El presidente Xi Jinping señaló ante más de 300 empresarios de primera línea de EE.UU. después de entrevistarse con el Jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, entre los que se encontraban Tim Cook titular de Apple, la empresa número 1 de alta tecnología del mundo, Elon Musk propietario de Tesla, la mayor productora de vehículos eléctricos norteamericanos y la segunda de China, y Albert Bourla de Pfizer, la mayor compañía farmacéutica del sistema global, que “…China es al mismo tiempo una economía gigantesca y un enorme mercado interno, y en ella 1.400 millones de chinos llevan a cabo un proceso de profunda modernización, que es una extraordinaria oportunidad que la República Popular ofrece al sistema mundial”. Hay que agregar que el Financial Times subraya que el mandatario chino fue recibido por una “ovación” por sus interlocutores norteamericanos.
Esto significa en términos cuantitativos que el ingreso per cápita de la población china asciende a US$12.600 anuales, y se duplica cada 10 años, lo que implica un alza de 8,1% anual; y el dato estratégico central de esta situación es que ya dispone de una clase media de 500 millones de personas con ingresos comparables a los norteamericanos (US$35.000/45.000 anuales), cuya capacidad de gasto ha desatado el mayor mercado de consumo del sistema global; y a la que la política de “modernización” a la que se refiere Xi Jinping equivale a la participación plena en la Cuarta Revolución Industrial (CRI) – que es el proceso de digitalización completa de la manufactura y los servicios -; y que hoy, con la denominación de “economía digital”, abarca 40% del PBI, y el gobierno chino aspira a cubrir 100% del producto en los próximos 10 años.
Esto ocurre en el país más digitalizado del sistema con 1.100 millones de usuarios de Internet, y donde el despliegue de la Internet móvil (“smartphones”) en la variedad 5-G alcanza ya a más de 700 millones de personas, y cuenta con una infraestructura de más de 50 millones de usinas desplegadas en todo el territorio de la República Popular.
Xi Jinping reiteró ante los empresarios que lo “ovacionaron” lo que sostuvo ante la Cumbre de la APEC (Cooperación Económica Asia Pacífico) que “…el mundo necesita que China y EE.UU trabajen juntos para un futuro mejor”, y subrayó que: “China está preparada y dispuesta para ser una socia y amiga de EE.UU.”.
Por eso el presidente Xi Jinping reiteró que la República Popular va “…a importar US$40 billones de bienes y servicios en los próximos 15 años”, en una relación de 3 a 1 respecto a sus exportaciones; y que su estrategia fundamental consiste en abrir cada vez más su economía, que es la segunda del mundo (US$19 billones/18% del PBI global), buscando atraer en gran escala al capital extranjero, ante todo a las grandes transnacionales norteamericanas, todas ellas representadas en el fervoroso auditorio de San Francisco.
La situación económica de China se puede resumir en los siguientes términos: las ventas al minorista crecieron 7,6% anual en octubre (5,5% por año el mes anterior), en tanto que el PBI industrial se expandió, medido en valor agregado, 4,6% anual en ese mismo periodo; y todo esto implica que el cuarto trimestre del año (que comienza en octubre) la República Popular se expandiría 5,5% anual, con lo que alcanzaría a 5% en el año, una recuperación significativa tras 3 años de pandemia y sus consecuencias.
Por eso este año la República Popular aportaría más de 30% al crecimiento de la economía global (EE.UU. aporta 15% de ese total).
Se da la situación paradójica de que el aporte de EE.UU., la mayor economía del mundo (US$26,4 billones/25% del PBI global) es inferior a la que provoca China; y esto se debe a que la República Popular es la principal socia comercial de 144 países en el mundo.
A partir de octubre, en suma, China experimenta un nítido proceso de recuperación; y ha dispuesto consolidarlo con una inversión adicional de más de 1 billón de yuanes (lo que equivale a US$596.560 millones) en bonos especiales del Tesoro.
La prioridad para la República Popular está centrada en el desarrollo de las nuevas industrias de alta tecnología, con el objetivo de acelerar la transición de la “economía digital” de modo de abarcar a la totalidad de su sistema productivo y de servicios.
Todo indica que la crisis de la etapa post-pandemia, en que la demanda doméstica cayó casi 10 puntos, ha quedado atrás definitivamente, y ahora se ha pasado a una fase de reestructuración de la economía, hasta lograr su plena conversión en una “economía digital” al nivel de la norteamericana.
Para el logro de este objetivo histórico el presidente Xi Jinping reclama el respaldo de los grandes empresarios estadounidenses, lo que ha conseguido notoriamente después de la noche en que lo “ovacionaron”, lo que constituye un signo inequívoco del carácter absolutamente integrado que ha adquirido el capitalismo del siglo XXI por el proceso de la revolución digitalizadora, y esto es sin duda lo decisivo.