Israel ha lanzado una ofensiva generalizada en todos los frentes de la guerra en Medio Oriente: Hamas/Franja de Gaza; Hezbollah/Líbano; e Irán en Siria; y pronto quizás en el propio territorio de la República Islámica.
Todo esto se basa en un diagnóstico estratégico preciso y temporalmente situado:
a) En abril ha comenzado la fase final de la guerra contra Hamas, cuyo objetivo es destruir a los 4 batallones que le restan en Rafah y su red subterránea, situada en la frontera con Egipto.
b) El dato estratégico central en que se funda el gobierno de Benjamín Netanyahu es la constatación del debilitamiento de EE.UU. en el sistema mundial, centrado en el gobierno de Joe Biden, sin que esto signifique que el poder norteamericano sea cada vez menor sino todo lo contrario, porque el poderío estadounidense tiene raíces de carácter tecnológico, y en este terreno la primera superpotencia mundial es imbatible.
c) Este es un aspecto que hay que subrayar, sobre todo frente a dos acontecimientos de importancia: el inminente asalto a la República Islámica que ya ha comenzado con su embajada en Damasco; y el previsible resultado electoral del 5 de noviembre, con un triunfo cada vez más probable de Donald Trump.
d) Irán, por último, experimenta una extraordinaria crisis política, ante todo en su aparato externo militar, como lo demuestra la derrota estratégica de la Fuerza Quds con la eliminación de todos sus mandos de conducción, encabezado por el General Reza Zahedi, sucesor del legendario Qasem Soleimani, eliminado en enero de 2020 por orden directa del presidente Donald Trump.
e) La evidencia de que en estos seis meses de guerra Israel ha logrado una extraordinaria precisión y letalidad en sus fuerzas de defensa se manifiesta en la contundencia de los misiles F-35 de la aviación israelí, sumado a los logros del Mossad que precisó día, hora y número de oficina de la reunión que realizaban los mandos de la Fuerza Quds en la Embajada en Damasco. Este es un punto de especial importancia a considerar: el ataque israelí en Damasco fue realizado deliberadamente para mostrarlo como un asalto directo al territorio (diplomático) de la República Islámica.
f) En lo que se refiere a la guerra contra Hezbollah, es obvio que Israel ha abandonado hace tiempo el ejercicio de meras represalias contra la organización chiita/libanesa en la frontera con el Líbano. Ahora ataca con las características de una guerra en todo el territorio del Líbano incluyendo la capital Beirut, lo que abarca también a Siria, en toda su extensión.
g) En términos políticos/estratégicos, el centro de la ofensiva israelí es contra Irán, como lo demuestra el reciente ataque contra su embajada en Damasco; esta prioridad surge del profundo conocimiento que el primer ministro Netanyahu tiene del sistema político estadounidense, lo que hace presumir que Biden es una figura transitoria, y lo más probable es que el próximo presidente norteamericano sea Trump. Esta es una percepción que comparte todo Medio Oriente y que coloca al régimen iraní ante un dilema en que está en juego su supervivencia, porque si acepta pasivamente el ataque israelí sobre su embajada en Damasco, pierde toda credibilidad en la región, ante todo sobre sus delegados de Hamas, Hezbollah, y otros.
h) Si por el contrario opta por responder con un ataque al territorio de Israel hay que dar como un hecho la intervención norteamericana, incluso con Joe Biden todavía en la Casa Blanca; e Irán comprende plenamente que eso pone en juego la definitiva pérdida de su sistema político.
La audacia y la decisión israelí tiene raíces estructurales. Israel tiene 8.500.000 habitantes, de los que 20% son árabes-israelíes que hasta ahora – después del 7 de octubre – han permanecido fieles al Estado; y en estas condiciones posee la 3° potencia exportadora del mundo de alta tecnología, lo que representa más de la mitad de las ventas externas del país.
Los datos principales de Israel como “Start-Up Nation” son los siguientes: es la 3°del Índice Nasdaq de alta tecnología en Wall Street, después de EE.UU y China. Asimismo, dispone de 71 “unicornios” – con una valuación de al menos U$S 1.000 millones– en tanto hace 10 años tenía sólo uno.
Hay que advertir que Israel considerado como país individual atrae 49% del capital de riesgo (“venture capital”) que financia start-ups en el mundo; sólo en este aspecto recibió más de U$S 8.600 millones en 2022. El año pasado atrajo 320 inversiones de las transnacionales high tech por un total de U$S 5.500 millones, sólo para start-ups.
Hay un vínculo estructural entre la ofensiva israelí en todos los frentes de la guerra en Medio Oriente y la Unidad 8200 de las Fuerzas de Defensa; de allí salen los constructores de la inmensa mayoría de las start-ups israeíes; y es también donde se utiliza a gran escala la Inteligencia artificial para identificar con nombre, apellido y estatus a prácticamente todos los enemigos del Estado.
No hay secreto para Israel en Medio Oriente hoy. Por eso el Estado Hebreo ha lanzado su ofensiva en todos los frentes de la región.