El anuncio de Donald Trump, mediante el cual puso en marcha un incremento en los aranceles a las importaciones de Estados Unidos, generó una ola de críticas a lo largo y ancho del mundo. Algunas de ellas fueron despiadadas: llamativamente, las peores reseñas fueron de parte de reputados economistas estadounidenses.
Se conocieron con el correr de las horas, una vez que quedó en claro que la administración Trump había calculado la suba de las tarifas con base en el déficit comercial de Estados Unidos con los distintos países, y no como un plan igualador de los impuestos que le cobran a EE. UU. por exportar mercadería.
Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro en la época de Bill Clinton, fue uno de los más agresivos. Desde su cuenta de X posteó: “Ahora está claro que la Administración @realDonaldTrump calculó aranceles recíprocos sin utilizar datos arancelarios. Esto es a la economía, lo que el creacionismo a la biología, la astrología a la astronomía o el pensamiento de RFK a la ciencia de las vacunas. La política arancelaria de Trump tiene poco sentido, incluso si se cree en la economía mercantilista proteccionista”.
Paul Krugman también lanzó sus dardos desde su página web. “Si la gente de Trump hubiera incluido en su fórmula todo el comercio con la Unión Europea, no solo el comercio de bienes físicos, habrían llegado a la conclusión de que Europa no es en absoluto proteccionista”, escribió.
Los juicios en contra de la decisión del mandatario estadounidense podrían continuar, pero lo más relevante para la Argentina pasan a ser ahora los efectos de esa medida.
Y ya no solo por el impacto meramente comercial de la suba de los aranceles, que en promedio pasaron al 10% con un pico del 25% sobre las exportaciones de acero y de aluminio.
Surgen 2 amenazas para Argentina, tras suba de aranceles de Donald Trump
El primer peligro tras las medidas de Trump se deriva de la reacción en cadena que podrían tener los países más afectados.
Los asiáticos —con China a la cabeza— aparecen como los más perjudicados. ¿Qué harán países como Taiwán, Tailandia o la propia China con el excedente de productos que hasta ahora iban hacia Estados Unidos?
Sucedió en otras guerras comerciales: los apuntados por la potencia —en este caso EE. UU.— intentarán colocar esos bienes en otros mercados. La Argentina, en ese sentido, hoy aparece como un destino apetitoso y rápido de conquistar: el país inauguró una política de fronteras abiertas.
Esos productos podrían llegar a la Argentina a precios incluso más bajos de los que valen hoy en día.
El gobierno de Javier Milei se puso primero en la fila para negociar con Washington una vía de escape a las nuevas imposiciones.
Trump podría tener un gesto con Argentina. Lo que no significa que las amenazas por culpa de la suba de aranceles se reviertan. En todo caso, habrá que prestar suma atención a la evolución del escenario global. De eso depende la economía local.
En paralelo, hace tan solo un par de semanas, la Reserva Federal (banca central estadounidense) mantuvo sus tasas en un rango de 4,25% al 4,50% anual.
Para la ocasión, Jerome Powell —titular de la FED— advirtió sobre una mayor “incertidumbre” en Estados Unidos y rebajó sus pronósticos de crecimiento económico.
Ahora que Trump elevó los aranceles, la posibilidad de un rebrote inflacionario en Estados Unidos se volvió más probable. Aunque todavía es un enigma, la aceleración de los precios luce como el escenario más inquietante, a menos que la devaluación de las monedas con las que comercia EE. UU. se deprecien.
¿Qué hará la FED en un escenario así? La lógica sería por el lado de un encarecimiento en el costo del dinero. Algunos analistas sospechan que, antes de llegar a una determinación, Powell querrá mirar el desarrollo de la actividad económica.
Si, como advierten algunos observadores, como el ex titular de la cámara de Importadores, Miguel Ponce, existe una probabilidad de una crisis recesiva, entonces la Reserva Federal podría evitar jugar como procíclica con un alza en la tasa de referencia.
Para Argentina, un país endeudado y sin reservas en el Banco Central, que necesita refinanciar los vencimientos de su deuda, la baja de la tasa internacional resulta imperiosa. Tan importante como la baja del “riesgo país”.
De otra forma, no habría chance de un refinanciamiento “de mercado”. En las últimas dos décadas, el país ya atravesó distintos episodios traumáticos de refinanciamiento compulsivo.