El consumo en los supermercados viene mostrando un nivel muy desparejo desde que arrancó el año. Arrancó 2025 con una mejora interanual de 4,2% para caer al 1,5% en febrero y tocar un techo de 8,9% en abril, pero en junio apenas subió 0,8%, siempre en la medición interanual.
Esta tendencia, incluso, se hace todavía más compleja si se observan los números que maneja la consultora Scentia, que marca que el consumo en hipermercados se desplomó 0,9% en julio, una situación poco alentadora, pero más si se tiene en cuenta que esa medición se hace contra julio de 2024, mes en el que se había dado una caída de 16,6% respecto de julio de 2023.
Dentro de este escenario, hoy el rubro que menos está sufriendo los golpes es “Alimentos”, y no justamente por un boom de ventas, sino porque la realidad muestra que hoy las prioridades de los consumidores pasan por cubrir las necesidades básicas, y no los gustos.
“Hoy si un supermercado logra un crecimiento en sus ventas, no será porque se amplió la torta sino porque algún competidor habrá perdido espacio. No hay margen para ampliar el mercado fuera de lo que ya hay actualmente”, sostuvieron a Clarín fuentes del mundo del supermercadismo.
En este contexto es que hoy se da una situación bastante particular. Las grandes cadenas hoy importan más alimentos que productos de otros rubros, a tal punto que hoy los artículos que llegan desde el exterior casi tocan el 10% del total de las ventas de los supermercados. Pero, al mismo tiempo, se da otro factor. Los recortes en las compras de los consumidores también pusieron un techo a las importaciones de alimentos, que llegan con precios que, según el caso, pueden ser hasta 35%-40% más baratos que los nacionales.
Para tener una dimensión de lo que esto representa, los últimos datos que reveló el Indec muestran que la facturación de los supermercados tocó los $ 2.009.502 millones en junio pasado, por lo que si se toma esa participación del 10% los alimentos importados habrían movido cerca de $ 200.950 millones.
“No hay dudas de que en un contexto con un comportamiento más alentador del consumo, la venta de alimentos importados sería importante y crecería la porción que hoy tienen del total de las ventas. Pero no estamos en esa situación. Antes uno de los atractivos de las importaciones era traer, por ejemplo, electrónica; pero hoy nos estamos centrando en alimentos que es hacia donde apuntan los consumidores”, explicaron las fuentes consultadas.
En muchos de los casos, los alimentos importados se fabrican expresamente en el exterior a pedido de las cadenas, y la variedad va desde cerveza, papas de tubo, palmitos, galletitas o champignones, que pueden llegar desde Chile, Alemania, Canadá o Tahilandia, entre otros.
Para las grandes cadenas la posibilidad de vender este tipo de productos es un argumento para vender más, sobre todo por una cuestión de precios, aunque también es una herramienta que las ayuda recomponer márgenes de rentabilidad en medio de las endebles ventas que se dan en otros rubros.
Es decir, los precios de los alimentos importados son hoy más convenientes que muchos de los nacionales, aunque podrían ser todavía más baratos, pero deben salir a cubrir los “huecos” que dejan otros segmentos.
La baja del consumo, además, terminó con una práctica que se venía dando en la industria, y que ponía a supermercados y proveedores, en muchos casos, a discutir la aceptación de listas de precios con incrementos, a veces incluso más de una vez al mes.
Sin márgenes para subir precios
Las menores ventas hoy ocasionan que no se de una rotación de stocks, por lo que no hay espacio para subas de precios considerables. Así, los supermercados se las ingenian para poner en marcha algunas promociones, que por lo general pueden ser solventadas por los proveedores -es decir que los descuentos pueden ser sobre artículos puntuales de esas empresas-, ciertos bancos -en el caso de la posibilidad de comprar en cuotas- o las cadenas.
Hoy, casi un 30% de la facturación proviene en general de productos en oferta: aquellos que formaron parte de promociones crecieron 7% en volumen interanual, mientras que las que no lo hicieron cayeron 6%.
Lo que ocurre en los supermercados en particular es solo una muestra de lo que ocurre con el consumo en general. Un trabajo elaborado por la consultora Nielsen IQ revela que el consumo masivo mostró una leve recuperación en el primer semestre y creció 1,2% entre enero y junio, en tanto que podría cerrar con una mejora de 3% este año.
Más allá de que esa cifra es positiva, y más en este contexto, lo llamativo es que el consumo de varias categorías clave permanece entre un 35% y un 40% por debajo de las marcas de 2017.
El informe revela también que el interior del país explica la mayor parte del rebote, con un segundo trimestre de 2025 con un 85% de las categorías con mejoras, frente al 48% en el GBA.