Este 17 de abril se celebra el día del Malbec, el producto insignia de la vitivinicultura argentina, en un año marcado por la caída del consumo interno y de las exportaciones.
Con 46.941 hectáreas plantadas, el Malbec es la variedad más cultivada y representa el 24.9% del total destinado para elaboración en el país.
En los últimos dos años, el vino sufre el embate de la caída del mercado interno y de las ventas externas. En el primer trimestre las exportaciones de vino argentino bajaron 12% en la comparación interanual, tras una caída del 26% el año pasado.
En la categoría vino fraccionado, Estados Unidos se posiciona al frente de las destinos, seguido por Reino Unido, Brasil y Canadá.
«Hemos arrancado el año con un panorama complejo y no estamos viendo todavía signos de recuperación. Sigue siendo un año muy difícil, el tipo de cambio y la inflación que hacen que los precios en el mercado interno no sean competitivos», le dijo a Clarín Magdalena Pesce, CEO de Wines of Argentina (WofA), institución responsable de la promoción del vino argentino en los mercados mundiales.
Pesce describe que el consumo de vino viene retrocediendo en el mundo. Por un lado, no logró recuperarse después de la pandemia por una combinación de aumentos en los costos de transporte y logística y el efecto de la inflación, incluso en el primer mundo.
A esto se suma otro factor. «Hay un nuevo paradigma, los consumidores están cambiando. Las nuevas generaciones toman de forma más moderada, y por otro lado en la Generación Z hay cada vez más gente que es abstemia. Esto ocasiona que mercados como Estados Unidos ya no crezcan». Pero al mismo tiempo, el vino argentino tiene un largo camino por delante. Pesce cita un estudio que asevera que el 55% de los consumidores norteamericanos no conocen el Malbec. «Hay una oportunidad para seguir trabajando en la educación y la promoción».
«Este año tenemos una cosecha mejor que la del año pasado, lo que necesitamos es que se acomoden las variables macro, como la inflación, tipo de cambio. Y también necesitamos buenas tasas para poder financiarnos«, agrega. «Pero partimos de un escenario muy complejo, en mis 15 años en los industria no había visto una situación así».
Frente a esto, la estrategia de las bodegas argentinas es apostar a la premiurización. «La percepción de costo/calidad con la que cuenta el vino argentino es muy buena, pero el contexto interno es tan complicado que hoy cuando deberíamos estar viajando y haciendo promociones de marketing nos vemos muy limitados», señala Pesce.
«A futuro veo una tendencia de premiurización: se consumen menos vinos pero de más calidad, cambia la frecuencia y las ocasiones pero la gente apuesta a consumir mejor. Por la misma calidad que en Napa Valley o Francia tenés que pagar 100 o 50 dólares y acá con 30 tenés un vinazo».
La apuesta a la sustentabilidad
Desde Wines of Argentina vienen acompañando a las bodegas en su camino hacia la producción sustentable. Cuentan con un programa financiado por un aporte no reembolsable de la Unión Europea para financiar la reconversión.
Pesce detalla que para poder exportar hay que tomar en serio la sostenibilidad. «Va a ser una de las barreras paraarancelarias, sumado a la falta de tratados de comercio. Por eso es un tema muy importante que se suele relegar por otros más urgentes», indica.
En el país de un universo de 900 establecimientos hay menos de 300 unidades y fincas certificadas como sustentables
Alpamanta es una bodega orgánica y biodinámica en Ugarteche en Luján de Cuy, cuenta Andrés Barbeito, Export Manager de Latinoamérica. «En 2015 empezaron a producir vinos naturales que tienen otra “vitalidad”. No utilizamos químicos a la hora de hacer vinos, no tienen filtrados ni estabilizantes ni clarificados».
Un 30% de la producción va para el mercado interno y un 70% para exportación. «Nuestros principales mercados son Noruega, Suecia, Finlandia, Japón, Dinamarca y Austria. Este tipo de mercados valoran especialmente los vinos naturales y siempre buscan productos medioambientalmente sustentables».
Las expectativas en el mercado local
Juan Pablo Maldonado es presidente de Amparo Mercado Gourmet, una empresa familiar fundada en 1980 que hoy tiene 7 sucursales y planea abrir otras dos este año, aún en un contexto de caída del consumo.
Para este año proyectan facturar $ 7.000 millones y crecer un 20% por encima de la inflación. «Creemos que hay una oportunidad de expandir nuestro negocio en un 30% anual», sostiene Maldonado.
«Tenemos una visión que no es coyuntural. Hay un mercado ávido de nuevas experiencias de compra, tenemos clientes que disfrutan de nuestros espacios y nos acompañan. Ese es nuestro diferencial en un mercado que es cada vez más competitivo y menos personalizado», resume.