Rimas, eventos, gritos, beats, sponsors, meet & greets, tiraderas en redes sociales. Hoy la escena de freestyle competitivo se convirtió en un espectáculo y, a caballo de ella, el rap y sus ramificaciones pasaron a ser el mainstream musical que llena los principales estadios de la Argentina.
En el medio, decenas de raperos que pavimentaron el suelo sobre el cual caminaron los Duki, Trueno, Wos, Nicki Nicole, Bizarrap y María Becerra caminaron, piden pista y exigen lo que les corresponde por rigor histórico. A saber: más conocimiento de la cultura hip-hop y respeto por aquellos que rapeaban cuando el Spotify Wrapped todavía era un sueño sueco e Internet un lujo.
Wos y el mexicano Azcino en los octavos de la Final Internacional de la «Batalla de los Gallos», en 2019. Foto: EFEAlgunos de ellos siguen buscando su lugar en los charts. En el mejor de los casos, otros se reconvirtieron musicalmente y consiguieron aval persiguiendo otras zanahorias musicales. En el peor, varios tuvieron que abandonar el arte para dedicarse al trabajo y a la responsabilidad familiar-económica.
La escena de los pioneros
“En los años ’90, nosotros teníamos que tratar de complementar; imaginarnos las películas de raperos con la música que nos llegaba”, explica XXL Irione, sentado en una plaza del barrio porteño de Palermo. “En ese momento nadie tenía computadora y el que la tenía no la usaba ni en pedo para buscar cosas de hip-hop”.
El rapero XXL Irione, uno de los pioneros.Un poco más atrás en el tiempo, el primero que se puso el mote de rapero fue Jazzy Mel. El artista, junto a un puñado de nombres más como MC Ninja, fueron obligados por las disqueras a encarar su costado rapero siguiendo lo que estaba de moda en Europa: el dance y la electrónica de Technotronic.
Juan Data, autor del libro La evolución del flow y fundador del fanzine Moshpit Posse (su obra literaria repasa los años en los que dirigió la revista), ubica a Illya Kuryaki and the Valderramas como la banda que ungió la llamada “escena rapera”, porque “Tenían cierta aprobación del establishment rockero por ser herederos de la realeza rockera argentina”.
La tapa del libro de Juan Data.Eso, asegura, les dio la llave para tener una llegada menos tortuosa a los medios de comunicación (“Los medios nos miraban como cipayos”, dice Irione) y a los grandes escenarios, en los que fueron teloneros de músicos como Charly García y Fito Páez.
Dante hace memoria
Desde su estudio ubicado en Villa Urquiza (y apurado por el trajín de la gira y la composición), Dante Spinetta revuelve algunos recuerdos sobre cuando Páez estaba preparando su Gran Rex. El rosarino quería que rapearan Fabrico Cuero, canción del álbum homónimo que todavía no habían grabado pero ya tenía pasta de hit.
Dante Spinta y Emmanuel Horvilleur en los inicios de Illya Kuryaki & The Valderramas.Cuando estaban en la búsqueda de alguien que les produjera el disco, los jovencísimos Spinetta y Emmanuel Horvilleur le pidieron ayuda a Andrés Calamaro que, si bien se negó (no podía por temas de agenda y Fabrico Cuero terminó a cargo de Luis Alberto), le regaló dos discos: Raising Hell de Run-D.M.C. y Bigger and Deffer de LL Cool J.
“Llegué a mi casa y no teníamos para escuchar CD todavía. Entonces era: ‘A ver quién me presta para escucharlos’. Hasta que conseguimos y lo copié a cassette”, se ríe el hijo del Flaco.
Para los que fueron accediendo al rap más tarde y no tenían esa cercanía con las eminencias de la música argentina, los puntos de recolección de data eran más difusos: la galería Bond Street, algunas plazas donde rancheaban los skaters o meras personas que usaban gorras con visera plana.
“En el Parque Rivadavia -dos décadas después, el epicentro del freestyle competitivo y underground local- vendían estampitas, cartas, cassettes y posters de hip-hop”, recuerda Irione. “Yo me llevaba los posters porque veía gente vestida de raperos”.
Dante Spinetta en Lollapalooza Argentina. Foto Emmanuel FernándezPor ese entonces, el hip-hop no era de difícil acceso solamente por la poca información, sino también por el hermetismo y la hostilidad de los breakers y los integrantes más old school de la movida.
CNO, segundo campeón nacional de Red Bull Batalla (por entonces Batalla de los Gallos) en Argentina, agrega: “En las batallas de freestyle ahora los pibitos se bardean, se bajan del escenario y se toman una Coca. Antes te cagabas a palos. Te tenías que defender a muerte”.
Esa agresividad era recíproca con los de afuera y los de adentro. “Con Jazzy Mel teníamos cierta rivalidad porque se mezclaba con movidas comerciales”, dice Spinetta, que también rememora cuando fue a una fiesta de rap y no lo dejaron entrar porque tenía puestas zapatillas en vez de zapatos.
Camino al boom actual
Con el tiempo, llegaron las redes sociales y la masificación del rap, freestyle y todas sus variantes. No es casual que ambas cosas coincidan con lo que los protagonistas llaman denominan como la “suavización” de las nuevas generaciones raperas.
Si bien ellos reiteran una y otra vez su pedido de respeto por las generaciones pasadas y tienen algunas reservas, todos valoran la capacidad de los más jóvenes de tener lazos, puentes y soltar los prejuicios a la hora de colaborar con sus pares.
CNO en River, como telonero de Duki. Foto: IGCNO, incluso, fue fundamental para la carrera de Duki, que lo recompensó ofreciéndole telonear para sus shows en River, y Dante Spinetta publicó canciones con Trueno y Ca7riel. Este último, cierra: “Son artistas urbanos que están reinventando la historia. Estoy muy orgulloso de ser parte de esa genética, de haber encendido esa primera fogata”.