El deporte argentino está a la deriva. Como el Titanic en la noche sorteando, por ahora y solamente por ahora, los icebergs. El deporte argentino, en todos sus niveles, desde hace un largo tiempo sólo avanza por efectos espasmódicos y su presente no es para nada alentador. No se podía ser demasiado optimista cuando en el camino a las últimas elecciones ninguno de los candidatos a llegar a la Casa Rosada puso al deporte en la agenda. Apenas en un spot, sobre el final del camino al balotaje, el oficialista Sergio Massa hizo alguna mención casi al pasar. El resto, nada.
Por eso no se podía esperar demasiado de Javier Milei. Se sabía que el consagrado Presidente no tenía ni por asomo el deporte como una de sus prioridades. Por eso no extrañó tampoco la degradación de ministerio a subsecretaría.
Ricardo Schlieper, un ex periodista y representante de futbolistas que había jugado para Patricia Bullrich en Santa Fe pero no llegó a ser diputado, fue el elegido para ocupar ese cargo. El 7 de diciembre, recién llegado de Europa, se reunió con el ministro Guillermo Francos y el por entonces futuro ministro del Interior le ofreció ser el nuevo subsecretario de Deporte. Entre ese día y el 8 de enero, cuando asumió formalmente, concurrió diariamente a su despacho en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), se reunió con dirigentes y funcionarios del área y a todos les causó una grata impresión porque les fue sincero de entrada.
Palabras más, palabras menos, les dijo: «Ustedes son los que saben; yo vengo a sumar desde mi lugar político». Fue a la cena de los 100 años del Comité Olímpico Argentino, estuvo en la entrega de los Premios Olimpia, buscó rodearse de gente idónea y por eso Diógenes de Urquiza (ex hombre fuerte del deporte en el gobierno macrista) apareció como director general del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) y Daniel Ridao dejó su «exilio» en Paraguay, donde estuvo dos años como asesor en la organización de los Juegos Sudamericanos de Asunción primero y luego como asesor del ministro de Deportes de ese país, y volvió para ser su segundo.
Ricardo Schlieper duró apenas 23 días en su cargo. Foto: La CapitalLa misión de Schlieper era clara y casi única: convencer a los dirigentes del fútbol y bregar por las sociedades anónimas deportivas, un objetivo de Milei y un viejo anhelo de Mauricio Macri. Del resto, desde el alto rendimiento al deporte social, se encargarían De Urquiza, Ridao y sus respectivos equipos de trabajo.
Pero la llegada de Daniel Scioli a las huestes mileistas cambió todo. Se sabía que el ex motonauta tenía pensado regresar a Buenos Aires y dejar la embajada argentina en Brasil. Y cuando el Gobierno lo presentó como el nuevo secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Schlieper decidió dar el paso al costado. Fue el miércoles cuando lo anunció con un breve posteo en la red social X. Sólo duró 23 días en el cargo. En ese lapso hasta llegó a reunirse con Scioli para hablar del fútbol brasileño.
El arribo de Scioli a un viejo amor (el deporte) cambió el panorama. Enseguida comenzó la especulación de quién reemplazaría a Schlieper. Los rumores (todos rotundamente falsos, según el entorno del propio Scioli) les apuntaron a Alejandro Rodríguez, quien condujo el deporte en la provincia de Buenos Aires en los tiempos de la gobernación sciolista; a Jorgelina Bertoni, ex jugadora del seleccionado de hockey quien es además la secretaria de Deportes de La Matanza; a Adrián Verdini, coordinador general de Deportes de la Universidad Nacional de La Matanza y un hombre que viene del karate; y a varios directores de Deportes de los municipios del conurbano que siempre tuvieron una buena sintonía con el ex candidato a presidente. Pero absolutamente ninguno de ellos ocupará la oficina principal del tercer piso del CeNARD.
En Núñez los recibieron De Urquiza -horas antes de ser abuelo por primera vez- y Ridao para interiorizarse sobre distintos aspectos de la gestión del ENARD. ¿Cuál es la idea de Scioli? Por ahora monitorear todo lo que tenga que ver con el área y quedar a la espera de la respuesta de quién será el sucesor de Schlieper. ¿Será un hombre suyo? Definitivamente no.
Julio Garro junto a María Eugenia Vidal y Mauricio Macri, en tiempos de campaña 2015 para Cambiemos. Foto: DYN / PRENSA PRO.Así como el rosarino llegó de la mano de Macri, el ex Presidente -y no Scioli- será quien le ofrecerá el cargo de subsecretario de Deporte a Julio Garro, quien fue intendente de La Plata entre 2015 y 2023 y que perdió con Julio Alak la última elección por apenas 606 votos. Más allá de que Alak y Garro acaban de enfrascarse en una dura discusión -la nueva gestión aseguró que más de la mitad de los 12.573 trabajadores estatales platenses registra ausentismo o tiene carpeta médica y que se les paga el sueldo a condenados por delitos mientras el ex intendente afirmó que su sucesor busca “una justificación” para despedir a 4 mil municipales-, lo cierto es que no hay algún vínculo de Garro con el deporte. Y ello preocupa teniendo en cuenta que, por ejemplo, debería ser el presidente del ENARD, además. Ahora, claro, habrá que ver si Garro acepta o no la propuesta.
Mientras tanto el deporte argentino desfinanciado y acéfalo necesita una urgente gestión. Ya ni se habla de la preparación de los atletas rumbo a los Juegos Olímpicos de París 2024, que comenzarán en cinco meses. Ya ni siquiera se recuerda que la alfombra sintética del CeNARD no es la adecuada, no se parece en nada a la que Leones y Leonas encontrarán en la capital francesa y por eso se entrenan en Ciudad y en Puerto Nizuc. Y tampoco hace falta destacar que Diego Cánepa, director nacional de canotaje y técnico del palista Agustín Vernice -otro firme candidato a obtener una medalla-, se cansó del esfuerzo que tiene que hacer para llevar adelante su plan de entrenamiento y piensa seriamente en dejar su cargo tras los Juegos.
«El deporte argentino se merece otra cosa», le dijo ayer a Clarín un entrenador que estará en París. El deporte argentino y su historia de resiliencia se lo merecen.