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Resistencia
29 octubre, 2024

El pedido que el Papa Francisco le hizo a Javier Milei y el Presidente por ahora desoyó

En la Iglesia quedó flotando una pregunta tras el cordial saludo que intercambiaron el Papa Francisco y el presidente de la Nación y la inusualmente prolongada audiencia que le otorgó el pontífice: ¿Moderará Javier Milei sus declaraciones y apostará por el diálogo en la búsqueda de los consensos para la superación de la crisis? Porque nadie duda en los medios eclesiásticos de que Jorge Bergoglio -además de pedirle que las cargas del ajuste se repartan lo más equitativamente posible- le recomendó que se empeñara en disminuir el nivel de confrontación verbal.

En verdad, la posición de Francisco no tiene nada de novedosa, recuerdan. Es la misma que venía asumiendo como arzobispo de Buenos Aires, junto con sus colegas obispos, desde la crisis de 2001. Pero -dicen- en el actual contexto adquiere especial significación por la personalidad volcánica del libertario. Y también porque, a diferencia de Néstor y Cristina Kirchner, que eran muy confrontativos -instauraron la famosa grieta-, sufre de una evidente debilidad legislativa, con muy pocos senadores y diputados. Además de no contar con ningún gobernador.

Por lo pronto, destacan la “saludable señal de convivencia” que le dieron a una dirigencia política muy peleada y una sociedad muy crispada al encontrarse. De hecho, el encuentro había suscitado una gran expectativa por las severas descalificaciones que Milei le había proferido a Francisco años atrás y luego en la campaña (además de las alusiones críticas al libertario -aunque sin nombrarlo- del Papa). Pero los malos presagios se desvanecieron con el abrazo dado por Milei y los simpáticos comentarios de Francisco.

En definitiva, dos personas con altísimas responsabilidades y visiones muy diferentes habían decidido después de los agravios, una pedir perdón y la otra -siguiendo la doctrina cristiana más elemental-, perdonar, mirar hacia adelante y dialogar, algo inusual en la Argentina actual.

Sin embargo, si se analiza a los protagonistas, no debería haber llamado tanto la atención.

Es cierto -apuntan las fuentes eclesiásticas- que Milei tiene una personalidad por momentos belicosa, manifestada en sus épocas de panelista de televisión y más acá. Pero también es verdad que es una persona emotiva -llora con facilidad como ocurrió en el Muro de Los Lamentos- y, sobre todo, es el presidente de la Nación más religioso desde la vuelta a la democracia. Lo cual lo lleva a tener una sensibilidad particular ante un dignatario religioso, más allá de que sea o no de su credo.

Hay quienes afirman que Milei fue asesorado por conspicuos conocedores de la Iglesia católica sobre la mejor forma de desandar el camino de los agravios al Papa y buscar un acercamiento. En su entorno, incluso, aseguran que antes de viajar pidió las encíclicas de Francisco para conocer mejor su pensamiento. Lo cierto es que -tras el pedido de disculpas público en el final de la campaña- haber priorizado la relación humana -más allá de cuán espontánea fue- resultó clave, destacan las fuentes.

El tiempo que el Papa le otorgó a la audiencia -la reunión de una visita oficial como la que le realizó Milei suele durar poco más de 20 minutos- no fue únicamente una deferencia de Francisco, sino también su deseo de conocer personalmente al personaje y su pensamiento. En cambio, a Mauricio Macri Francisco lo había tratado cuando era jefe de Gobierno porteño y él arzobispo de Buenos Aires, por lo que la primera vez que lo recibió como presidente el tiempo fue el habitual.

El Papa Francisco y Mauricio Macri, en un encuentro de 2016. El gesto adusto de Bergoglio fue interpretado como una señal política.El Papa Francisco y Mauricio Macri, en un encuentro de 2016. El gesto adusto de Bergoglio fue interpretado como una señal política.No obstante, aquel encuentro con Macri quedó en la memoria colectiva por el gesto adusto de Francisco en la foto que, si bien fue sobredimensionado, reflejaba una relación compleja. Jorge Bergoglio le achacaba a Macri una deslealtad política de su época de alcalde, pero además consideraba que un sector de Cambiemos lo quería lejos del quehacer argentino. Peor aún: creía -y así se lo dijo más adelante a Macri- que importantes colaboradores suyos le hacían campaña en contra.

Desde una visión bien política, no faltan los que creen que Francisco se mostró afable con Milei y le dedicó mucho tiempo para asegurarse una buena recepción de los votantes del libertario -particularmente los más antiperonistas- en el caso de visitar su patria. Una visita presuntamente proyectada para el segundo semestre -como dijo el pontífice a fin de año-, pero que Francisco sigue sin confirmar, pese a que el presidente le reiteró la invitación durante la audiencia.

Otros interpretan que el Papa se mostró cordial y dispuesto con Milei para no ser acusado de soltarle la mano a Milei en la eventualidad de un fracaso de su gobierno. En la Iglesia admiten que puede haber algo de eso, pero que no es lo central. “El Papa no se lava las manos, sino que quiere que al país le vaya bien y está dispuesto a ayudar en lo que pueda como lo hizo en la medida en que se lo pidieron”, señalan las fuentes.

Milei dedicó buena parte de la reunión a exponer su diagnóstico de la situación argentina y la receta que considera que debe aplicarse. Francisco lo escuchó atentamente, pero eso no quiere decir -aclaran las fuentes eclesiásticas- que haya avalado su plan económico, como el presidente le dijo a un periodista italiano. Más allá de que le pareció un hombre muy inteligente, al Papa -como clérigo que es- no le corresponde avalar ninguna cuestión técnica propia de la sociedad civil, aclaran en la Iglesia.

En un intercambio fluido, se descuenta que Francisco le pidió que el gobierno reparta de modo equitativo el peso del ajuste y asista lo más posible a los más pobres. Así como que procure bajar el nivel de la confrontación política y apueste por el camino del diálogo para alcanzar con la oposición y los diversos sectores acuerdos mínimos sobre cómo ir superando la crisis.

Por lo que se vio en los días inmediatamente posteriores a la reunión -especialmente por sus cruces con el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, y la cantante Lali Espósito-, no parece que el libertario se vaya a moderar, al menos por ahora. Pero en la Iglesia no pierden la esperanza de que tome en cuenta el pedido del Papa.

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