, resultado de las precipitaciones y las características del suelo. Afirmó que prácticas de manejo como labranzas, rotaciones de cultivos, cultivos de cobertura y sistemas de labranza, impactan en la captación de agua del suelo. Subrayó la necesidad de conocer la profundidad efectiva de las raíces de los cultivos, así como la variabilidad de las napas freáticas, factores cruciales para el diseño de estrategias de manejo en el campo.
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No obstante, el experto señaló el valor adicional que ofrecen las napas para diseñar estrategias de manejo eficientes en el campo, enfatizando la necesidad de identificar las mejores combinaciones genotipo-ambiente-manejo para mejorar la productividad. Álvarez explicó que “los últimos años han registrado escenarios contrastantes, lo que demanda un enfoque más sistémico en lugar de disciplinario”. Explicó la importancia de una nueva agenda técnica y científica orientada a lograr una mayor eficiencia en el uso del agua, considerando factores que afectan tanto la productividad física como económica de los cultivos.
Finalmente, tras más de 30 años de monitoreo constante del agua edáfica, el INTA identificó herramientas y estrategias más eficientes. Álvarez remarcó la importancia de considerar la siembra directa, fechas y densidades de siembra, uso de coberturas y nutrición de los cultivos para mejorar la productividad.
Además, resaltó la necesidad de caracterizar los diferentes ambientes productivos y la interpretación de estos niveles para una mejor agronomía y cuidado de los recursos.