En pleno barrio de la Judería, uno de los rincones más emblemáticos de Córdoba es, sin duda, la plaza del Potro. El espacio se descubre como punto de reunión entre el sinfín de callejuelas estrechas y serpenteantes que definen el casco histórico de la ciudad. La plaza tiene en su centro una pequeña fuente coronada por una estatua de un potro que da nombre al lugar. Pese a ser uno de los lugares más populares y mágicos de Córdoba, pocos conocen que en Jerez se encuentra una réplica de la misma cedida por el propio Ayuntamiento… y que tiene una curiosa historia detrás.
La plaza del Potro jerezana
En la zona vieja de la localidad gaditana de Jerez de la Frontera se encuentra la plazuela de Belén, llamada así porque es un ensanche de la calle homónima. Sin embargo, a este lugar también se le conoce como plaza de Córdoba. Y es que, este lugar es un punto de hermanamiento entre ambas ciudades. La plaza es pequeña, de estilo mudéjar y llena de naranjos, lo cual puede recordar a un patio cordobés.
Sin embargo, el punto que más llama la atención es la estatua de un potro, ubicada en uno de sus laterales, y que es prácticamente una réplica de la que se encuentra en Córdoba. El motivo de esto es que fue regalada por parte del Ayuntamiento de Córdoba a Jerez en 1964. Ante esto surge una duda, ¿Córdoba regalando una figura de un caballo a la conocida como «Ciudad del Caballo»? La historia tiene la respuesta.
La plazuela del Potro de Jerez está llena de naranjos. CÓRDOBA
La Batalla de los Cueros
Corría el año 1325 cuando, en una Jerez ya reconquistada, convivía cristianos y musulmanes reconvertidos, llamados moriscos. La ciudad había quedado como emplazamiento defensivo frente a los reinos musulmanes de Ronda, Málaga y Granada, y estos deseaban recuperarla. Esta situación da lugar a numerosos asedios, rebeliones dentro intramuros y batallas, una de las cuales es la conocida como Batalla de los Cueros. En ella, un ejército procedente del taifa de Granada se instaló en los aledaños de la ciudad, concretamente en las Canteras de Martelilla, desde donde iniciaban sus ataques hacia la muralla.
Mientras, el ejército del bando de Alfonso XI, resistía a duras tras la muerte del alcaide Simón de los Carneros. Este fue relegado por su mujer, Helena de Salazar quien, ante la delicada situación, pidió ayuda a la ciudad de Sevilla. Tal y como recuerda la historia, semanas más tarde, y cuando la Jerez cristiana estaba a punto de caer, una guarnición procedente de Córdoba que, al conocer la situación de la ciudad y pese a no ser requeridas, se acercó a prestar auxilio.
Plaza del Potro de Córdoba. CÓRDOBA
El bando de Alfonso XI entró por la retaguardia al campamento del bando enemigo. Una vez en él, utilizaron los cueros con los que azotar, y hacer con ruido para asustar y espantar a los animales, los cuales terminaron causando una estampida que sumió en un caos al ejército enemigo, que cayó derrotado. Cabe señalar que, como es propio de esta época, se desconoce dónde comienza la leyenda y dónde termina la historia, aunque lo cierto es que es un acontecimiento muy recordado en el municipio gaditano.
Un potro de regalo
En 1964, y como motivo del 700 aniversario de la reconquista de Jerez de la Frontera, el Ayuntamiento de Córdoba decidió regalar un potro que hace alusión a la mencionada historia y que desde un primer momento se ha ubicado en la plazuela de Belén. En esa fecha también se produjo el hermanamiento entre ambas ciudades.
Artículo de Diario CÓRDOBA el 10 de octubre de 1964 tras la entrega de la estatua a Jerez. CÓRDOBA/ARCHIVO