24.1 C
Resistencia
18 noviembre, 2024

Jannik Sinner, de los Alpes italianos a la cima del tenis en el Australian Open: la decisión «por peligro» que le cambió la vida

Jannik Sinner hizo historia en el Melbourne Park. Conquistó el título del Australian Open con una espectacular remontada en la final ante Daniil Medvedev, levantó su primer trofeo de Grand Slam y se transformó en el primer jugador italiano en gritar campeón de un “grande” afuera de Roland Garros. Su consagración quizás haya sorprendido por la forma: ese 3-6, 3-6, 6-4, 6-4 y 6-3 ante el ruso, tercero del ranking, lo convirtió en apenas el octavo tenista en levantar una desventaja de 0-2 en sets en la final de un Major en la Era Abierta; pero no por el resultado final. El número cuatro del mundo, de 22 años, es uno de esos talentos destinados a conseguir grandes cosas. Aunque hasta no hace mucho, parecía que lo haría en una pista llena de nieve, no con una raqueta en la mano.

Sinner nació en San Candido, una localidad en medio de los alpes italianos, en el límite con Austria, sede de uno de los resorts de esquí más famosos de Italia. El pequeño Jannik aprendió desde muy chico a deslizarse por las laderas de las montañas heladas arriba de unos esquíes. Hasta llegó a ser campeón nacional de slalom en 2008 y subcampeón en 2012 y una de las grandes promesas de su país en ese deporte de invierno, que era su gran pasión, por delante del fútbol.

Había descubierto el tenis a los tres años, pero esa disciplina lejos estaba de ser una prioridad. Solo lo practicaba como un hobbie y cuando tenía siete años, pasó doce meses sin tocar una raqueta. Pero a los 14 decidió cambiar el rumbo, dejar su ciudad natal e instalarse en la academia de Riccardo Piatti en Bordighera.

«El esquí era peligroso. Una mala caída puede hipotecar una temporada entera. Al tenis uno puede jugar todo el año. Pero lo más importante es que en el tenis ves a tu rival. Sabés si vas por delante en el marcador o detrás, si debés cambiar algo o no. En el esquí descendés solo y no sabes si sos el más rápido o el más lento, sólo ves puertas rojas y azules”, explicó alguna vez

Este domingo, de pie sobre el cemento del Rod Laver Arena, abrazado al trofeo del “grande” oceánico, aseguró que ese enorme logro que acababa de conseguir se lo debía, sobre todo, a sus padres, ambos muy ligados al esquí (aunque fanáticos también del tenis), que le dieron libertad para seguir su propio camino.

“Tengo los padres perfectos, son increíbles. Me gustaría que todos tuvieran unos padres como los míos. Siempre me apoyaron y nunca me presionaron. Esa es quizás la clave por la que estoy aquí”, afirmó.

Y agregó: “Me fui de casa cuando tenía 14 años, así que tuve que crecer bastante rápido, pero esa fue quizás la forma más rápida de madurar y mejorar. Para mí fue duro, pero para los padres dejar a su hijo de 14 años tampoco es fácil”.

El comienzo tardío en el tenis competitivo no supuso una dificultad para Jannik. Dueño de un talento natural, bajo la tutela de Piatti -quien supo colaborar con grandes estrellas, entre ellas Novak Djokovic– empezó a evolucionar rápido.

Sinner junto a Piatti, su primer entrenador, luego de la consagración en las Next Gen Finals de 2019. Foto Instagram @janniksinSinner junto a Piatti, su primer entrenador, luego de la consagración en las Next Gen Finals de 2019. Foto Instagram @janniksinCasi sin participación en el circuito junior, empezó a jugar Futures -hoy ITF World Tour, el primer escalón del tenis profesional- con solo 15 años. En febrero de 2019 conquistó su primer Challenger y en agosto de ese año, con 18 recién cumplidos, debutó en el cuadro principal de un Grand Slam, en Nueva York. El domingo, en su 17° main draw en esa categoría, conquistó su primer título. ¿Otro que ganó su primer Major tras 16 intentos fallidos? Un tal Roger Federer.

Aquel 2019 marcó un clic en la carrera y la vida de Sinner. El italiano cerró esa temporada con una consagración en las Next Gen Finals de Milán, a las que llegó como invitado y venció en la final a Alex De Miñaur. Fue reconocido por la ATP como la Revelación del Año. Y se colgó la mochila de “futuro campeón de Grand Slam y potencial número uno”.

“Mi camino fue muy rápido. Vas viviendo todo y tratando de mejorar. Ni siquiera te das cuenta de lo rápido que van las cosas. Hoy tengo que darme cuenta de lo que he hecho, este es uno de los títulos más importantes de nuestro deporte. Pero por otro lado también sé que tengo que seguir trabajando para otras ocasiones”, reflexionó tras su consagración en Melbourne.

Sinner y su equipo. A la izquierda del campeón, Vagnozzi y Cahill, sus entrenadores desde fines de 2022. Foto AP/Andy WongSinner y su equipo. A la izquierda del campeón, Vagnozzi y Cahill, sus entrenadores desde fines de 2022. Foto AP/Andy WongDiestro y con un revés a dos manos con mucho top spin, agresivo en la cancha y muy ágil y rápido para moverse a pesar de su 1,88 metro de altura, desde hace varias temporadas tiene un tenis equiparable al de los mejores, pero los grandes resultados no llegaban. Por eso, a mediados de 2022, hizo una apuesta grande. Sentía que necesitaba un cambio, por lo que terminó su relación deportiva con Piatti y se asoció con su compatriota Simone Vagnozzi y el australiano Darren Cahill. Y dio otro salto enorme.

El año pasado, conquistó su primer Masters 1000, en Toronto, y llegó al cuarto escalón del ranking, su mejor ubicación. Y alcanzó la final del ATP Finals de Turín, instancia en la que perdió con Djokovic, a quien había superado en el round robin y al que volvió a derrotar una semana después, en el camino a ganar la Copa Davis.

Y en el arranque de este 2024, cumplió el sueño de levantar un trofeo de Grand Slam, en un Australian Open en el que jugó en un nivel superlativo y bajó a tres top 5 al hilo: en cuartos venció a Andrey Rublev (5°), en semis arrasó con Djokovic (1°) y en el duelo decisivo, a Medvedev (3°), ante el que levantó un partido que el ruso tenía en el bolsillo.

Desde 1973, cuando se comenzó a elaborar el ranking ATP, solo otros dos jugadores habían conseguido vencer a tres rivales ubicados entre los cinco mejores en las últimas tres rondas de un “grande” de canchas duras: Federer en el US Open y el propio Nole en Melbourne, ambos en 2012. Y solamente una vez en la Era Abierta, un tenista había dado vuelta un 0-2 en sets en la final de este torneo: Rafael Nadal, hace dos años, cuando levantó el trofeo tras imponerse por 2-6, 6-7 (5-7), 6-4, 6-4 y 7-5 ante… Medvedev.

A lo largo de las dos semanas de competencia, el italiano mostró además una enorme fortaleza mental y no se dejó apabullar por las expectativas generadas por su gran presente.

«Conocer mejor mi cuerpo y a mi equipo fue un paso muy importante para mí. El año pasado obtuve muy buenos resultados. Eso me hizo creer que puedo competir contra los mejores jugadores del mundo. Ahora tengo que procesar lo que he hecho, es un gran momento para mí y para mi equipo. El proceso y el trabajo duro de vez en cuando dan sus frutos», comentó quien se convirtió en el tercer jugador de su país en ganar un Grand Slam (el segundo en la Era Abierta), después de Adriano Panatta, en Roland Garros 1976, y Nicola Piatrangeli, también en París en 1959 y 1960.

“Siempre hay presión cuando jugás un Grand Slam, pero eso es algo bueno, es un privilegio. Me gusta estar dentro de la tormenta de presión, ahí donde saco mi mejor tenis”, cerró Sinner, el ex prodigio del esquí que acaba de hacer historia en Melbourne. Y va por más…

Últimas Noticias
NOTICIAS RELACIONADAS