Mientras todavía no está clara la pérdida de rendimiento que dejará la ola de calor del mes pasado, en el campo ya surgió una nueva preocupación: el regreso inminente de La Niña, el fenómeno climático que suele traer consigo una marcada escasez de lluvias y que fue responsable de la mayor sequía en décadas la campaña pasada en Argentina. Los pronósticos de organismos internacionales actualizados a marzo señalan que hay un 77 por ciento de probabilidades de su ocurrencia en octubre de 2024, lo que generaría falta de agua para la próxima campaña de granos gruesos (2024/25), en la que se siembran cultivos como soja, maíz y girasol.
«La probabilidad de Niña versus la probabilidad de neutralidad es de un 77 por ciento contra un 20 por ciento, cuando tres meses atrás era de 52 versus 28», explicaron desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Los estudios sobre la temperatura del océano Pacífico han mostrado en los últimos tres meses una evolución de este fenómeno, calculando un mayor grado de intensidad de enfriamiento.
Evolución proyectada de la temperatura superficial del océano Pacífico. Fuente: BCR.La proyección para octubre es -1,56, valor que es indicador de una Niña de intensidad fuerte. Para encontrar un enfriamiento similar hay que retroceder a fines del año 2007 y principios del 2008 cuando se registraron valores de -1,5 y -1,6. A fines de 1999 y principios del 2000 la anomalía fue de -1,7.
En este enfriamiento para el mes de octubre coinciden los 26 modelos dinámicos y estáticos más reconocidos del mundo. Así, a la fecha, hay un 77 por ciento de ocurrencia de Niña, 20 por ciento de año neutro y un 3 por ciento de Niño.
«Esta es una mala noticia para el productor porque este año, si bien ha sido Niño, la lluvia sólo sirvió para poder implantar los cultivos y desarrollarlos, pero no para generar reservas para afrontar un año complicado”, dijo el climatólogo Leonardo de Benedictis en Expoagro.
El especialista advirtió que los perfiles de suelo «están muy mal» en la mayor parte del país. «Todavía nos quedan dos meses claves que son marzo y abril, que suelen tener eventos de lluvia importantes. Pero son dos meses nada más, con lo cual volverá a ser un año complicado si se confirma La Niña”, anticipó.
¿Puede fallar?
Consultado sobre la posibilidad de que las proyecciones de los modelos climáticos se equivoquen,el consultor de la BCR Alfredo Elorriaga expresó: “En el 2023 hemos visto varios cambios en la intensidad del fenómeno Niño, que hemos ido publicando mes a mes. No se pueden descartar cambios; de hecho, hablamos de probabilidades. Pero sí es cierto que en el seguimiento que venimos haciendo en los últimos siete años notamos que se produjeron cambios de intensidades, pero no hemos visto que una tendencia se revierta completamente”.
¿Habrá lluvias en primavera?
Elorriaga aclaró que La Niña no es estrictamente sinónimo de falta de precipitaciones. “Hay otros eventos extra Pacífico que son muy importantes para Argentina, como la actividad del Atlántico y la humedad que recibe del Amazonas. Y después también están los efectos regionales o de escala corta que no pueden ser proyectados y son determinantes en que las lluvias estén por debajo o por encima de las medias mensuales», explicó el especialista en clima. Por eso, remarcó, «una Niña no es sinónimo de lluvias por debajo de lo normal para Argentina«.
Esta afirmación quizás pueda llevar algo de esperanza y tranquilidad a los productores argentinos castigados por la severa sequía de la campaña pasada y los tres eventos Niña consecutivos que causaron graves perjuicios para el agro.
«Es importante recordar que también hubo en el pasado reciente años Niña en que las lluvias no estuvieron por debajo de las medias en el semestre cálido”, recordó.
“Si bien los datos estadísticos van en ese sentido, aún es muy pronto para asegurar que el semestre cálido 2024/25 estará afectado por un evento seco, o de lluvias por debajo de la media. Es necesario esperar la evolución de los indicadores del Pacífico y también las de las demás variables», insistió Elorriaga.
Aun con un evento Niña instalado, los forzantes extra Pacífico tienen potencial para modificar los volúmenes de precipitaciones, pero su comportamiento es mucho más dinámico y tiene una mayor variabilidad temporal, lo cual dificulta anticipar su presencia.
El rápido nivel de enfriamiento del océano que se está proyectando ha sido pocas veces visto en los últimos 25 años, pero será necesario hacer un seguimiento permanente para conocer las cartas del clima del siguiente ciclo de gruesa.
Al día de hoy, “las condiciones oceánicas y atmosféricas sobre el Pacífico siguen siendo consistentes con un evento Niño fuerte que está disminuyendo gradualmente», afirmó Elorriaga. La mayoría de los modelos de predicción ratifican la continuidad del evento Niño hasta el otoño. Pero también muestran «un rápido debilitamiento y una breve transición a la neutralidad durante el invierno”, indicó el consultor.