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15 agosto, 2025

Javier Milei presiona a Donald Trump y busca una baja de aranceles

La relación del presidente Javier Milei con los Estados Unidos es ambivalente.

La gestión de su par, Donald Trump, considera al mandatario argentino como un aliado estratégico en América Latina, pero no está dispuesto a concederle por ahora una baja sustancial en los aranceles de exportación del 10% para casi todos los productos y del 50% para el acero y el aluminio, al menos hasta que se cumplan ciertas condiciones.

Javier Milei le exige a Estados Unidos una baja de aranceles

Para revertir esta tendencia, Milei envió esta semana a Washington a una delegación negociadora encabezada por el cónsul en San Pablo, Luis María Kreckler, y el secretario de Comercio e Industria, Pablo Lavigne.

Según los trascendidos de la Cancillería, intentarán reunirse con los máximos responsables del comercio internacional norteamericano, pero las chances de éxito están complicadas.

También buscarán gestionar una reunión bilateral entre Milei y Trump en la Casa Blanca. El jefe de Estado argentino quiere que esa cumbre se realice antes de las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre próximo para reforzar sus chances electorales en plena campaña.

Milei todavía no pudo sacarse una foto en el Salón Oval, como le prometió su par norteamericano el 22 de febrero en una reunión informal en Washington durante un encuentro de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC). Trump le había dicho que lo invitaría a una visita oficial “en los próximos meses”, y hasta ahora no ocurrió. Y es difícil que se arme con tan poca anticipación, por ahora.

La Presidencia y la Cancillería preparan un viaje de Milei con empresarios para septiembre en Nueva York y California y luego de regresar a Buenos Aires, volverá a viajar a fines de ese mes, el 23, para participar de la cumbre de las Naciones Unidas, también en la Gran Manzana.

Por ahora una baja de aranceles para la Argentina está lejos. Según pudo saber iProfesional de altas fuentes diplomáticas argentinas, cercanas al canciller Gerardo Werthein, Washington exige que Argentina respete la propiedad intelectual de sus productos medicinales y agropecuarios, algo que está lejos de cumplirse.

Por otra parte, señalan diplomáticos expertos en relaciones internacionales que la Casa Blanca no concederá beneficios a la Argentina mayores a los de sus principales aliados, como Reino Unido, Israel, Japón, Australia o Canadá.

En cuanto a la ley de patentes, sancionada durante el gobierno de Carlos Menem por presión del entonces embajador norteamericano Terence Todman y luego acotada en sucesivos decretos del kirchnerismo.

Desde entonces, el gobierno argentino no les exige a los laboratorios argentinos que paguen patentes por la propiedad intelectual a los inventores de medicamentos o productos vinculados al negocio del agro. Esto molesta particularmente a los Estados Unidos en la relación bilateral.

La gestión Milei tiene una fuerte pelea interna sobre este punto. El ministro de Desregulación, Federico Sturzzeneger diseñó un decreto para eliminar esos decretos que acotaban la ley de patentes y chocó contra el ministro de Salud, Mario Lugones, de fuertes vínculos con laboratorios locales.

Lugones tiene el apoyo del asesor presidencial sin cartera, Santiago Caputo, íntimo amigo de Rodrigo Lugones, hijo del ministro, que reside más en Madrid que en Buenos Aires. La ex canciller, Diana Mondino, intentó convencer a Caputo de que los Estados Unidos reclamaban ese punto, pero fue desoída. Fue el principio de la caída en desgracia de Mondino.

En este punto, el gobierno de Milei adolece de una fuerte contradicción: si bien el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, el caso de la propiedad intelectual marcha por carriles separados.

Por otra parte, Milei comenzó su gobierno anunciando que le propondría a Trump un Tratado de Libre Comercio sin respetar las restricciones del Mercosur y tuvo que archivar ese proyecto. En cambio, ahora pelea a brazo partido por bajar aranceles del 10% a todos los productos argentinos, que son un 200% más altos que el promedio del 3% que se pagaban hasta la llegada de Trump, según expertos en las relaciones bilaterales entre la Argentina y los Estados Unidos.

También negociará una rebaja de los aranceles especiales que impuso Trump para el acero y el aluminio. La Argentina es un fuerte exportador de esos metales y el principal mercado es el de Estados Unidos. Sin embargo, no habría una rebaja en los aranceles: la aspiración de la Cancillería es negociar algunas cuotas para exportaciones.

Si bien la relación con Estados Unidos es de primer orden para Milei, en estos últimos viajes no estuvo Werthein y el embajador ante ese país, Alejandro Oxenford, tiene un protagonismo relativo. El Gobierno tuvo que enviar a uno de los más experimentados diplomáticos de la línea de la Cancillería, que en realidad es cónsul en San Plablo: Luis María Kreckler. Sus negociaciones están rodeadas de un fuerte hermetismo exigido por la Casa Rosada.

El Gobierno necesita mostrarse con Donald Trump: duro desafío

La Casa Rosada necesita exhibir de cara a su electorado una alianza estratégica de Milei con Trump. Luego del estallido del escándalo por la estafa cripto Libra que salpicó a Milei y a su hermana Karina Milei y de la renuncia del magnate Elon Musk a la Comisión de Eficiencia Gubernamental (DOGE), los contactos entre los presidentes se enfriaron.

Incluso, Trump estuvo a 20 metros de Milei en la Plaza San Pedro de Roma durante la asunción del papa León XIV y no se saludaron siquiera para una foto. Sin embargo, las relaciones de Estado a Estado son fluidas y el Ministerio de Seguridad norteamericano anunció hace un mes en Buenos Aires el comienzo del proceso de un año para que Argentina ingrese en el programa de exención de visa a ciudadanos argentinos para ingresar en ese país.

Pese a que Milei quisiera tener una foto en el Salón Oval antes de las elecciones de octubre, difícilmente Trump le conceda esa reunión como sí lo hizo con Nayib Bukele, el presidente de El Salvador. Trump le impuso a la Argentina los mismos aranceles altos que a sus socios históricos, como Reino Unido, Australia, Unión Europea, Corea del Sur, México, Israel, Japón o Canadá. Por eso es difícil que le baje las condiciones a la Argentina y le mejore su condición.

En paralelo, Trump le impuso un castigo a Brasil, India y China de aranceles del 50% por pertenecer al grupo BRICS junto con Rusia e India y Sudafrica.

Sin embargo, expertos en relaciones económicas de la Cancillería señalan que Brasil tiene el 50% pero con excepciones a los aviones, jugo de naranja y otros productos. Por lo tanto, los aranceles altos impactan sobre el 45% de todo lo que exporta y los demás productos son cero.

Por otra parte, las exportaciones de Brasil a los Estados Unidos son solo del 12% de todo lo que exporta, por lo cual impacta poco en su política de comercio exterior.

“Trump no le va a dar a Milei más que a sus aliados, como la Unión Europea y Corea”, dijo un diplomático cercano a Werthein, que se quedó en Buenos Aires. “Sería para Trump generar un caso testigo para que otros países con mejor relación que la Argentina le reclamen igual trato”, señaló. No habría entonces arancel cero para exportaciones a EE. UU.

En cuanto al acero y el aluminio, que pagan ahora 50% de arancel, la Argentina negociará cuotas de exportación, mientras los empresarios locales buscan otros mercados para compensar la pérdida de esas ventas.

“Las tasas del 10% para la Argentina son el 200% más que el promedio de lo que había antes, el 3%”, señaló la fuente. De todos modos, el embajador Luis Kreckler se reunirá en la Secretaría de Comercio con su titular, Howard Lutnick, y en la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos con su mandamás, Jameson Greer. Los dos funcionarios de Trump son abanderados históricos del proteccionismo.

Si bien Milei no tendrá una cumbre con Trump, en su próximo viaje en septiembre tiene agendado hacer una escala en Las Vegas para ir a ver a su exnovia y actriz y humorista Fátima Florez en su presentación del 5 y 6 de ese mes en el teatro Sahara de esa ciudad. El Presidente se aseguró de que esa invitación sea inamovible en su agenda.

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