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16 noviembre, 2024

Shohei Ohtani, el unicornio del béisbol: quién es el japonés que opacó la Messimanía y sacude al deporte de Estados Unidos

A Shohei Ohtani lo llaman «el unicornio del béisbol» y el «Babe Ruth del siglo XXI» porque es el prototipo del beisbolista perfecto. Un genio distinto del bate, de esos que aparecen cada tanto para hacer historia. Un jugador fenomenal de dos vías, que lanza y batea con la misma eficacia y la misma potencia, como sólo supo hacer el legendario Gran Bambino entre 1914 y 1935, y que acaba de revolucionar el deporte estadounidense con una mudanza histórica.

Su llegada a Los Angeles Dodgers, el equipo vecino de los Angels en los que jugaba en la MLB, catapultó tanto su popularidad que opacó la Messimanía que se había desatado en el país norteamericano cuando el argentino desembarcó en el Inter Miami. Y el contrato que firmó el nipón por 700 millones de dólares por 10 años le permitió desbancar a Leo, que había recibido 674 millones en Barcelona, como el deportista mejor pago de todos los tiempos.

Ohtani no cobrará el total de esos 700 millones de dólares en el transcurso de su contrato. Recibirá solo dos millones por temporada y los restantes 680 millones los cobrará entre 2034 y 2043, una iniciativa que tuvo él mismo, según fuentes cercanas a los Dodgers. Así le permitirá a su nueva franquicia tener más margen de maniobra en el presente y armar mejores planteles para pelear por las coronas. «El dinero no es mi prioridad; no está en lo alto de mi lista», dijo el pelotero.

«Estamos ante uno de los mejores peloteros de la historia“, aseguró Andrew Friedman, gerente general de los Dodgers, en la presentación de su nueva joya, quien llegó desde el otro lado del mundo para cambiar la historia de un deporte que quizás no habría conocido nunca si no fuera por Estados Unidos.

Es que Ohtani nació en Oshu, una ciudad de la prefectura japonesa de Iwate, en junio de 1994, cuando el béisbol ya estaba muy arraigado en la cultura nipona.

Horace Wilson, un profesor estadounidense contratado por el gobierno de Japón con el fin de modernizar las instituciones educativas del país asiático, lo había introducido a principios de la década de 1870, promoviendo su práctica entre sus alumnos de la Universidad Keiko Gakko.

En 1878, Hiroshi Hiraoka, quien había estudiado en Estados Unidos y estaba familiarizado con la disciplina, creó el primer equipo de béisbol japonés en la empresa en la que trabajaba. Y la evolución se aceleró: para 1890, ciudades importantes como Yokohama e Ichiko tenían equipos propios; en 1936 se fundó la primera liga profesional; y en la década de 1950 ya había suficientes equipos para formar dos Ligas, la Central y la Pacífico, que hoy se reúnen en la Liga Profesional Japonesa.

A medida que se expandía, el béisbol fue atrapando a los japoneses. Entre ellos, a Toru, padre de la nueva estrella de los Dodgers, quien fue jugador amateur y les contagió su pasión a sus hijos, con quienes jugaba en su casa cuando volvía de trabajar.

Shohei creció respirando béisbol y de a poco fue desarrollando y puliendo ese talento natural único que le permite jugar con la misma comodidad desde la posición de pitcher -lanza a más de 160 kilómetros por hora y es el mejor abridor de las Grandes Ligas- o cuando toma el bate. Una dualidad inexistente en el béisbol moderno, que lo transformó en dos jugadores en uno.

Cuando Ohtani terminó la secundaria, empezó a pensar en mudarse a Estados Unidos, pero lo convencieron de quedarse en su país para ganar experiencia. Jugó entre 2013 y 2017 en los Nippon-Ham Fighters de Sapporo. Cuando desembarcó en los Angels, en 2018 y con 23 años, ya era una superestrella del deporte japonés. Y lo sigue siendo: sus partidos en la MLB se transmiten en vivo en la televisión nipona y hay todos los días un programa dedicado a él, aún en los días que no tiene partido.

En Estados Unidos, Shohei, de 1,93 metro de altura, desafió el statu quo de las Grandes Ligas, donde cada pelotero se enfoca en llegar a ser el mejor en una posición. Él demostró que no es imposible ser un jugador multifacético destacado.

En apenas seis años, Ohtani se cansó de romper récords y conseguir logros personales. En su primera temporada fue elegido Novato del Año. En 2021 recibió el premio como MVP de la Liga Americana y se transformó en el primer jugador en la historia de MLB con más de 10 jonrones (bateó 46) y más de 20 bases robadas como bateador, y más de 100 strike-outs en una temporada.

Ohtani llegó en 2018 a los Angels, donde se cansó de romper récords. Foto AP Ohtani llegó en 2018 a los Angels, donde se cansó de romper récords. Foto AP En 2022 sus números fueron mejores. Y este año guió al seleccionado de su país a conquistar su tercer Clásico Mundial en suelo estadounidense. Cuando se encaminaba a batir sus propias marcas, una lesión en su codo derecho (el del brazo lanzador) lo obligó a pasar por el quirófano y hasta 2025 no lanzará. Igual volvió a ser distinguido como el Jugador Más Valioso de su liga y seleccionado como parte del equipo ideal, como en 2021.

Su enorme talento no alcanzó para que los Angels llegaran a pelear por un título: el japonés aún no pudo jugar ni un partido de playoffs. Por eso cuando a fines de la temporada se convirtió en agente libre, abrió las puertas para una mudanza y, tras evaluar varias opciones, se decidió por los Dodgers.

«Cuando tuve la reunión con los Dodgers, dijeron que consideran un fracaso haber ganado solo un campeonato en la última década (fue en 2020). Cuando escuché eso, supe que se trataba de ganar y eso es exactamente lo que siento”, dijo Ohtani en su presentación.

El jugoso contrato que le ofrecieron seguramente también pesó. Es el más grande por volumen (no por salario anual) de la historia de la MLB, superando los 426,5 millones por los que Mike Trout firmó con los Angels en 2019.

«El dinero no es mi prioridad», afirmó Ohtani. Foto @DodgersEl japonés se ganó al público estadounidense a fuerza de talento y de una imagen limpia, respetuosa de los valores del deporte y humilde: llegó a firmar su nuevo contrato con un reloj Seiko que cuesta menos de 5 mil dólares, una pieza bastante «modesta» para alguien con su cuenta bancaria. Tanto lo admiran y lo quieren en ese país que en dos días la venta de su nueva camiseta con el número 17 batió el récord que había establecido la «10» del Inter Miami con el nombre de Messi.

Cansado de romper récords dentro y fuera de la cancha, Ohtani buscará el año que viene un objetivo que todavía le sigue siendo esquivo: pelear por un título de la MLB. Estados Unidos disfruta de su «unicornio» japonés, un talento extraordinario que no se veía desde hace cien años y que revolucionó la cuna del béisbol.

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