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Resistencia
2 noviembre, 2024

El dólar quieto enamora y las dudas crecen para el campo, el FMI y la salida de la recesión en forma de «V»

Luis Caputo fue categórico ante un grupo selecto de empresarios que le reclamaron por el atraso del dólar y el alto peso de los impuestos en los precios de muchos productos de consumo masivo.

Les dijo el ministro de Economía: «No sean ansiosos, pero no vamos a devaluar. Tenemos que estabilizar, después creceremos y ese será el momento de bajar los impuestos».

Marcó tiempos muy distintos de los que pretenden el campo y la industria que, aunque viven realidades distintas en términos de actividad, se ponen al frente de los reclamos en materia de mejora del tipo de cambio y reducción de las cargas impositivas.

El ministro insiste en que no devaluará al entrar en una etapa que, como muchos de sus antecesores, podría caracterizarse como de enamoramiento de las virtudes del tipo de cambio fijo y aquietado para contribuir a frenar los precios, especialmente, de los alimentos y la canasta familiar.

El Gobierno apunta a que la inflación de abril sea menor a 10% y para eso el dólar quieto, o subiendo al 2%, le resulta funcional e indispensable para aquietar las expectativas.

Y el ministro deja entrever que se siente cómodo con un dólar de $ 900 (el mayorista está en $ 855). En el Ministerio aseguran que el dólar de convertibilidad de Domingo Cavallo hoy estaría en $ 650, con lo que sienten tener argumentos para defender el valor actual camino a formalizar en algún momento el régimen bimonetario.

Para los productores y exportadores de granos y aceites, la ausencia de un salto cambiario es motivo de preocupación, aunque en la última semana tuvieron una mejora leve en los precios internacionales del maíz y la soja después de la caída fuerte del último año.

El Gobierno destaca que el Banco Central pudo comprar US$ 10.000 millones y que la brecha entre el dólar oficial y el contado con liquidación está en 27%, el nivel más bajo en mucho tiempo. Pero nada es ni gratuito ni para siempre.

Es cierto que el Central pudo comprar US$ 10.000 millones y también que la deuda con los importadores llega a US$ 30.000 millones en un contexto en el que el cepo sigue restringiendo operaciones y el dólar «blend» (80% oficial y 20% contado con liquidación) mantiene el abastecimiento a los dólares libres, pero limita las compras del Central.

La eliminación del «blend» es un reclamo del Fondo Monetario inscripto en el compromiso asumido por el Gobierno de que a fin de año debe haber acumulado US$ 10.000 millones en las reservas; hoy las reservas netas siguen en el plano negativo en el orden de los US$ 4.000 millones. El cumplimiento de esa meta se presenta difícil y mucho dependerá de la liquidación de las exportaciones de soja en el término de un mes y medio.

Es por eso que se entiende que el Presidente Javier Milei haya dicho que si tuviera US$ 15.000 millones adicionales podría levantar el cepo ya. Sin más dólares, el levantamiento del cepo resulta lejano y el cuello de botella externo sigue funcionando a pleno.

Mientras tanto, la economía mantiene sus dos caras: la financiera sonríe al calor del aumento de los bonos (AL30 y GD30 suben 15% en el mes) y de los precios de las acciones (el Merval está 20% arriba) mientras que en el plano real la recesión se profundiza.

Según Abeceb, el estimador de la actividad económica cae 4,5% en términos interanuales y se proyecta una caída anual promedio del 4% que podría ser casi de 7% si se excluye el efecto del sector agropecuario.

El sector agrícola será uno de los motores de la recuperación, con una mejora de 19,2% respecto del año anterior, impulsando la venta de maquinaria agrícola, que crecería 14,6%.

También pronostican una mejora de 11% en la industria minera y el petróleo y el gas (Vaca Muerta) crecerían 7,4% y 4,3%, respectivamente. A la vez que la industrial del conocimiento generaría exportaciones por US$ 10.000 millones.

En la vereda de enfrente, la potente cara recesiva está en la baja del consumo de la mano de la caída del poder de compra de los salarios frente a la inflación.

Desde los alimentos, las bebidas, los electrodomésticos y hasta los autos, la cadena industrial apunta a números negativos y la construcción, que caería 11%, «no verá la luz en la obra pública hasta que se defina el nuevo sistema de participación privada, aunque también pesan otros factores como la falta de financiamiento a tasas competitivas», dice el trabajo.

En los 100 días de Milei el giro de la economía es muy profundo y todavía le resulta difícil a los expertos definir con claridad si la salida será en forma de «V», o sea rápida después de tocar algún fondo; o si a mediados de año todavía seguirá la fantasía de la recuperación de un segundo semestre esquivo.

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