Riquelme y Palermo, Román y Martín, el Torero y el Titán. Los dos ídolos más grandes del Boca dorado en la era Carlos Bianchi volvieron a quedar frente a frente en medio de la guerra cruzada que se dio con motivo de las elecciones en el club xeneize, las más politizadas y tensas que se tenga memoria en el fútbol argentino.
Su pelea histórica, que surgió en su época de futbolistas, pareció tener un breve impasse en el último tiempo, cuando el 10 se puso la pilcha de dirigente y el 9 se decidió a ser DT. Sin embargo, el llamado a las urnas y la decisión del Loco de apoyar a Mauricio Macri como oposición al exenganche, volvieron a dejar en claro que la mala onda nunca se fue.
Palermo fue a votar el domingo en el preciso instante en que Riquelme estaba emitiendo su sufragio en la Bombonera. Ni se cruzaron, y tuvo lógica: el ex Estudiantes fue recibido por Andrés Ibarra, el candidato que buscaba la presidencia con la lista de Macri.
Al Loco le habían prometido que sería el DT de Boca en caso de triunfo electoral de la oposición, y él se la jugó por «ese sueño», como lo definió. No le importó estar jugando una final histórica al frente de Platense. Y la jugada, que era compleja, no le salió: el sábado perdió la final de la Copa de la Liga; el domingo vio consagrarse a Riquelme como presidente y el lunes anunció que dejaba de ser el entrenador del Calamar.
El miércoles, MP habló por radio y blanqueó su distancia ya irreconciliable con Román. «Somos distintos. Nos respetamos y convivimos así muchísimos años, pero somos distintos. Y cuando vos sos distinto a otra persona no conectás, por más que lo quieras hacer por Boca. Porque Boca está por encima mío, de él, de Macri, de quien sea», dijo Palermo, y luego repitió por TV.
Además, echó por tierra la chance de ser DT de Boca mientras Riquelme sea presidente: “No creo que me llame Román. No. Si lo hace es por algún interés, te soy sincero. Para qué le voy a mentir al hincha de Boca. No le generemos falsas expectativas a los hinchas de Boca con algo que yo no lo veo posible. Entonces, hoy te soy sincero, tendré que esperar cuatro años más para dirigir a Boca. Y no me importa decirlo porque yo soy así de directo”.
Riquelme, por su parte, había opinado sobre el apoyo de Martín a Macri en la previa de las elecciones, pero evitó ir en contra del otro ídolo que todavía sigue fresco en el corazón de los hinchas.
«Él puede hacer de su vida lo que quiera. Yo le tengo mucho cariño, hemos sido compañeros, hemos disfrutado mucho. Cada uno tiene una forma de vivir y yo estoy feliz con la mía», disparó el 10, diciendo sin decir, a su manera. Mientras tanto, ya tenía decidida la llegada de Diego Martínez como DT.
En febrero, Martín había regresado a la Bombonera como DT de Platense, y los hinchas de Boca se reencontraron con el goleador más grande que pasó por la institución y le regalaron una ovación que lo dejó al borde de las lágrimas.
Palermo y su emoción al ingresar a la Bombonera, en febrero. Foto: Marcelo Carroll.“A Palermo se lo recibirá como se merece. Es uno de los ídolos más grandes de Boca. Yo fui un afortunado de jugar con él, me ha hecho disfrutar mucho y me ha dado alegrías como compañero y como hincha. La Bombonera es su casa”, había dicho Riquelme en la previa.
Riquelme y Palermo comparten un mate en el vestuario del Villarreal.Se los había visto juntos en un evento que organizó Villarreal, el club español que disfrutó tenerlos como futbolistas cuando probaron llevar su gloria a tierras europeas. Eran tiempos de tregua, cuando el nombre del Titán era barajado por el periodismo cada vez que Boca necesitó un DT. Eso mostraban las fotos, pareciera que la realidad era otra.
La historia de la pelea entre Palermo y Riquelme
La tirria nunca fue un secreto y los propios protagonistas la reconocieron. “No teníamos la mejor relación, pero convivíamos porque había una prioridad por encima de todos, que era Boca. Siempre buscábamos ganar. Si hubiésemos perdido, los medios habrían dicho que era porque Palermo y Riquelme estaban distanciados”, contó el exdelantero el año pasado.
Las diferencias no impidieron que durante los siete años y medio en que compartieron plantel en Boca formaran una dupla inigualable que le dio al club cuatro títulos locales (los torneos Apertura de 1998, 2000 y 2008, y el Clausura de 1999) y cuatro internacionales (las Copa Libertadores de 2000 y 2007, la Intercontinental de 2000 y la Recopa Sudamericana de 2008).
Palermo y Riquelme, junto a Bermúdez y Serna, protagonistas de una época dorada de Boca.Durante los primeros tres años y medio, desde que el Titan llegó desde Estudiantes de La Plata a mediados de 1997 (Riquelme había debutado el 10 de noviembre de 1996 en una victoria 2 a 0 sobre Unión) hasta que partió a Villarreal en enero de 2001, el vínculo fue armonioso, de la mano de los éxitos deportivos y del manejo del grupo de Carlos Bianchi, el gran hacedor de aquel equipo multicampeón. En ese tiempo, también fueron compañeros en el seleccionado argentino que dirigía Marcelo Bielsa.
Al momento de hallar el punto de quiebre, muchos apuntaron a la final de la Copa Intercontinental de 2000 ante Real Madrid, en Tokio. La leyenda asegura que dos días antes de ese encuentro, Palermo le pidió a Bianchi que incluyera en el equipo a Guillermo Barros Schelotto y no a Marcelo Delgado como su compañero de ataque, algo que habría molestado a Riquelme, histórico compinche del Chelo. En ese partido, Delgado jugó desde el arranque y dio la asistencia para el primero de los dos goles del delantero (la otra fue de Román).
Sin embargo, algunos integrantes de aquel plantel negaron esa versión. “Eso fue mentira. Martín nunca le pidió a Bianchi eso”, afirmó hace poco Cristian Traverso, quien también señaló que si bien existían “distancias” entre algunos jugadores, eso no había quebrado el grupo. “Yo concentraba con Román y jugaba al pool y a las cartas todos los días con Guillermo (Barros Schelotto) y Martín. A veces teníamos un colaborador que nos traía comida porque nos agarraba hambre a la noche y venían todos a comer a la habitación”, ejemplificó.
Libertadores 2000 y un viaje de Boca por México: Ibarra, Traverso y Riquelme por un lado; Abbondanzieri y Palermo por el otro.Algo similar recordó Rodolfo Arruabarrena, quien no llegó a disputar aquella final de la Intercontinental (había sido vendido a Villarreal a mediados de 2000), pero sí había sido un puntal en aquel ciclo. “Cuando me fui, no había ningún tipo de problema. Después me enteré de que decían que había una diferencia cuando se jugaba la final contra Real Madrid, pero no era así. Había afinidades, pero no grupos. Yo veía que había relación y ellos se hablaban constantemente”, contó en marzo de 2020.
Los dos ídolos estuvieron separados durante seis años, aunque se cruzaron en algunos campos de juego mientras se desempeñaban en España e incluso Riquelme, cuando llegó a Villarreal en 2003, alquiló la vivienda que pertenecía a Palermo, quien había sido cedido por el Submarino Amarillo al Betis. Tuvieron un breve y fructífero reencuentro en el primer semestre de 2007, cuando el enganche fue cedido a préstamo por el club de la Comunidad Valenciana y fue pieza clave para la obtención de la Copa Libertadores de ese año. Y volvieron a unir sus caminos cuando el 10 regresó definitivamente a principios de 2008.
Riquelme saluda a Palermo tras un Barcelona – Villarreal. Foto: Archivo.Por entonces, el vínculo ya estaba sumamente deteriorado. Lo contó Rodolfo Arruabarrena, quien recordó su retorno al país ese año, tras ocho temporadas en España y Grecia: “Quise organizar un asado con excompañeros, pero tuve que hacer dos diferentes porque no había una sintonía entre ellos”. También el uruguayo Álvaro González, quien rememoró sus primeros días en el club: “Entré a un vestuario difícil, con gente que no se decía ni ‘buen día’».
En ese plantel había dos bandos bien diferenciados: el que se referenciaba en Palermo y que reunía a buena parte de los hombres más experimentados (Sebastián Battaglia, Rodrigo Palacio, Claudio Morel Rodríguez, Mauricio Caranta, Leandro Gracián) y el de quienes se alineaban con Riquelme, con Hugo Ibarra a la cabeza y algunos de los jóvenes que daban sus primeros pasos en el equipo mayor (Javier García, Lucas Viatri). Los primeros apenas ocultaban su fastidio por los supuestos privilegios de los que gozaba Román.
Riquelme y Palermo también coincidieron en la Selección, en tiempos de Bielsa.En octubre de 2008, ese conflicto larvado estalló. Primero Caranta le manifestó su fastidio a Carlos Ischia, entonces DT del equipo, y terminó separado del plantel. Apenas unas horas después, el paraguayo Julio César Cáceres, quien estaba en su país para disputar un partido por las Eliminatorias para Sudáfrica 2010, hizo explotar la bomba.
“Riquelme es una persona complicada y algunos compañeros se molestan por sus actitudes. En algunos partidos él aparenta correr. Debería trabajar un poco más. Si uno no está bien, debería dar un paso al costado. La diferencia entre Riquelme y Palermo es que Martín tiene 34 años y hace la pretemporada a la par de un chico de 17, nunca pone mala cara. Él sí puede ser líder del grupo”, disparó el marcador central.
Riquelme y Palermo, tras una práctica de Boca en 2007. Foto: Jorge Sánchez.La respuesta de Román, de volea, tardó apenas un rato en llegar: “Es raro, este tipo trota al lado mío, come en mi mesa, se me hace el simpático. Que un compañero haga lo que hizo… Yo no lo puedo defender más a este muchacho. Solo quiere causar más problemas en nuestro vestuario”. No faltaron quienes creyeron, incluido el 10, que las palabras de Cáceres eran un dardo envenenado que había partido desde el cuartel de Palermo.
Desde entonces, fueron socios dentro del campo y adversarios fuera de él. Esa brecha quedó en evidencia el 12 de abril de 2010, cuando Boca derrotó 4 a 0 a Arsenal por la 14ª fecha del Torneo Clausura. Ese día, a los 10 minutos del primer tiempo, Riquelme, desde una posición inmejorable para definir, prefirió asistir a Palermo, quien abrió el marcador y así alcanzó su 219° tanto con la camiseta azul y oro, superó la marca que desde 1938 pertenecía a Roberto Cherro (218) y se convirtió en el máximo anotador en la historia del club. En el festejo, el mediocampista y el delantero no se saludaron.
PALERMO Y UN GOL HISTÓRICO
Un 12/4, pero de 2010, #Boca derrotó 4-0 a Arsenal y el Titán marcó su tanto 219 para convertirse en el máximo goleador de la historia xeneize. ¿La asistencia? DE ROMÁN. pic.twitter.com/fkn5Ka6GZl
— TyC Sports (@TyCSports) April 12, 2019 “Cuando hago un gol, trato de abrazarme con el que me dio el pase y con los otros compañeros. Sé lo que se vio y sé lo que pasó. Pero no tengo que salir a decir nada de ese tema. Me hace sentir incómodo, no me interesa entrar en conjeturas. Que cada cual saque sus propias conclusiones”, sostuvo Palermo tras el partido. Román optó por el silencio.
Así siguieron hasta que Palermo se retiró en junio de 2011. Ocho meses más tarde, el 4 de febrero de 2012, tuvo su partido despedida. En la Bombonera estuvieron Bianchi y buena parte de los emblemas del Boca multicampeón: Arruabarrena, Ibarra, Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Carlos Tevez, Diego Cagna, Jorge Bermúdez, Mauricio Serna, Óscar Córdoba, Roberto Abbondanzieri, Rolando Schiavi y Clemente Rodríguez. ¿Riquelme? No.
“No lo invité porque no teníamos una buena relación”, justificó el goleador. Tres años después, compartirían el césped en la despedida de Sebastián Battaglia, uno de los históricos que eligió el camino de la neutralidad, ayer y hoy.
Palermo y Riquelme se saludan durante el partido despedida de Sebastián Battaglia en julio de 2015. Foto: Juano Tesone.Más allá de las tensiones, los dos siempre reconocieron los méritos deportivos del otro. “Palermo fue el mejor 9 de los últimos 20 o 30 años del fútbol argentino”, lo elogió en 2017 Román, quien lo ubicó encima de quien sería el ganador del Balón de Oro en 2022: “(Karim) Benzema es un jugador técnicamente increíble, pero son más la veces que le erra al arco que las que van al arco. Palermo no le erraba nunca”.
Semanas después, el delantero recogió el guante: “Jugar a su lado me hizo ser el jugador que fui. Si Román se lo hubiese propuesto, habría sido uno de los grandes jugadores de Europa. Lo que logró en Villarreal lo podría haber repetido en Barcelona o donde él hubiese querido”.
El paso de los años pareció que había limado viejas asperezas y permitió un acercamiento. Eso permitió, por ejemplo, que Palermo levantara el teléfono y se comunicara con Riquelme en enero del año pasado, cuando dirigía a Aldosivi, para pedirle la cesión de algunos juveniles (entre ellos fue prestado el defensor juninense Nicolás Valentini). Y que a comienzos de 2023 repitiera el procedimiento para llevarse al delantero Maximiliano Zalazar a Platense.
La buena onda se fue agotando a medida que se iba acercando el tiempo de ir a las urnas para elegir entre Riquelme y el candidato de Macri. La figura del expresidente es clave para entender la guerra entre el 10 y el 9, tan enemigo del primero como cercano al segundo, a quien considera un ejemplo de vida. Un video de Martín apoyándolo a Andrés Ibarra fue el grito de una guerra que volvió, y esta vez para quedarse.