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Resistencia
29 octubre, 2024

La Corte se corre de la pelea, el acuerdo de Cristina y fórmula opositora para las jubilaciones

La hora de la política o la hora de la justicia

La gestión Milei entra en su región más transparente. Jugó todo a los proyectos-bala (DNU 70 y Ley Ómnibus), perdió la batalla y ha quedado en manos del factor que menos aprecia este gobierno, que es la política. Sumió al Congreso en un torbellino de pasiones que terminó el jueves. Se abre desde hoy un par de semanas de vacaciones. No quiere decir que haya caído la tensión.

El conflicto más grave es con los gobernadores, que han concurrido en masa a la Justicia en reclamo de los fondos que el Gobierno les ha suspendido -subsidios, fondos para maestros, etc-. Es la hora de la Justicia, dicen los gobernadores, que no tienen ningún canal de diálogo con la Nación.

Desde la Justicia el mensaje es el contrario: es la hora de la política. Esa es la jurisprudencia «de oreja» que acuñó la Suprema Corte en diciembre. No van a intervenir en lo inmediato para resolver lo que la política no puede arreglar. Las provincias van a presentar nuevos recursos en reclamo de fondos, como los del transporte, que tienen sustento legal y no pueden ser cortados por una decisión administrativa ni por un decreto.

Los pedidos se basan sobre el fallo que dictó la Corte el 1° de octubre de 2019. En aquel momento, Mauricio Macri había dictado dos decretos bajando los impuestos a las Ganancias y el IVA (un plan platita en los mismos términos que Massa durante la campaña del año pasado). Esos dos tributos son coparticipables.

La Corte falló que podría ser plausible la necesidad de esas medidas, pero que la Nación debía compensar los recortes a las provincias, porque respondían a normas fiscales que sólo se pueden tocar con nuevas leyes. El mismo argumento que tienen los reclamos de ahora.

La pelea con gobernadores contamina todo

El Máximo Tribunal tiene sus tiempos. Nada indica que por ahora avance en decisiones que afectan a la política. Un recurso que se tramita en la sala del fuero originario -el que atiende las demandas de las provincias- no tarda menos de 3 años en resolverse.

Un tema de fondo, como el caso Sancor de 2015 -reclamo de Santa Fe, Córdoba y San Luis por recortes previsionales- tardó 8 años en resolverse. La Corte tiene, además, otros reclamos de provincias, como el de los recortes a los fondos coparticipables que dictó el gobierno de Alberto Fernández a la administración de Horacio Rodríguez Larreta.

El actual gobierno ya dijo que no le va a pagar, pero Jorge Macri está en lista de espera antes que los gobernadores afectados por Milei. El debate contamina otras napas de la política. Los gobernadores del PRO, Rogelio Frigerio e Ignacio Torres, se reunieron la semana anterior con Patricia Bullrich, que integra el Gobierno, y salieron sin ninguna solución.

Como si Patricia no perteneciese a este gobierno, que perjudica a los gobernadores del partido que ella preside. Situaciones como ésta trizan la fuerza del PRO en este tiempo, porque el ataque a los gobernadores le quita territorialidad al PRO justo cuando Mauricio Macri reclama apoyos del interior para ser presidente del partido.

¿Vamos a ser un partido con proyecto o un socio que le dice que sí a cualquier ocurrencia del Gobierno?, se preguntaban los dos mandatarios después de la reunión con Bullrich. Frigerio, de paso, cree que el caso es más político que jurídico.

El problema de las provincias no es tanto con el dinero de las trasferencias automáticas sino con el incumplimiento de la Nación respecto de lo que dicta la ley. Hay más plata para discutir en cuanto a lo que les corresponde por ley a las provincias, que por las transferencias no automáticas o discrecionales -salvo, agrega Frigerio, en el caso de la provincia de Buenos Aires-.

El abrazo del oso de Cristina

La situación de un Gobierno que no aprovechó la oportunidad de imponer su agenda en extraordinarias sumó un factor novedoso que pocos han advertido, que es la «parte resolutiva» del documento que publicó Cristina de Kirchner la semana anterior.

Los brindis y las broncas de amigos y adversarios se detuvieron en la prosa espesa del análisis económico de ese escrito, que tiene tanta eficacia sobre la realidad como orinar sobre los muros del Banco Central -metáfora que usaba el escritor Azorín para ilustrar la vanidad de las palabras en materia política-.

Pero no repararon muchos en el llamado de la expresidenta a un acuerdo sobre algunos puntos que se acercan peligrosamente a lo que propusieron cuatro de los cinco candidatos presidenciales que compitieron en la primera vuelta -solo Myriam Bregman se apartó de ese discurso único-. Esos puntos con los mismos que propuso Milei para su tratamiento en el Congreso y que contaron con los 144 votos para la aprobación en general.

Cristina manda un mensaje al peronismo y al Gobierno cuando dice que su fuerza está dispuesta a discutir, literalmente, sobre lo siguiente:

«1. Revisar la eficiencia del Estado, y que no basta con la consigna del “Estado presente” para resolver los problemas del país, que son demasiados.

2. Discutir un sistema tributario simplificado con pocos impuestos en cantidad.

3. Replantear el actual sistema público de salud.

4. Un plan de actualización laboral que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales.

5. La integración de las empresas del Estado tanto por vía de la participación del capital privado como de las provincias.

6. Discutir un régimen de incentivo a las grandes inversiones [el RIGI, capítulo central de la ley ómnibus del gobierno]».

No lo hubiera dicho más claro Federico Sturzenegger. Es el mismo plan de reformas que figura en la plataforma de Cambiemos y que describieron Pichetto y José Dromi en su libro de campaña.

El marketing vs. la gestión

¿Cambió Cristina? En política no importan las actitudes personales. Ni lo que se dice. En el mundo de la política líquida, la palabra vale poco. Valen los movimientos colectivos, que rinden lo que no pueden rendir los individuos. Eso disminuye la importancia de los temperamentos, que tanto atraen a los comunicadores y newsreaders cuando hacen teorías sobre las imágenes y los tuits.

Perdieron antes el tiempo especulando sobre la personalidad de Menem, las estridencias de Cristina y ahora sobre el Milei indescifrable. Esta propuesta la saludó Pichetto como un aporte de acercamiento al Gobierno.

¿Qué impide que Olivos escuche este mensaje, que se suma a la mansedumbre de las caricias que se han cruzado Milei y Cristina? Lo impide la insistencia del Gobierno en prolongar su campaña para la segunda vuelta, la que ganó por suma del voto propio al de Cambiemos, con el mandato de sacar al peronismo del gobierno.

El peronismo está aislado hoy por los efectos de esa derrota y está en un cerco de desprestigio que convierte a su cercanía en una mancha venenosa. Es un problema de marketing, pero no de programa. Si no se lo impidiera la necesidad de sostener la imagen de rechazo al peronismo, Milei podría aceptar ese acercamiento que propone Cristina sobre un programa con el que no puede dejar estar de acuerdo.

La contradicción entre las necesidades de Gobierno y las necesidades de marketing es lo que convierte a la política en el arte de resolver la cuadratura del círculo. Lo que te sirve para ganar, no te sirve para gobernar, y viceversa. Por esa razón la política es un oficio de gente rara, que confía en que puede superar fácilmente lo que el resto de los mortales no puede.

El Congreso contraataca

El viernes Martín Menem les avisó a Miguel Pichetto y a Florencio Randazzo que en estas horas publicitará qué tres nombres eligió, de los cuatro que le propuso el peronismo de la Cámara de Diputados para integrar la Comisión que decide sobre los DNU. Con eso le quita a la oposición el control del destino de los decretos de excepción, que para el Gobierno son la herramienta para administrar desde la minoría.

La relación con la oposición del Frente de Todos no es la mejor. Los 99 votos que alzó el peronismo fueron el factor eficiente que hizo caer la Ley Ómnibus -por más que el Gobierno se empeñe en responsabilizar de esa derrota a sus amigos-, y a un espectro de «traidores» que nadie ha sabido quiénes son.

Los votos del peronismo y la izquierda se sumaron a los de los bloques amigos del Gobierno, que rechazaron su intento de meter mano en los fideicomisos que financian a las provincias. Germán Martínez, jefe del bloque peronista, acusó recibo del rechazo de Menem (Martín) a darle los cuatro miembros para la Comisión. Intenta que apliquen el sistema d’Hont para que les den los cuatro cargos, pero Menem tiene una razón superior para sus actos, que es no dejar a Milei y sus DNU en manos del peronismo.

Los docentes se suman a la pelea

El Gobierno rifó la posibilidad de imponer la agenda, que es su privilegio en sesiones extraordinarias. Ahora, tiene que enfrentar las iniciativas que van a proponer los legisladores. La primera, y que es difícil que no tenga apoyo de la mayoría del Congreso, es para salvar el Fondo de Incentivo Docente que el Gobierno les congeló a las provincias.

El debate va a poner en el escenario a un protagonista temible, que son los docentes. Ese sector ha sido central en otras crisis políticas de la Argentina. La marcha blanca de 1988 fue clave en la crisis del gobierno de Alfonsín. La carpa blanca en el Congreso acompañó la crisis del peronismo en 1997 que terminó con la derrota de 1999.

El gasto que implicó levantarla bajo la administración de Fernando de la Rúa perforó su economía y lo desfinanció en el peor momento. Más cerca de ahora, un factor central de la derrota de María Eugenia Vidal en 2019 fue el fracaso de la pelea docente. Esa derrota lo arrastró a Macri en las presidenciales.

Blanqueo y jubilaciones al recinto

El bloque Hacemos, que preside Pichetto, dedicó la semana que pasó a diseñar algunas iniciativas que podrían tener consenso en la Cámara para emprender la nueva etapa de las sesiones ordinarias. Pertenecen al capítulo fiscal de la Ley Ómnibus que el Gobierno dio de baja, como el blanqueo, y podrían tener consenso -antes Sergio Massa quería un blanqueo que le pedía el FMI-.

En ese tema trabajan, dentro del bloque, Ricardo López Murphy y Oscar Agost Carreño. Además, los diputados de la Coalición – Juan Manuel López, Maxi Ferraro, entre otros- presentaron ya un proyecto para imponer una nueva fórmula de actualización de las jubilaciones. Figuraba en el dictamen de minoría que habían presentado para la ley ómnibus, y debía tratarse después de que el gobierno bajó su proyecto.

Esa fórmula tiene alto consenso y prevé un aumento de alrededor de 40% de las jubilaciones. Propone actualizar cada mes, retroactivo a enero pasado, por índice de precios y algún bono de compensación. Es difícil que una iniciativa así no tenga el apoyo de la mayoría de los diputados.

Machirulos de Estado

Este proyecto es concurrente con el que presentó la diputada Alejandra Torres, que no incluye un bono y lo hace más viable de pagar. Torres crece como un símbolo para contrastar con el Milei machirulo. Lo echó a Osvaldo Giordano del Anses, porque su mujer, Torres, le votó en contra un inciso de la ley ómnibus. Es un ejemplo de un machismo extremo éste de castigar a un varón porque duerme con el enemigo.

Esas pesquisas de alcoba por parte de otro gobierno que cuenta con servicios de espionaje estatal, contradice valores que sostienen muchos, aun votantes del actual oficialismo. Nadie quiere ni nepotismo -gobernar con la hermana o con etnias, sean Caputos u otros- ni que a un@ le estén controlando quién le hace la cama, o quién se la deshace -iría Moria-.

Poco oportuno cuando se acerca el 8 de marzo, Día de la Mujer. Aunque el mismo nervio que le hace decir a Milei ante cada derrota que en realidad era lo que él quería -el falaz «principio de revelación»- lo lleva a aprovechar la llamada economía de la reacción. Consiste en decir extravagancias para que le respondan y así generar visibilidad. Una frivolidad subsidiada con dineros públicos.

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